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Friday, April 26, 2024

Breezin’ es el disco más exitoso y precursor de la historia de la música popular. Es una colección de seis canciones que puede ser admirada por la destreza de sus ejecutantes, por el sentimiento de sus composiciones, o por la calidad de su producción. Con este disco George Benson trepó a la cima de tres listas de Billboard: Jazz, R&B y Pop, tres encasillamientos basados en las tres maneras previamente descritas de admirar al carismático guitarrista y cantante.

 El decimoquinto álbum de Benson fue tan influyente que inventó un género musical que antes no existía: el Smooth Jazz, el cual desplazó a la música clásica expulsándola de los ascensores y consultorios dentales y reemplazándola con tal éxito que hasta ahora es impensable una endodoncia sin Spyro Gyra o Rippingtons. Esto hay que agradecérselo a Benson. Como uno de los géneros más prostituidos y poseros, el Smooth Jazz aguó y blanqueó el soul de Gamble y Huff en Philadelphia, la ciudad natal de Benson, y a la vez “negreó” el pop adulto-contemporáneo: en resumen, música fresa para pasar el rato. Pero fue Benson quien con su éxito hizo que todos los músicos de jazz deseen tener un Breezinen sus catálogos.

El disco es uno de los mejores álbumes de la historia de la música grabada y punto. De hecho, cada uno de los temas es tan bueno que podría ser extendido por una hora para tener un total de 1/4 de día con George Benson adornando nuestro tiempo. Y pensar que a simple vista parece un disco de covers. El tema título, una copia embellecida de un instrumental de Gábor Szabó y Bobby Womack escrito por este último y lanzado hacía seis años, abre el LP y propone al oyente de jazz a bajar la guardia y al oyente de pop a descubrir la facilidad con la que un solo puede representar emociones, más que palabras.

En mi opinión el tema estelar es “Six to Four”, un barajo entre cuatro y seis compases compuesto por el bajista y guitarrista Phillip Upchurch en el cual todos los músicos, incluyendo la orquesta conducida por Claus Ogerman, se divierten de una forma tan inocente que cualquiera pensaría que son niños de diez años.

Como ya lo dije, el disco debut del guitarrista y cantante George Benson para Warner Brothers fue de un éxito feroz: alcanzó el número uno en las listas de jazz, pop y R&B al mismo tiempo. Vendió como pan caliente y ganó Grammys a por doquier, gracias a la performance de Benson y sus colegas y a una producción impecable y aséptica de Tommy Lipuma. Un cover de Leon Russell, “This Masquerade”, de ocho minutos, fusiona los tres géneros antes mencionados y crea uno nuevo, que a la larga se convertiría en el refugio de los músicos virtuosos mediocres: el smooth jazz.

Breezin' será todo lo perfecto que uno quiera, pero terminó creando un género equivalente a música de elevadores, recepciones de dentistas, y cortinas musicales de TV (el tema título fue usado en Perú en los primeros años de Frecuencia 2, hoy Latina). Pero si ponemos nuestra mente en aquel 1976, cuando no existía el smooth jazz y escuchamos a George Benson emular con su guitarra hollow body a su maestro Wes Montgomery, con influencias claras de Tal Farlow y Kenny Burrell, descubriremos una maravilla musical que no busca sorprender por su virtuosismo o técnica sino por lo agradable de su sonido al oído humano. Benson es un guitarrista de primera pero jamás he oido a ningún crítico de jazz decir que es un virtuoso, felizmente.

 Breezin´ fue la piedra angular del sonido Warner Brothers/ Los Angeles/ Burbank en todo aspecto. Quincy Jones, encantado con el sonido Benson, trabajaría con el guitarrista en 1980 con un LP hit llamado Give Me The Night... y las fusiones seguirían ocurriendo por un buen rato más.

1991: Nevermind, Nirvana

Septiembre de 1991 vio aparecer este disco, el segundo de un power trio de Seattle que llevaba dentro mucha frustración, amargura y desolación, el 90% de todo esto concentrado en su guitarrista y vocalista Kurt Cobain, quien expresaba el humor de la generación de aquel entonces que estaba graduándose de la secundaria para entrar al mercado laboral de una Seattle en recesión. Para colmo el clima de la ciudad no ayudaba mucho: llueve como mierda y la gente no tiene mucho que hacer más que quedarse en sus viviendas horneándose y deprimiéndose más y más.

Ese es en líneas generales el contexto en el cual Nevermind apareció: Geffen Records estaba encantado con el resultado final del álbum, mezclado por Andy Wallace después de varias intentonas fallidas, y con aquel primer esbozo de éxito: “Smells Like Teen Spirit”, canción que “hizo” y “deshizo” a Cobain pero que puso a la banda en el panteón de la fama y fortuna. Lo único que cambió para Cobain fueron sus dealers de heroína y la gente que antes lo había rechazado e ignorado ahora lo buscaba con insistencia. Su suicidio en abril de 1994 representó el fin de la era dorada del rock and roll rebelde en las listas de popularidad; pero ni Cobain pudo matar la semilla que dejó plantada en tanta gente. Digan lo que digan, Nevermind fue el disco más influyente de la década de los noventas.

Friday, April 19, 2024

 

1986: The Queen Is Dead, The Smiths.

El mejor LP de la historia del rock británico o el más exitoso experimento de marketing underground. Sea lo que fuere el álbum de los Smiths aparecido en 1986 fue su consagración: un single contundente llamado “Big Mouth Strikes Again” causó furor en las emisoras de radio sin que la banda tenga que sacrificar su identidad o estilo, mucho menos su audiencia base. Quedaba claro que Morrisey (vocales) y Johnny Marr (guitarras) eran los putos amos del sonido de Manchester y su influencia se sintió a nivel mundial. En el 2003, los cuatro discos de la banda aparecieron en la lista de los 500 más grandes álbumes de la historia del rock en la revista Rolling Stone, pero esto no hubiera ocurrido sin Queen is Dead.

Morrisey aplicó a la banda una fuerte postura anticapitalista y proto-alternativa que invitaba a la gente a prestarle atención ya que mucho aspaviento no hacía: sabíamos que era neutrosexual y tenía un aspecto andrógeno, y también nos encantaba el sonido de la guitarra de Marr. De pronto la banda se disolvió y muchos nos quedamos sin la oportunidad de verlos juntos, creándose una leyenda que es cada vez más grande a medida que menos se habla de la banda. Morrisey, por otro lado, es una presencia constante en las noticias y los equipos de sonido de muchos mexicanos.

Sunday, March 31, 2024

1971: [sin título] (también conocido como Runes, Zoso, Led Zeppelin IV o The New Led Zeppelin Album), Led Zeppelin

El cuarto LP de Led Zeppelin, aún sin título, es el equivalente en arquitectura a uno de esos hoteles construidos por la inmobiliaria Trump: enormes, majestuosos, con habitaciones cómodas y lujosas y mucho enchapado en oro, pero cómo se construyó y qué triquiñuelas se hicieron para que se termine... eso es otra historia. Y es que Jimmy Page, uno de los más grandes estafadores y cuenteros del rock inglés, sabe cómo marquetearse. Es un guitarrista de rock con buenos riffs y eso, pero no es mejor que Beck o Clapton. Apenas alguien le cuestiona o critica algo, Page sale con el cuco de “ooh, satánico, ocultista... misterioso... celta” y la gente se asusta y lo deja en paz. Es tan vendedor de sebo de culebra que hasta ha tenido el descaro de usar la muerte del hijo del vocalista Robert Plant y la de la del baterista John Bonham para “promocionar” su imagen y banda.

 Dicho esto, Led Zeppelin no es una banda mala. Tiene a John Bonham, un baterista espectacular que hacía temblar de envidia e inseguridad a cualquier otro, a Robert Plant, un vocalista que sabía aplicar una mezcla de blues y misticismo a su voz de alto rango, y a un bajista/tecladista llamado John Paul Jones, de perfil bajo, que siempre está manteniendo todo junto y cohesionado. La unidad de este disco es más que evidente en momentos creativos como “Black Dog”, un tema de alto voltaje con inicios y paradas que muestra la influencia de Chuck Berry para luego dar paso a un homenaje a Little Richard: “Rock and Roll” (Peter Grant, bravucón manager de la banda, solía ser el chofer de la limusina de Richard cuando éste iba a Inglaterra). Sandy Denny y Robert Plant se lucen en un dueto folk, “The Battle of Evermore”, que tiene referencias a “Lord of The Rings” (otra obra inflada y sobrevalorada de la literatura inglesa, sobre esta putearé más adelante), y claro, la joya del disco es “Stairway to Heaven”, tema que estará en el obituario de Page cuando este parta a mejor vida (“Fallece Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, los de 'Stairway to Heaven'). Decir que Page y Plant escribieron el tema ellos mismos es, de hecho, mentir.

Page es una experta urraca ladrona que roba riffs y acordes de aquí y allá y se las lleva a su nido. No es el único guitarrista que hace esto: Steve Miller también, pero Miller me cae más simpático. “Taurus”, tema de Spirit de 1968, fue profanado por Page para beneficio de “Stairway”.

El lado B presenta una estructura similar al A: rock del bueno y de vanguardia con “Four Sticks” y “Misty Mountain Hop”, balada folk con “Going to California” y un blues pesado y místico con el cover de Memphis Minnie “When the Levee Breaks”, de lejos el mejor tema del disco.

La banda muestra lo mejor de sí en todo el disco, no hay discusión en esto. La producción es impecable y oculta deficiencias que tanto Page como Plant pudieran tener en sus respectivos roles gracias a los efectos electrónicos, pero el resultado es satisfactorio y hasta ahora exitoso. Como los edificios Trump, podemos admirar su arquitectura pero al mismo tiempo criticar los métodos y las personas a cargo.

Sunday, March 17, 2024

La gran lista, un LP por año entre 1994 y 1954. Guía esencial para entender cómo se movió la música popular de occidente en cinco décadas. 

1962: Bob Dylan.

Hasta 1962, es decir, hasta la aparición de Bob Dylan en un sello discográfico tan importante como Columbia, la música popular de la radio, y la industria discográfica en general, solo tenía un propósito: entretener. Cuestionar el sistema capitalista norteamericano, el que acababa de ganar la guerra más brutal de la historia de la humanidad, era de “comunistas”, “anarquistas” o, yéndonos al racismo extremo: “de judíos y amantes de los negros”. La gente se olvida que en 1962 el rock and roll estaba enterrado por artistas hiperinflados y aburridos, y las bandas de auténtico sonido rebelde estaban limitadas a los sellos discográficos menores.

El joven Bob Dylan debuta con una colección de covers y un par de originales que sacude los cimientos de la juventud estadounidense. Aquí solo está Bob, su harmónica y su guitarra de palo (qué asombroso guitarrista acústico que es Dylan, es increíble que rara vez se mencione su destreza). La voz de Dylan es atrevida, nasal y tiene el objetivo de poetizar y contar historias. ¿Técnica o falsetto? Déjenselo a los negros, que ellos inventaron esa música. El joven Dylan buscaba triunfar en Nueva York y vaya que lo hizo. Luego de este disco, Dylan compondría más, mucho más, y 54 años después se llevaría el Nobel de literatura por sus letras. Así de buenas son. Llegarían álbumes fantásticos como Freewheelin' Bob Dylan, Blonde on Blonde, Highway 61 Revisited y tantos otros que ahora son más que importantes en la historia del rock and roll.

Como mencioné, en 1962 el rock and roll estaba muerto, había sido asesinado, pero Dylan le había dado un electroshock arraigado en el folk y el blues que lo resucitaría con su influencia: Byrds, Beatles, etc. Prácticamente todos los discos que se han venido mencionando.

Saturday, March 16, 2024

La Cuenta Regresiva de 40 años hasta el punto origen del término y género que nos hace vibrar hasta ahora a algunos, pero en el lejano pasado a millones.

1957: Here's Little Richard, Little Richard.

El primer LP de Little Richard debió haber sido el equivalente a una bomba atómica en la incipiente industria musical. Aquí estaba un pequeño hombrecito de Macon, Georgia, tocando el piano y cantando groserías acompañado de una banda frenética que quizás tendría su reflejo latino-cubano en la orquesta de Dámaso Pérez Prado.

Frenesí, sexualidad, violencia, gritos y en general una catársis hormonal juvenil que los oyentes estaban dispuestos a disfrutar y la industria a capitalizar. Ningún tema de su primer LP es “relleno”: todos valen oro. Fue quizás este el LP que técnicamente inició el sonido rock con “Tutti Frutti”, partiendo del boogie woogie pero acentuando más los beats 2 y 4 como si se tratara de una marcha castrense. Aquí ya no había marcha atrás: “Rip it Up”, “Jenny Jenny” y la favorita de Paul McCartney “Long Tall Sally” dejarían claro el “nuevo” sonido.

Thursday, December 28, 2023

Foto: Diario La Primera.

...Pedro Suárez Vértiz, rockero chalaco nacido en 1969 y quien ha fallecido hoy hace algunas horas. No, no es broma del día de los inocentes, sino más bien una trágica noticia que una vez más nos hace ver las caras con la mortalidad de nuestros ídolos y asumir que, a partir de la visita de la pelona, éstos pasan a convertirse en eternos, en inmortales.

Pedro era muy querido por su música y, a la vez, bastante cuestionado por sus comentarios íntimos y sus opiniones personales de carácter político, que dicho sea de paso eran opiniones que una gran cantidad de peruanos tiene: Keiko Fujimori no es la bruja mala del cuento, ni su padre Alberto fue tan espantoso como presidente. Estoy de acuerdo con Pedro en algunas cosas y en otras no (creo, como él, que Fujimori hizo un buen trabajo en la presidencia del Perú al principio, pero no creo que los Beatles eran cada uno un ejemplo de amor matrimonial); en lo musical pienso que hizo una gran labor con su Arena Hash y como solista, y lo que él buscaba lo consiguió: ser aprobado y querido por la gente que iba a sus conciertos y compraba sus cassettes en su propio país. Para llegar a la estima de un público tan conchesumadre como el peruano, su táctica era ser buena gente con los demás y mantenerse positivo en todo momento, escuchando a los demás y haciéndose oír.

Pedro era nuestro Walt Whitman, nuestro Snoopy. No vivía quejándose como César Vallejo o Charlie Brown, sino vivía su vida contento, quizás a sabiendas que no le quedaba mucho, como el legendario Bobby Darin quien una falla cardiaca lo mandó a la tumba a los 37 años. Como a Darin, fue el corazón quien lo traicionó, pero a diferencia de él Pedro nunca fue tan camaleónico, sino fue siempre el mismo: un chico clasemediero con ganas de hacer música en base a sus experiencias y emociones. Y vaya que le funcionó.

En los últimos años los medios de comunicación y las redes sociales, especialmente las de algunos energúmenos que pernoctan en las casas de sus padres y/o usan perfiles con nombres falsos, buscaron arruinarle a Pedro la fiesta de sus tuits, posts y artículos. El cantautor escribía sin tapujos sobre su vida privada, sobre lo que veía  fuera de las cuatro paredes de su departamento en el distrito de Miraflores, donde estaba postrado debido a una penosa enfermedad. La gente que se burló de él ahora está dividida en dos grupos: el de los que lo lloran y el de los que lo seguirán machacando por sus opiniones hasta que nos olvidemos del penal fallado de Cueva. ¿Los que no se burlaron de él en ningún momento? Muy pocos. En las redes sociales de peruanos no existe la libertad de expresión, y ese fue otro mensaje que nos deja el flaco al partir.

Pero esto no es para escandalizarse tampoco. No olvidar que en el Perú, salvo multinacionales con nombres extranjeros, no hay muchos constructores. Preferimos destruir y criticar a crear -especialmente de la nada-. Pedro supo aprovechar las herramientas y materiales que tenía a su disposición para construir una banda de rock conformada por quinceañeros, con temas originales, y ponerla a sonar en las radios peruanas. Se supo internacionalizar, aunque creo que pudo haber llegado más lejos si se metía a fondo en el mercado mexicano; pero la verdad de la enchilada es que los mexicanos son muy cerrados con sus actividades musicales, a diferencia de los peruanos.

Pedro Suárez-Vértiz tenía un nombre compuesto y difícil de recordar para un directivo de Televisa y más complicado para un comprador de discos u oyente radial en pleno 1993, donde los nombres de los artistas se iban simplificando para su fácil conducción en el circuito latino: Mijares, Arjona, Natusha, Thalia... Es por eso que soy de la firme creencia de que Arena Hash nunca debió separarse: con un nombre así de comercial, con el material y liderazgo de Pedro, el caché de su hermano Patricio en el bajo, el carisma de Arturo Pomar Jr. en la batería y el atractivo de galán de Christian Meier en los teclados, pudieron haber conquistado el Perú y el resto de América como banda unida y democrática.

Pedro quiso seguir con su carrera solista, según él, porque tenía que mantener a su nueva familia. De haber seguido Arena Hash el mundo se hubiera salvado de otra carrera solista: la de Christian Meier con su caballito de batalla “Carreteras Mojadas”. Patricio no la hubiera pasado tan mal en Miami luego de poner un hit discotequero muy bueno: “Disco Bar”, y Arturo no se la hubiera pasado despotricando contra sus compañeros.

En pocas palabras: creo que una banda de rock es más sólida que un solista si es que se quiere triunfar en el extranjero, especialmente en un medio donde el campo está totalmente desnivelado para artistas peruanos, ecuatorianos o bolivianos.

Todos al final vamos a terminar como Pedro, pero vale la pena escuchar su mensaje positivo: la vida es una sola, y hay que hacer frente a todo con el positivismo más grande, porque sí se puede. Con la muerte de Pedro termina una era importantísima de autovalidación de la juventud peruana. Ésta fue la historia de un chico que conquistó al público de un país, Perú, en su peor momento, y que con su música convirtió ese momento en uno de los más entrañables para los jóvenes que lo vivimos en plena adolescencia. Este país aún no encuentra técnicas para olvidarlo, porque... 

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