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Tuesday, February 1, 2022



Cada generación, afirma el crítico de cine Mick LaSalle, cree que es la más vanguardista de todas las que han habido; y para ello se basa principalmente en los avances tecnológicos y en la reducción de los tiempos de procesos. Parece imposible pensar que hubo una época en que, por ejemplo, los celulares no existían y para hacer una llamada había que, puaj... caminar hacia un teléfono con alambres.




Los chicos de ahora, los niños y adolescentes, son muy distintos a los de hace 20 años. Están expuestos a una andanada de información que viene de todos lados, a la cual pueden acceder cuando les venga en gana. Los mayorcitos nunca pudimos darnos ese lujo: antes, la información, junto con la opinión, caía por goteras y provenía de aquellos con los vatios suficientes como para energizar rotativas o antenas de repetidoras. Ahora, cualquiera puede ser generador de noticias; como por ejemplo afirmar que le vió un pezón a Jennifer Lopez en una ceremonia o, peor aún, generar una mentira como la muerte de Jon Bon Jovi.




Stevie Nicks, diosa del escenario de Fleetwood Mac y modelo a seguir de muchas adolescentes en los setentas, comentó: “No sé por qué las niñas de ahora ponen todo lo que hacen en la Internet. ¡Que dejen algo de misterio!”. Ese misterio es lo que algunos sitios Web quieren destruir por completo, dejando a la juventud vulnerable y expuesta ante el inmenso y misterioso... status quo. Dicha juventud está ayudando a los cazadores de información con una complicidad tremenda e inocente, siguiendo un principio el cual establece que a todo el mundo, sin excepción, le gusta estar expuesto y ser famoso. Ese principio no es nada nuevo y se ve desde el momento en que un sitio Web nos pide hacer un comentario, ingresar un número de teléfono o correo electrónico, o crear un blog para contar nuestra vida privada, como si a todo el mundo le interesara.





En 1989 si uno, por ejemplo, era un lorna en la secundaria, un ganso al cual las chicas lo ignoraban olímpicamente por papanatas, eso se quedaba entre las paredes de la escuela y rara vez salía fuera de ésta. Es decir, si tu apodo del colegio era "Pan con Pavo", ese apodo se quedaba entre los doscientos alumnos... no llegaba necesariamente a la China o a Italia, como ahora. Si un chico fue rechazado por una chica en la fiesta de la clase, este chisme puede no sólo ser contado y comentado hasta el hastío, sino que se quedará en la red por un largo tiempo. ¿Cuánto tiempo? No se sabe, pero quién sabe, 20 años después, cuando el mismo chico esté por casarse con su novia, ésta le salga con "¿por qué no me contaste que una tal Larissa Riquelme te rechazó en tu fiesta de promoción? ¿Por qué dijiste que la amabas con locura y que nunca ibas a olvidarla?” Peor: algunos sitios serán "copiados", sin pagar por derechos de autor, por otros sin avisarte y décadas después algunos de tus escritos o comentarios de los que pensaste te deshiciste aún están ahí.





Chicos, la privacidad es un derecho inalienable y va más allá de las ideas políticas o calidad moral. Es lo que nos da no sólo la "máscara" para desenvolvernos en la sociedad, real o virtual, sino en lo que basamos nuestro propio comportamiento. Exponerla es como desnudarnos en público sin ser modelos de Playboy...





...Hablando de Playboy, y usando esta añorada revista como excusa para esta nota, no hace mucho alguien afirmó que fue precisamente esta publicación la que inició la tendencia de exponer nuestra vida privada a los demás a través de medios electromecánicos. Hugh Hefner no sólo desnudaba a sus conejitas sino que les publicaba su edad, lugar de nacimiento, medidas y les preguntaba qué les gustaba o no de un hombre. Hasta ahí, nada del otro mundo; sin embargo sabemos las medidas de Marilyn Monroe, pero claro, nunca supimos si lo suyo fue un suicidio o un asesinato. La privacidad, para los medios, sólo se activa cuando hay cuestiones legales o de seguridad nacional de por medio.





No todos quieren ser personas públicas, pero las nuevas generaciones están siendo forzadas a serlo por una fuerza mediática que no tiene como fin supremo el compartir información entre amigos o descubrir qué fue de la vida de tu compañero de habitación de hace diez años. Si uno no se habla con ellos desde la época de Clinton en la casa blanca, ¿no será por algo? Lo más probable es que no hablen contigo ahora.





La idea de “contactar” como lo puede ser una llamada telefónica, una carta o un beso, no puede ser comparada con una exposición mediática brutal ante 1,500 “amigos”. Eso no es contacto, sino difusión. Las páginas de redes sociales son perfectas para vender un producto –tu vida–, un servicio –tus comentarios de carácter privado– y de paso, expresar lo que a uno le gusta en su "perfil de usuario". El primer sitio Web que planteó esta idea de "perfil de comprador" fue Amazon.com. Si uno compraba un disco de los Beatles, el sitio le recomendaría uno de los Rolling Stones. Si uno comentaba que le gustaba un libro de Jim Thompson, le avisarían que la nueva novela de Corman McCarthy saldría en unas semanas. Nada de malo ¿verdad? Si uno tiene un perfil en el cual no hay información sensible. ¿Pero qué pasaría si tuviera un perfil con toda mi información Amazon.com y compro un libro sobre Albizu Campos, el independentista portorriqueño acusado de terrorismo y literalmente borrado de la historia moderna? ¿Me recomendarán que, por mis supuestas ideas de izquierda, compre Desarrollemos la Guerra de Guerrillas? ¿Mi Lucha de Adolfo Hitler? ¿Habría gente que creyera que tengo ideas de izquierda, de derecha o de arriba o abajo? La política, aunque no lo parezca, se hace cada día más volátil puesto que las fronteras ideológicas se borran rápidamente con la tecnología.





Después de todo, Amazon.com se ha portado bien con la privacidad de sus clientes, pero otros sitios, los cuales no voy a mencionar aquí para no hacerles el favor, literalmente han arruinado cientos de miles de vidas.





Una historia que leí hace poco: un chico, al haber sido castigado por sus padres debido a que su hermana lo acusó por algo que hizo, decidió vengarse de la mejor/peor forma: escaneó el diario privado de su hermana y lo publicó para que todos vean lo alborotada que su vida era. Fue un vistazo a la realidad de los adolescentes de ahora: una ola imparable de chismes, depresión, alcohol, drogas y sexo: mucho, mucho sexo. Los comentarios de sus “amigos” eran lapidantes cual mujer pública del medio oriente siendo ejecutada. De haberse aparecido Jesucristo en Internet, hubiera gritado “¡quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra!”; aunque él también hubiera ignorado el punto principal del problema: por primera vez la tecnología de redes digitales está siendo utilizada para destruir la privacidad de una persona común, no una persona pública, ni una estrella de rock que vive de ello, de la exposición por la cual luchó toda su carrera. 





Otro caso: una chica que obtuvo un seguro de discapacidad por depresión y estrés en su trabajo, sólo para que se lo quiten cuando alguien la encontró en unas fotos en las Bahamas, en bikini y saltando de júbilo por lo bien que le iba en la vida. Ella se defendió con el hecho de que el doctor le había recomendado unas vacaciones, pero también fue lapidada, y esta vez con consecuencias serias. La frase más común de estas redes: "I love my life".









Anónima de la Internet, mostrando severos síntomas de depresión bipolar y ansiedad.





En el párrafo anterior tenemos dos ataques a dos personas comunes que generan curiosidades de todo tipo: el presidente de Rusia visitó los Estados Unidos en el 2010 y pasó por Silicon Valley. Visitó las oficinas de ya saben qué compañía y se quedó impresionado, pasmado, de cómo una empresa que empezó como sitio Web para que los estudiantes universitarios se hagan bromas entre sí se haya convertido en el lugar más visitado de la Internet. Millones de fotos son cargadas y comentadas a cada instante, y definitivamente no hay garantías de que cualquier número o dato sensible colocado ahí no vaya a ser compartido con una compañía que quiera fastidiarte llamándote a ofrecerte precios asequibles para una casa nueva, cuando no estés interesado en comprar una. “¿Quieres decir que esta gente te da su información privada voluntariamente?” La CIA, la FSB, el FBI, la Mossad… todas las agencias de inteligencia del mundo dicen lo mismo: La f llegó demasiado tarde. Esta f les hace creer a los seres humanos, al menos en la Web, que sus vidas son una maravilla y que tienen que compartir todo lo que hacen con sus amigos. La excusa ya la han oído en muchas ocasiones: "es para mantenerme en contacto con mi familia y amigos".





Marilyn Manson dijo, no hace mucho, que la paranoia funciona como un constante análisis introspectivo de uno mismo. Puede ser verdad, nos hace reflexionar y de cuando en cuando sudar la gota gorda. Y ser paranoico de la privacidad, del derecho a defender su integridad emocional, es el arma más poderosa que tenemos. Es la base del derecho a la libertad del individuo y a ser considerado inocente, antes que se demuestre lo contrario.





Que me perdonen algunos de mis amigos, pero hay que ser bien pelotudo para ventilar tus trapitos al aire en materia de relaciones, discutir con tu pareja “en público” y para colmo tener la concha de decir que lo suyo es algo “complicado”. Todo es complicado, especialmente el estar casado y con, ejem, dos cuentas o “personas virtuales” para que uno o una pueda hacer de las suyas. Pero esto último es un caso extremo y, al final, sólo es un simple objeto de chisme. Lo peor está en otros lados.



Casos graves también se puede encontrar en sitios Web que te ofrecen “compartir tu información profesional” con tus colegas, que como ya he dicho no son otra cosa que tus rivales. ¿Un buen currículum en público? Perfecta plantilla para copiar y modificar. No en vano el CV es the great American fiction, y desde la aparición de LinkedIn, the greatest. ¿Un CV en un sitio Web para que lo vean tus potenciales empleadores? No gracias. Mejor contactarlos a ellos de primera mano. Un CV puede ser copiado, adaptado, repotenciado. Y sitios como LinkedIn y Plaxo lo único que hacen es exponer nuestras virtudes y defectos a desconocidos y, en muchos casos, a nuestra competencia.





Hace poco me llevé un susto al descubrir que las fotos que tomo con mi iPhone contienen las coordenadas del punto exacto donde las tomé. Las fotos del concierto de AC/DC al que fui eran rastreables en la ubicación exacta del Oakland Coliseum, y las que tomé de un armario en casa de una amiga, para que lo ponga en venta, mostraban la ubicación de su casa en el iPhone. Todo esto porque había activado una función del iPhone que rastreaba la ubicación geográfica del teléfono al tomar fotos. 





Sentí que Joseph McCarthy, Edgar J. Hoover, James Bond, Rasputín y Vladimiro Montesinos ya no trabajaban para sus respectivos gobiernos sino en Silicon Valley y que nos estábamos dejando espiar descaradamente ya no por gorditos calvos con traje o uniforme sino por nerds  sin afeitar prendidos a sus computadoras, listos para hacer negocio hasta con el cuco. Parece una exageración, pero en realidad nos están llenando de evidencias sobre dónde y cuándo estuvimos en lugares determinados.





Una cierta cantidad de comentarios pueden crear una cierta imagen digital/comercial/política de una persona; la cual la puede definir en un futuro para encontrar un trabajo, una pareja, comprar una casa, ser alguien por tener y no por ser. Las redes sociales no se hacen de dinero así porque sí, ni les pagan a sus empleados excelentes sueldos como para vivir tranquilos hasta su temprano retiro a los 50 sólo por controlar el tráfico y ver que no haya ninguna foto ofensiva o hacker. Cada red tiene un poderoso departamento de ventas listo para cargar tu tarjeta de crédito con cualquier cachibache. No obstante, se la podemos hacer difícil ya que aún nos quedan algunos derechos y algunos aspectos de nuestra privacidad que podemos usar en su contra:





1. Nunca, nunca digan dónde se encuentran. Decir "salgo de vacaciones al mar Peleponeso" puede causar la envidia de la gorda de tu ex-amiga, pero también la curiosidad del amigo de la amiga al cual añadiste sin saber de quién se trataba. Para él "la estoy pasando de maravilla en mis vacaciones", quiere decir "no hay nadie en mi departamento".






2. Qué lindo es salir embarazada y compartir la foto de la ecografía con todo el mundo. No importa que el bebé aún no tenga la nariz formada y que se parezca más al cuñado que al marido. Igual hay que mostrar la ecografía, ¿no es cierto? Con todo y nombre de la madre, fecha y hora del sondeo, nombre del hospital, los últimos cuatro dígitos del número de seguro social... ¿sigo?






3. La información personal en tu perfil de usuario debe ser limitada, de preferencia falsa: nombre (algún error ortográfico no vendría mal) y nada más. ¿Para qué poner el número de la licencia de conducir o el del documento de identidad de tu país? ¿Tu dirección? ¿Estás mal de la cabeza, verdad? ¿Teléfono? ¿Quieres en verdad que te llamen?






4. Tu estado civil es o soltero o casado y sólo se lo haces saber al gobierno de tu país si te lo pregunta. ¿Relación complicada? ¿Relación? Define complicado. Linda forma de hacer sentir a tu pareja como la culpable de todos tus quebrantos. Ella cree que tú eres el único responsable. De más está decir que sus peleas de pareja se deben quedar ahí, en tu casa.





5. ¿Demasiados amigos? ¿Chicas y chicos demasiado guapos que nunca han visto en su vida? No son nada más que bots. Desháganse de ellos. Unos dos o tres por día.





Con estos cinco consejos no sólo estaremos dedicando más tiempo a nosotros mismos sino que estaremos evitando a que nos espíen para vendernos gato por liebre o hacernos la vida imposible hurgando en nuestro pasado, oscuro o no. Así de simple.



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