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Saturday, April 11, 2009






En un artículo publicado por la revista Guitar Player en mayo de 1992, el famoso cantante, guitarrista y productor canadiense Neil Young dio el primer grito de alerta sobre el daño que los sistemas digitales están causándole al arte de la grabación y reproducción del sonido. Las compañías disqueras, las emisoras de radio, las tiendas de discos y el público en general consideran al Compact Disc como un gran avance en lo que a grabación y reproducción del sonido se refiere, "superando" a los viejos discos de vinilio. Neil Young sorprendió a los editores de la revista al atacar duramente a los sistemas digitales de audio poniendo en tela de juicio su capacidad para reproducir fielmente el sonido, aunque a simple oído lo parezca. "Odio los Compact Discs. Lo digital es desastroso y ésta es la más oscura era de la música...Todo lo hecho anteriormente [en la grabación y reproducción del sonido] es mejor que el sonido digital... El sonido digital es completamente prematuro y completamente equivocado. Es un desastre y una farsa". Young parecía exagerar, pero quizás tenga algo de razón. Los sistemas digitales de sonido son y podrían llegar a ser lo más avanzado y perfecto, pero tienen un gran problema: al ser grabados los Compact Discs éstos no captan el sonido en verdad, sino que toma muestras del sonido para luego reproducirlas y "engañar" al oído y por ende al cerebro haciéndole creer que escucha el sonido en su totalidad, con toda la gama de frecuencias emitidas por el artista.



El sonido codificado en binario es perfecto para las computadoras y también para las emisoras de radio AM, FM, transmisiones de televisión, transmisiones vía satélite y demás utilidades porque las señales digitales carecen de ruido y tienen una mejor operabilidad en lo que es envío y recepción. Pero comparto la opinión del señor Young cuando afirma que es imprudente considerar al audio digital como lo mejor y más avanzado en la conservación del sonido; porque no lo es. Cuando una persona compra un CD, pagando un precio bastante alto, está escuchando lo que la señal digital le está dando; mas no lo que en verdad grabaron los micrófonos en el estudio o en el escenario, recogiendo lo mejor posible todas las variaciones de frecuencia y de amplitud que hacen una canción. Para poder explicar mejor qué cosa falla en los Compact Discs y en sus variaciones (Digital Compact Cassette, Digital Audio Tape y Mini Disc), es bueno tener una ligera noción de cómo trabaja un sistema digital de audio, ya sea de grabación o de reproducción. En vez de convertir los modelos mecánico y electromagnético del vinilo y del cassette en energía sonora, ñps sistemas digitales "leen" o toman muestras del sonido miles de veces por segundo, asignando a cada muestra un valor numérico representado en un código binario. Estos códigos binarios podrán ser decodificados por el computador del reproductor como señales eléctricas análogas.

Definamos al bit como la unidad lógica básica de un sistema digital. Un bit puede tener solo dos situaciones, encendido (1) o apagado (0). Por lo tanto un solitario bit nos puede dar una información simple de algo, por ejemplo, si las horas de un reloj son AM ó PM o si hay agua o no en una cisterna. Con dos bits ya no son sólo dos situaciones, sino cuatro: 00, 01, 10, 11. Estos dos bits nos dan ahora información de cuatro situaciones posibles, control de puertas, contestadores telefónicos, etc. Por lo tanto un bit controlará dos variables, dos bits controlarán cuatro, y tres bits a ocho, etc. según la ecuación lógica: [# de situaciones=2^(# de bits)] Pues bien, en los sistemas de audio digital las situaciones se consideran como niveles de audio generados como pulsos eléctricos. Un solitario bit podría regular dos niveles de audio -un tono (1) y un silencio (0)-, dos bits controlarán, entonces, cuatro niveles y a mayor número de bits se podrá simular con más precisión el sonido real. Los sistemas digitales para Compact Disc de 16 bits utilizarán 216=65540 niveles o posiciones determinadas, a ser indicadas 44,100 veces en un segundo. El reproductor utiliza su lente láser para leer los "unos" y "ceros" que han sido registrados en el Compact Disc, agrupándolos en conjuntos llamados "tramas". Así, si lee una trama de 16 bits -unos y ceros-, la codificará posteriormente de acuerdo al nivel y frecuencia que ordena la trama y la enviará por los parlantes a nuestros oídos. Una larga línea de 16 bits leída por el reproductor, por ejemplo:1110000100100110 significa una breve muestra del sonido grabado, análogamente o con un sistema digital similar que elimina toda presencia de ruido y que nos hace creer que estamos escuchando nítidamente una canción. En algunas computadoras modernas, si la tarjeta de sonido es del tipo Sound Blaster 16 ó 32, sabremos cuantos bits determinarán la calidad y nitidez del sonido digital.

Los sistemas de audio digital fueron utilizados primero como una ayuda para eliminar el ruido en los estudios de grabación. Los primeros sistemas fueron fabricados por 3M y Mitsubishi. Uno de los primeros grupos musicales en incluir sonidos grabados digitalmente fue Fleetwood Mac en su álbum Tusk (Warner Brothers, 1979); pero realmente quien decidió arriesgar y entregar todos los sonidos a las grabadoras y mezcladoras digitales fue el guitarrista Ry Cooder, quien editó el primer álbum totalmente digital de la historia: Bop Till You Drop (Warner Brothers, 1978). A principios de los ochenta los artistas, los vendedores y compradores quedaron maravillados con este avance en lo que es la conservación del sonido. La distorsión se reducía a niveles mínimos y desaparecía el siseo típico de las cintas análogas, mejorando la relación señal-ruido. Verdaderamente los Compact Discs nos ofrecen un sonido perfecto y libre de ruido de reproducción (el siseo de los cassettes y los raspones de los discos de vinilo), pero tienen un desperfecto grave: no están cumpliendo a cabalidad con reproducir totalmente el sonido, porque están depurándolo y eliminando la parte más importante de la música: su efecto terapéutico. Es como hacernos creer que estamos viendo un bello paisaje a través de una ventana de vidrio cuando en verdad estamos viendo un televisor y los puntitos de colores que forman la imagen. ¿Vemos lo que vemos o es solo un conjunto de puntitos que nos dan una idea de lo que es la realidad?



La primera vez que me percaté de que los CDs no eran una verdadera revolución en el mundo de las grabaciones fue cuando escuché en mi tornamesa el álbum en vinilo Fragile, de Yes (Atlantic, 1971). La copia era norteamericana, fabricada en 1981 y yo sentía que el sonido era más fresco y más vivo que en el Compact Disc. Se podía oir el aire pasar por las fosas nasales de Jon Anderson y la vibración de la batería debido a las fuertes y distorsionadas bajas frecuencias del bajo de Chris Squire. No puedo describir con palabras la sensación de estar oyendo algo más completo pero es como si el Compact Disc hubiera "resumido" el sonido a sus factores dominantes, dejando de lado enarmónicas y demás. Algunas personas que se percatan de este error no lo reconocen concientemente, más bien les echan la culpa a los nuevos estilos y artistas. Dicen que, por ejemplo, el rock de los noventa es, o fue, francamente malo y que se ha vuelto un negocio lucrativo regido por corporaciones y ejecutivos de Wall Street y que la música ya no tiene tanto sentimiento como hace quince o veinte años. No creo que esto sea del todo cierto. Siguen saliendo buenas bandas, tan buenas y hasta quizás mejores que las de hace veinte años; pero la emoción y el sentimiento puesto en sus canciones queda fuera desde el momento en que las graban con una consola digital y luego las mezclan para dar un producto con un sonido limpio pero pobre. Un ejemplo claro es el álbum Wide River del excelente guitarrista y cantante Steve Miller (Sailor Records, 1993). Grabado, mezclado y editado usando cintas digitales (DDD), el resultado carecía de ruido, pero a la vez de alma. El Compact Disc de Miller tiene excelentes canciones y es uno de mis discos favoritos, pero siento lástima al saber que pudo haber sonado mejor y no tan plástico. El grupo Queen hizo lo mismo con su álbum Innuendo (Hollywood Records, 1991) y el resultado dejó mucho que desear. La voz de Freddy Mercury, limpiada y procesada digitalmente, ocultaba el hecho de que se estaba muriendo pero a la vez ocultaba toda la desgarradora ansiedad y tristeza ante la muerte en canciones como "Show Must Go On" y "These Are The Days Of Our Lives". Quizás debido a las depuraciones del compact disc los fans de Queen no pudieron darse cuenta de que algo andaba mal con su ídolo. Si hubiera sido un vinilo, se hubieran percatado de que la muerte estaba cerca al pobre Freddy.

Los artistas que saben que el sistema digital les quita fidelidad y les podría quitar también a ciertos fans graban con cintas análogas y editan LPs en vinilo al mismo tiempo que los Compact Discs para satisfacer una demanda que, por lo menos en Estados Unidos y Europa, va en aumento poco a poco. Aerosmith grabó, mezcló y editó su álbum Get A Grip (Geffen, 1993) usando únicamente cintas análogas con el propósito de dejar registrado todo el ruido posible de la chillona voz de Steven Tyler acompañado de sus estridentes compañeros. El notable sonido de las canciones recayó, sin duda alguna, en el talento de la banda que registraba su música directa y totalmente a cintas magnéticas. El CD apareció con la codificación AAA (grabación, mezcla y edición análoga); lo cual quería decir que la copia master del álbum había quedado guardada para la posteridad en una cinta análoga magnética y que el álbum podía ser editado en vinilo. Jamás Aerosmith hizo un disco que sonara tan bien como Get A Grip. La razón era sencilla: habían usado lo más avanzado en tecnología de grabación pero utilizando dispositivos análogos. Al momento de la masterización final, el "editor digital" tuvo más y mejor sonido del cual coger muestras codificadas y el resultado no pudo ser mejor para un CD. Las canciones "Crazy", "Crying" y "Amazing" suenan con una pureza, una nitidez y un nivel tan buenos que nunca en verdad se habían oído en compact disc alguno. Aerosmith demostraba que el error estaba en usar grabadoras y mezcladoras digitales en el estudio. Get A Grip fue el álbum más exitoso de la carrera de Aerosmith después de veinte años y uno de los más exitosos en el mundo allá por 1993 y 1994.




Por más que los CDs presenten "remasterizaciones" o "ediciones de oro" de grabaciones análogas antiguas estarán muestreando el sonido del mismo modo que lo hacen sus versiones normales; la única diferencia es que utilizarán de nuevo las cintas análogas master donde está grabado el sonido original para mezclarlo nuevamente y limpiarlo un poco más; por ende volverlo más sintético. Limpiar el sonido análogo puede parecer bueno, considerando que las cintas master de las grabaciones análogas antiguas se están deteriorando con el paso del tiempo. En el campo de la remasterización, los sistemas digitales están haciendo lo mejor que pueden con grabaciones análogas que al ser pasadas a CDs, arrastraban el ruido de la vejez de la cinta. No hay que ser ingratos y condenar duramente a los sistemas digitales, como lo hace Neil Young sin el menor reparo y sin importarle que él permite la edición de sus álbumes en CD y con el proceso DDD. Para poder escuchar con más claridad los intrincados sonidos de The Dark Side Of The Moon de Pink Floyd (Harvest, 1973), si no se puede conseguir el vinilo alemán que hasta ahora se produce, nada mejor que el CD lanzado por el vigésimo aniversario o la versión 5.1 del 2003 (harina de otro costal). Sonarán mejor que los cassettes peruanos o americanos, pero definitivamente no serán lo mismo que una buena copia en vinilo siendo raspada por una fina aguja de buena calidad.




Lo que me parece verdaderamente terrible para la música en general es que las generaciones que nacieron entre 1980 y 1993, al igual que los Compact Discs, creen que éstos son los únicos buenos preservadores de la música, y desprecian a los cassettes -por su inevitable siseo- y a los vinilos -por su inevitable entrada de polvo entre sus surcos- y siguen escuchando información digital creyendo que es perfectamente nítida cuando en verdad estarán escuchando muestras de muestras de algún sonido. Lo que es peor aún, las compañías disqueras y los copiadores graban cassettes análogos con sonido digital, con lo cual están añadiendo siseo a un sonido de por si ya alterado de antemano. Puede sonar nítido, pero es engañoso porque los CDs tienen las frecuencias más altas y más bajas codificadas con mayor amplitud y dan la sensación de oir algo sin ruido. Por eso no me parece extraño que la juventud le dedique tanto tiempo a los sonidos sintetizados del techno y del dance. Tienen que escuchar algo que les es familiar y no se les puede culpar por su ignorancia. MTV, al crear su programa Unplugged, daba una oportunidad a la gente de oir un poco de música fresca y acústica sin necesidad de guitarras estruendosas, sintetizadores ni sonidos prefabricados; pero algunos artistas que participaron en ese programa grabaron digitalmente sus actuaciones para lanzarlas en CD, quitándole todo propósito al programa, que a la vez es difundido por una señal digital de cable (irónicamente uno de esos artistas fue Neil Young).

Por ejemplo, si un adolescente poseedor del CD Jagged Little Pill de Alanis Morisette (Maverick, 1995) escucha por primera vez en un tornamesa el Tapestry de Carole King (Ode, 1971) Escuchará ruido, distorsiones, poca nitidez y nada de fidelidad. Dirá que la aguja está sucia o que los vinilos no sirven para nada y preferirá adquirirlo en compacto para notar no una verdadera y total fidelidad, sino la fidelidad a la que su oído ha estado acostumbrado desde siempre. De hecho que se estará engañando a si mismo, o dejándose "engañar" por un codificador de bits.

 


También creo que los fabricantes de CDs quieren seguir haciendo creer a la gran masa compradora que sus productos son lo non plus ultra de la fidelidad. Cuando aparecieron los Compact Discs en 1983, su precio oscilaba entre 20 y 22 dólares (en Estados Unidos); bajando considerablemente con el paso del tiempo. Ahora, un CD de 16 dólares es considerado caro en Estados Unidos, pero se sigue dando un sobrecosto innecesario, amparado en la brillantez del disco. Es por eso que la industria discográfica ha crecido tan dramáticamente en los últimos años.

 


Los defensores de los CDs responderán a estas interrogantes con frases como: "para qué tanto problema si el oído humano no puede oír más de 20000 ciclos por segundo" o "los compradores no quieren escuchar el scratch de los vinilios ni el siseo de los cassettes". Yo alegaría a estas dos respuestas con estas frases: "El CD no puede pasar más de 19000 ciclos por segundo y se ha demostrado científicamente que el cerebro humano responde a ciertos estímulos auditivos hasta pasados los 20000 ciclos" y "los discos de vinilo y los cassettes tienen registradas las variaciones de frecuencia y de amplitud del sonido con sus vibraciones representadas en su superficie lo más fielmente posible, pudiendo llegar a capturar hasta frecuencias audibles solamente para los perros". Obviamente, a ellos no les importará.

 


De cualquier manera, ya desaparecido el vinilo, y el cassette reducido a una simple copia con tendencia a la extinción, los compradores de música tendremos que seguir adquiriendo Compact Discs y sus demás parientes binarios (MiniDiscs, DATs, DVDs) porque, lamentablemente, en el mercado no está difundido ningún sistema mejor para almacenar el audio. Entonces la pregunta que todos nos hacemos es: ¿cómo lograr que la música vuelva a sonar como antes, con todo el aire, los altos, los bajos, la frescura y vivacidad como en los buenos tiempos del LP? Lo que es cierto es que la grabación y mezcla "profesional" utilizando sistemas digitales es una total farsa a la fidelidad auditiva. La respuesta podría estar en un dramático incremento del número de bits para la codificación del sonido. Si he intentado demostrar que con 16, 20 o 32 bits la música no está siendo codificada correctamente, quizás con 64 bits y un mayor número de muestras por segundo el oído humano pueda sentir la música un poco más completa. Otra idea sería utilizar un sistema parecido al digital, solo que en vez de que el láser lea los ceros y unos codificados, detecte las crestas y valles de los surcos de un disco más grande, parecido al compacto, que gire más rápido y que el láser envie las vibraciones de los surcos directamente a un amplificador, de la misma forma que un vinilo. Con el láser leyendo los surcos, protegidos por una película de plástico al igual que los CDs, se evitaría el desgaste y la pérdida de la información análoga que ocurre con los LPs. Estos discos tendrían la ventaja de ser más grandes y se volvería a dedicar más tiempo al arte de las portadas, arte tan venido a menos desde la conquista del mercado por los Compact Discs.



En conclusión, los CDs no cumplen a cabalidad con la misión de ofrecer un sonido lo más fielmente parecido a la realidad, porque el oído humano ha podido detectar subconscientemente el juego del muestreo, el sonido falso que imita al verdadero.





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