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Sunday, February 2, 2020



















Imagínese que usted es músico de jazz, bajista, y es considerado actualmente entre los mejores diez ejecutantes del mundo. Algunos incluso creen que usted es Dios encarnado en el instrumento. La crítica lo adora y el público se rinde ante usted en cada presentación. Usted es un hombre relativamente joven.














Un día, usted recibe una llamada telefónica de un amigo, el baterista Omar Hakim, informándole que la banda de jazz-fusión a la que recién el baterista se ha unido está necesitando un nuevo bajista, ya que el anterior ha tenido que dejarla. Hakim le dice que Joe Zawinful, tecladista y líder de la banda, lo invita para unirse a ella. La banda es Weather Report, el bajista saliente es Jaco Pastorius.




En resumen: imagínese que usted es el extraordinario bajista Marcus Miller. ¿Qué haría ante una propuesta así? Simplemente declinarla. Por esa banda acaba de pasar uno de los músicos más virtuosos y creativos de la era moderna, y cualquier cosa que Miller llegara a tocar en la banda será evaluada con lo que Pastorius dejó: un continuo y poético discurso de bajo eléctrico que embelleció todo lo que Weather Report grabó entre 1976 y 1981, sus años de mayor popularidad.




Miller se negó a que los oídos del público lo comparen con Pastorius de forma tan directa -aunque su influencia se puede sentir en lo que toca-, y al final Victor Bailey ocupó el puesto de Jaco en Weather Report. Imagino el horror de Marcus al ir pensando en lo que sería tener que asumir un puesto tan elevado, tan lleno de expectativas.




Aunque la historia de Miller puede que no sea cierta (no se sabe por qué declinó la propuesta en realidad), lo cierto es que Jaco Pastorius no era un muchacho "normal". Sufría de depresión bipolar y durante sus estados de depresión su creatividad surgía, como si lo forzara a hacer algo más grande que la suma de sus dedos e instrumento. De haber tenido una mente estable, quizás hubiera sido un baterista mediocre y se hubiera rendido apenas se fracturó la muñeca jugando al fútbol americano. Pero no, al recuperarse se encontró con el bajo eléctrico como fiel compañero y no lo dejaría nunca.



Experimentó con efectos, cuerdas de diversos materiales, grasas, posiciones y volúmenes. El sonido de su bajo, alterado, hacía recordar trompetas y violines. Encajaba perfectamente con cualquier baterista: a más virtuoso, mejor. Pareciera que se metía en la cabeza de los músicos y predecía sus siguientes movimientos. Si uno mira sus videos puede darse cuenta que sus ojos están como idos, mirando a la nada (quizás a la muerte). Pareciera que no le es difícil crear toda esa erupción sónica y que no necesita de concentración alguna. Un dominio imbatible del ritmo. Es algo más que talento: algo con lo que se nace. Lamentablemente, ese algo tenía un precio altísimo. Ese "algo" lo pudo haber llevado a su inesperado final. Ese "algo" se puede notar si uno mira directamente a los ojos de un genio.



Jaco colaboró con muchos músicos y cada disco en el que participaba se convertía en un objeto de admiración. Sin embargo, a más fama y dinero, mayores eran sus crisis psicológicas. No somos expertos, pero era obvio que el alcohol y las drogas convirtieron su depresión bipolar en una bomba de tiempo que fue detonada por la tremenda fama y arrogancia que absorbió. Como genio insuperable en composición, arreglos e interpretación, Pastorius creía que estaba por encima de los demás músicos. Su espiral hacia la muerte empezó en 1982, al caer de un balcón en Italia y fracturarse el brazo y el hombro izquierdo tan severamente que tuvo que colocársele una clavija de acero para que se recupere. La gran cantidad de medicamentos para el dolor, combinados con el alcohol y las drogas, aceleraron su deterioro mental. Buscaba pelea y las peleas lo buscaban a él. Murió el 21 de setiembre de 1987 producto de una hemorragia cerebral como consecuencia de una paliza propinada por un portero gorilón en el Midnight Bottle Club de Wilton Manors, Florida, diez días antes. Pastorius llegó al club buscando pelea y encontró la muerte; aunque quizás había estado buscando esta última por un buen rato.



El mundo se quedó sin poder ver a Pastorious poder hacer esto:














Al escuchar ese bajo magistral, el cual muestra sus mejores momentos en los CDs de la colección Punk Jazz, uno no deja de preguntarse: ¿Cómo lo hizo? ¿Qué fuerza interna influenciaba ese sonido? ¿Era el funk, Bootsy Collins? ¿Stanley Clarke? ¿Dave Holland? ¿Es la depresión bipolar capaz de crear seres con un talento tan grande? Pero esas preguntas son muy similares a las que los astrónomos se hacen al mirar por el telescopio Hubble. O la que nos hacemos todos acerca de la muerte: ¿Qué hay más allá? ¿Estará Jaco más tranquilo, descansando? La respuesta es una y es tan grande como el vacío que dejó Jaco con su partida. Lo que sí sabemos en verdad es que hay gente con muchísimo talento incapaz de controlarlo. Le pasó a Vincent Van Gogh, a Jim Belushi, a Kurt Cobain, a Jimi Hendrix, a Amy Winehouse y hasta a Philip Seymour Hoffman. Pareciera que el talento extremo va de la mano con la autodestrucción, pero en fin; otra pregunta a la lista.















Little Beaver: "I Can Dig It". Pastorious al bajo.



Punk Jazz no es más que una introducción, una muy buena, al mundo del virtuosismo romántico de Jaco Pastorius. Encontraremos a muchos de sus amigos ahí: Little Beaver, Joni Mitchell, John McLaughlin, Pat Metheny, Flora Purim, Airto Moreira, Hubert Laws y Toots Thielemans. Todos tocando música maravillosa, llena de vida, prisa y fascinación. Música de la época en que Pastorius vagaba por el mundo y no había tiempo para nada, porque la muerte venía rápido.

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