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Wednesday, September 30, 2020




Nos acabamos de enterar del fallecimiento de Joaquín Lavado, "Quino", creador de Mafalda. Aquí una reseña del libro que compila todas las tiras cómicas dibujadas entre 1964 y 1973.

Descanse en paz Quino (1932-2020).







(Joaquín Lavado "Quino", Editorial Lumen, 1992)


Encuentro con Quino (13333944485)







Lo intrigante y horrendo de leer a Mafalda, la tira cómica más importante de Latinoamérica, es que la situación política del mundo no ha cambiado de estado; salvo de nombres o catalogaciones políticas. Ahora ya no es Vietnam, es Irak o Afganistán. La Unión Soviética no existe, se fué con el Muro de Berlín, pero occidente mira al Medio Oriente con desconfianza y el nuevo Krushev se llama Ahmadinejad
. De igual modo, con otros nombres, siguen existiendo luchas de clases, y los que alguna vez estuvieron en el lado izquierdo se pasaron al derecho, y viceversa. La misma chola con distinta pollera.


Mafalda duró aproximadamente una década, entre 1964 y 1973, lo cual para una tira cómica sindicada hoy en día es muy poco tiempo, casi nada. Pero su legado y crítica social fue tan profunda que creó una identidad latinoamericana que recién en los sesentas estaba empezando a ser propia y dejando de ser un reflejo del colonialismo que hasta ahora agobia a los latinos. Mafalda duró quince minutos, pero sus tiras se siguen leyendo y sus dibujos no han envejecido en absoluto: la razón de su existencia, la cual es una mirada irónica a las injusticias sociales, no ha envejecido tampoco. 



Si uno ve lo que Quino dibujaba a mediados de los sesenta encontraría una Buenos Aires atolondrada pero segura para que los niños puedan jugar en la calle. Mafalda es una niña entre 6 y 10 años que ve cosas que sus amigos no ven. Por alguna razón, se encuentra a la distancia y tiene una vista panorámica de la realidad argentina y mundial. Tiene el poder de cuestionar y criticar a la sociedad y al sistema económico, en el cual se encuentran su familia y amigos, y eso a su edad no es reprimible porque después de todo, es una niña y hablar no es una malcriadez condenable como la que podría hacer un periodista independiente. Pero vean cómo Quino fue tildado de comunista por la derecha latinoamericana y cómo en Cuba lo acusaron de ser un revisionista por criticar a Fidel y a la Revolución Cubana cuando Mafalda, en una famosa viñeta, lo tildó acertadamente de "cretino".



Mafalda además nos hizo ver que ser inteligente tiene un precio muy, muy caro. Nadie que desee conservar un trabajo, una carrera, una posición social o inclusive un matrimonio osaría cuestionar lo establecido de la misma forma que ella lo hizo en diez años y no esperar represalias. Nos ha pasado a todos en algún momento de nuestras vidas: expresamos nuestra propia opinión, y recibimos la rica represión. Mafalda, al estar a la distancia, no la recibía. Quino sí.


Hablando de distancia, en una de las tiras, Mafalda le pregunta a Felipe, su amigo de edificio, si se podría imaginar cómo sería la realidad si no existiera la distancia como concepto. Felipe imagina que todo estaría ahí mismo, sin posibilidad de separación por espacio o tiempo: Vietnam, Pelé, Cuba, el Kremlin, el Pentágono… y ¡plop! El dientudo se desmaya. Felipe hubiera sufrido de un surmenage terrible de haber vivido en esta, la era de la información rápida y constante. Los amigos de Mafalda fueron tomando mayor relevancia y llegaron a tener historias personales fuera de los ojos de la protagonista. Manolito y su pasión por el dinero y los negocios, Susanita y su visión machista ortodoxa, Libertad y su radicalismo político, Miguelito y su individualismo extremo… todos fueron desarrollándose en medio de juegos en el parque, música de los Beatles, y lo horrible que era ir a la escuela para luego ver televisión malísima. La inocencia de Mafalda y sus amigos ponía al desnudo lo absurdo de la realidad argentina: no el hecho de que exista, sino de la incapacidad de ésta por cambiar.


-Dios, qué asco de programa...
-Disculpa, es la costumbre.


La fuente de los conocimientos de Mafalda, que forjan su ojo clínico al mundo, definitivamente no fueron las conversaciones de sus padres, a los cuales ella quería pero consideraba mediocres. Al principio fueron los periódicos y la radio, y posteriormente la televisión. Mafalda llamó al conflicto árabe-israelí "Tom y Jerry", por lo repetitivo e inacabable. China comunista (ahora "República Popular: Una nación dos sistemas") le daba miedo principalmente porque mientras Argentina dormía, los chinos estaban trabajando. ¿Estados Unidos? El imperio Yanqui como que le daba pena, sabiendo lo mal que la estaban pasando en Vietnam y lidiando con los conflictos por los derechos civiles y la muerte de los hermanos Kennedy y la de Martin Luther King. Yo a los ocho años no opinaba de esa manera; es más, no leía los periódicos salvo para leer los comics o el suplemento "Jaimito" (del diario Correo). El único caso "registrado" de un niño que sabe todo y puede discutir de temas adultos es el de Jesús de Nazareth, cuando fue encontrado por sus padres conversando con los sabios del Templo. Mafalda es una niña normal, común y silvestre sin otro pasatiempo que el de vivir la niñez al máximo. Sin embargo, lo mal que el mundo anda le causa pena, al igual que a todos nosotros, tengamos la edad que tengamos.


Hace 50 años Mafalda hacía bailar la samba, la cueca, el vals y el joropo a toda Latinoamérica con su propio pañuelo. La era M está compilada en su totalidad en el gigantesco tomo Toda Mafalda, en donde vemos la evolución del personaje, que empezó como un niño, pero por motivos publicitarios de la marca Manfield, se convirtió en una niña rebelde con un nombre similar. Mafalda era esperada por muchos lectores de periódicos como El Mundo, al igual que miembros del poder político de la Argentina de los sesentas, los cuales rebuzcaban en sus viñetas alguna crítica hacia ellos. Varias tiras fueron censuradas por comentarios literalmente infantiles. De más está decir que hoy en día los caricaturistas la tienen fácil en países democráticos; salvo aquel danés que hace algunos años casi es asesinado por un extremista islámico por dibujar al profeta Mahoma. Quino pudo haber sido arrestado por su Mafalda y otros dibujos de no haberse exiliado en Milán, Italia, poco antes del golpe militar del 76 en Argentina. Dibujantes como él, críticos de aquellos que no aguantan pulgas y que intentan controlar todo, necesitan un espacio libre siempre.


El éxito de la tira fue inmediato y hasta literatos como Gabriel García Márquez y Umberto Eco alababan la creatividad y desfachatez de un personaje que tenía elementos de Snoopy y de Periquita, pero nada de Daniel el Travieso o The Family Circus. Mafalda es eterna, y de haber envejecido hoy tendría aproximadamente 55 años y sería la traductora profesional que, trabajando en las Naciones Unidas, lidia con la misma historia mundial que vió desenvolverse desde que ella nació. 

El mensaje de Mafalda es único y universal: No existe la libertad a medias; grande o chiquita.


1 comments:

Luis Guadalupe said...

Hola Javier. Primero que nada, ¡¡FELIZ 2010!! Que todo sea positivo para tí en el 2010.

Mafalda es un personaje que pasó la barrera del tiempo. Inolvidable y entrañable. Todos los personajes tuvieron su encanto. A mí me fascinaba Felipito, quien no alucinaba a esa edad con fantasías en la mente.

La mayor prueba de su vigencia, es hoy sigue en la preferencia de quienes ni habían nacido cuando surgió la tira cómica.

Un fuerte abrazo a la distancia.

LUCHO

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