
El medio escrito, publicar historias, cuentos, comentarios, artículos en forma periódica es una de las artes que más me apasionan, después de la música rock, claro está. Y uno de mis sueños es publicar una revista y trabajar en ella a tiempo completo. Un sueño que lograron tres personajes después de lanzarse al vacío, como diciendo, a ver qué pasa. Mencionaré cuatro personajes y sus tres revistas maestras, que aún se publican. Dos de ellas son disponibles en casi todo el mundo, la tercera, es netamente un producto local del país de donde vengo.
Piedra Rodante


Conejitas
Hugh M. Hefner publicó el primer número de la revista Playboy en 1953 y ni siquiera le puso "Número 1" pensando que esa sería la primera y última vez que alguien se atrevería a lanzar una revista de entretenimiento con chicas desnudas, incluyendo a la bomba sexy del momento, Marilyn Monroe. La revista creó no sólo un imperio del soft-core con fotos y videos de las mujeres más bellas del mundo, naturales o no, sino que se apeó a la revolución sexual de los cincuentas y sesentas, provocada por el boom económico americano y la invención de la píldora. La revista también defendió a las feministas mientras que éstas la atacaban despiadadamente cual toro en plaza embistiendo a los protestantes contra las corridas. Si antes las revistas eróticas eran de una calidad dudosa, Playboy elevó el nivel de calidad de las fotos, de los artículos y sobre todo, creó una marca. Su elegancia y actitud fue atacada por ambos lados del espectro: en uno, la ultraderecha de Reagan y su campaña moralista hizo que la revista deje de vender miles de ejemplares y sus clubes se cerraran a falta de clientela. En el otro, la pornografía en video y revistas mucho más atrevidas como Penthouse y Hustler hicieron que los lectores dej

Del mismo modo que Rolling Stone elevó el nivel de las publicaciones de rock and roll, Playboy lo hizo con el erotismo. Lo limpió y maquilló y le sacó brillo, dándonle valor agregado intelectual y económico. Playboy y sus lectores son hombres y mujeres de mundo, con un punto de vista crítico casi tan fuerte como el del staff de la Rolling Stone, pero capaces de comprar una botella de vino californiano por mil dólares y saber cómo disfrutarla. Ha ayudado a crear, con casi sesenta años de publicaciones, una serie de generaciones que aprecian las curvas de un Lamborghini Diablo del mismo modo que las de Pamela Anderson, la Playmate más exitosa de la historia de la revista. Aunque abatida por la Internet y la pornografía fácil, la revista ahora muestra toques de elegancia y se deja leer por completo.

Máscaras
Doris Gibson y Enrique Zileri, madre e hijo, fundaron en 1950 una publicación netamente elitista de contenido político muy directo, escogiendo el título copiándose de una viejísima revista argentina llamada "Caras y Caretas". Caretas apareció durante el régimen del General Manuel Odría (el presidente favorito de mi abuelo) y al militar no le gustó mucho la revista, así como tampoco a los otros dictadores que tuvo el Perú, incluyendo a Juan Velazco y a Alberto Fujimori. La tendencia de la revista es extraña: de fundación aristocrática, se supone que deberían de defender a la derecha elitista pero la critican con gusto, aunque el consejo editorial disfrute de las corridas de Toros y saben quién es la GCU de la comprimida alta sociedad limeña (la sección "Ellos y Ellas" podría parecer hasta ridícula en otras sociedades, pero dada la actual cobertura de la prensa por el chisme y las noticias escabrosas, pasaría desapercibida por los lectores que no viven en Lima o no tienen conocimiento de quién lleva las riendas de la economía y la política del Perú.

Tres revistas que hacen historia, como tratamos de hacerla aquí en CacaoRock, aunque más que nada contándola desde nuestro personalísimo punto de vista y tratando de decirles a todos los fanáticos del rock clásico de habla hispana e inglesa: join together.
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