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Thursday, October 1, 2009







Centerfield (Warner Brothers, 1985) JOHN FOGERTY












Mis dos primeros contactos con la música rock en inglés después de haber descubierto a los Beatles ocurrieron en 1985 con dos cassettes, uno hecho en Perú y otro hecho en Chile, de dos actos roqueros que dominaron las listas de éxitos a mediados de los ochenta, poco después de que Michael Jackson los haya hecho suyos. Era obvio que después de Thriller nada sería igual y los radioescuchas habían estado escuchando copias del sonido Jackson y esperando aquel nuevo Thriller que jamás llegó.







Yo tenía once años cuando ví por primera vez en el fenecido canal 27 UHF de Lima el video de John Fogerty, “The Old Man Down The Road” y esa fue la razón por la cual compré, excitado cual isótopo, el cassette de Centerfield, un álbum que lo escuché de arriba abajo hasta sacar pelusa a la cinta. Era aquel sonido rocanrolero, directo, con punche, al grano, que me había gustado desde pequeño y que me sigue acompañando hasta ahora, como piedra angular de mi vida. Aquel sonido que venía directamente de las canteras de los cuatro primeros discos de los Beatles, de los inicios de los Stones y de la gloriosa era de Chuck Berry antes de que lo metan preso. En esa época, yo solo sabía que Fogerty era un cantautor y guitarrista. No sabía de la existencia de su banda previa, Creedence Clearwater Revival, ni de la obsesión del músico por la perfección y el control total de su obra, sobrepasando al mismo Paul McCartney.







Pero con un disco como Centerfield, cuyo nombre y canción título se refieren a la magia de volver a jugar un partido de béisbol como “campo central” y la comparación con la vuelta a tocar buen rock and roll, uno no puede renegar de excesivo control teniendo a John Fogerty no solamente cantando y tocando su guitarra, sino todos los demás instrumentos, además de componer las nueve canciones. Es un trabajo literalmente en solitario, llegando a niveles insospechados de ermitañismo; pero el producto final no lo celebra en absoluto. En momentos, pareciera que Fogerty está tocando con la banda que él siempre soñó tener: él mismo tocando y arreglando todo, absolutamente todo.









El disco tiene dos niveles de entendimiento: el primero es un tributo al pasado no con amargura sino con una nostalgia agridulce. Es la búsqueda de la utopía del “algún día” que nunca llegó, pero aquella búsqueda está llena de una sana emoción. La fuerza de “Rock and Roll Girls” está basada en aquella sensación de ver a la chica perfecta en un bar sonreir mientras uno toma cerveza con sus amigos. Para 1985, el Rock and Roll estaba considerado muerto –o moribundo, no como ahora- y Fogerty le canta a Presley y Perkins copiando el estilo rockabilly en “Big Train (From Memphis)”, que es a mi parecer más que un tributo: es rock and roll original y válido. El nostálgico Fogerty, aquel que habla de espíritus en el pantano que vio en su niñez, cuenta en tres minutos la decepción que sufrió su generación en “I Saw It On TV.” Todo está ahí: La púdica televisión de los cincuenta, el golpe a la moral norteamericana con la muerte de Kennedy, la llegada de los Beatles, el hombre en la luna, Woodstock y Vietnam. Fogerty sabe que todo lo que vio en TV fue real, no una serie de ficción ni mucho menos un Reality Show, aunque de haberlo sido, el creador de aquel programa se hubiera llevado todos los Emmys posibles. Hay una línea que particularmente es interesante cuando narra aquel “fin del sueño”: “…but they chained my mind to an endless tomb/ When they took my only son from me.” Aquí Fogerty establece el vínculo entre lo que vió en la caja boba y lo que le sucedió como artista y co-protagonista de aquella revolución fracasada, con lo cual pasamos al segundo nivel del disco: un desahogo personal de Fogerty contra el responsable de sus penas financieras y legales: Saul Zaentz, fundador y hombre fuerte de Fantasy Records y del Zaentz Media Center en Berkeley, California, el cual usó el dinero ganado principalmente por las ventas de discos de CCR para financiar una destacada carrera de productor cinematográfico. Fogerty, al desbandar Creedence Clearwater Revival, cedió sus derechos de edición de canciones a Fantasy Records. Zaentz y su organización guardaron el dinero generado por las ventas de los discos de la banda y derechos de autor en uno de esos bancos del Caribe y éste se perdió cuando el banco se disolvió. Fogerty y la banda enjuiciaron a Zaentz y, aunque le ganaron, muy poco del dinero se pudo recuperar. Fogerty tenía mucha ira hacia Zaentz y hacia los malos manejos financieros de éste, y quizás se le fue la mano con “The Old Man Down The Road.” Zaentz enjuició a Fogerty posteriormente debido a un “autoplagiarismo” de éste con la dichosa canción, afirmando que ésta era muy similar a “Run Through The Jungle”, del álbum Cosmo’s Factory. Cualquiera que tenga dos dedos de frente hubiera notado que Zaentz lo hacía con malicia y con ganas de joderle la vida al músico. Por mi convicción y por el hecho de haber visto personalmente como una corporación puede sacarte el jugo y dejarte pegado bajo una mesa cual chicle globo, me solidarizo 100% con Fogerty.









Fogerty estaba echando bilis por los poros y estaba segurísimo que todo esto venía de Saentz y su entorno en una venganza personal por la lírica de la canción y por los ataques recibidos en la roquerísima “Mr. Greed” y la futurista “Zanz Kant Danz”, la cual tuvo que ser cambiada de nombre a “Vanz” después de otra demanda de Zaentz por insultar su nombre. Curiosamente, “I Saw It On TV” no fue mencionada en todo este embrollo de plagios, al ser muy parecida, especialmente hacia el final, a “Who’ll Stop The Rain” de CCR. Apenas Zaentz vendió Fantasy records al grupo Concord, los nuevos dueños le pagaron a Fogerty lo que Zaentz le debía y no solo eso, repichicatearon su carrera. Fogerty ahora suena quizás mejor que nunca.







Centerfield es un disco que suena avejentado en algunas partes y actual en otras. La batería electrónica ha pasado de moda y casi no se usa en ninguna grabación, pero Fogerty la usa con descaro en “Searchlight” (una secuela de “Born On The Bayou”, a mi parecer) y en “Zanz”. Lo actual y eterno está en su forma de tocar guitarra. Esos riffs de Fogerty son poderosos, llenos de gusto y amor por la vida, y el disco los presenta de principio a fin. Es un disco personalísimo de John Fogerty para un público que lo esperó por diez años y lo recibió gustoso.










En el caso de Dire Straits, la banda estaba por llegar a la cima máxima de popularidad posible. Al ser una banda completamente bajo control de su guitarrista y cantante Mark Knopfler, la producción de Brothers In Arms estuvo llena de cambios y modificaciones. Se grabó en Montserrat, Indias Occidentales, entre idas y venidas de la banda de la piscina y la playa al estudio de grabación. Varias veces tocaron con la crema bronceadora, ropa de baño y las toallas sobre los hombros, de ahí que el disco suena tan relajado. No me extraña que las canciones sean susurradas por la voz Dylanesca de Knopfler, hasta el punto de volverse canciones de cuna, como la canción título, que cierra el álbum después de una serie de canciones sobre la violencia en los seres humanos, desde la guerrilla en Nicaragua y el Salvador hasta el IRA en Irlanda. Al igual que Centerfield, es un álbum con dos niveles de entendimiento muy pero muy similares.







El disco fue el primer compacto en llegar a vender más de un millón de copias, y fue el primer CD que muchos escucharon por primera vez en su vida, al ser una de las naves insignia de la nueva tecnología digital junto al Dark Side Of The Moon de Pink Floyd y Graceland de Paul Simon. Se iniciaba la era del Horror al Ruido. Todo tenía que sonar limpio, pristino, puro.







Puro como la guitarra slide de “So Far Away”, que abre el disco de una manera soñolienta, pausada, casi Country. Si uno escucha la canción por primera vez, quizás piense que es un poco larga y que el disco no sea un álbum de Rock, pero “Money For Nothing” le hará cambiar de idea. No es sólo una gran canción rock, sino una de las mejores canciones de la historia. Un preludio con sintetizadores que va en crescendo hasta un éxtasis de guitarra con un riff pegajoso que se pasea por toda la canción y hace que ésta prescinda de un solo que probablemente arruinaría la magia, un Sting recién salido de The Police en los coros repitiendo incansablemente “I want my TV” (en base a la melodía de su “Don’t Stand So Close To Me”, lo cual le dio el crédito de co-autor) y Knopfler interpretando a un empleado de una tienda de electrodomésticos que critica, odia, detesta, aborrece el éxito fácil de algunos “músicos” que pululan en la TV. El disco compacto contiene la versión de ocho minutos del tema, así que conseguir el álbum en LP sería innecesario, ya que Money For Nothing es reducida a cinco minutos para que pueda entrar en el lado A del LP junto con las otras dos tijereteadas: “Your Latest Trick” y “Why Worry”, dos baladas que vuelven a colocar al disco en la categoría Soft Rock FM y preparan al oyente para el suave pero contestatario lado B, en donde Mark Knopfler tocará su guitarra acústica sin uña, con los dedos, como lo ha hecho siempre.












“Walk Of Life” estuvo a punto de no ser incluída en el disco. Después de haber llegado a la cima de casi todos los rankings imaginables, este hecho es algo escandaloso. Neil Dorfsman no la quería dentro, quizás por ser en verdad un tema country. Pero en verdad, la melodía del teclado, la guitarra rockabilly y sobre todo la letra acerca de las glorias del rock de los cincuenta y su influencia en los músicos de la clase obrera la hacen una canción imprescindible. Adorable.







Con “Walk of Life” y “Money For Nothing”, Knopfler comparte ideas similares con John Fogerty y sus “Big Train” y “I Saw It On TV”: nostalgia y amargura empaquetadas en rock elegante y gustoso; dos niveles de entendimiento en un mismo rock blanco, pero con sentimiento. La música habla por sí sola, y las millones de copias vendidas prueban que los dos artistas dieron en los dos clavos al mismo tiempo. Mientras Fogerty lidió con su perfeccionismo haciéndolo todo por sí solo, Knopfler y Dorfsman prefirieron incluír a diversos músicos profesionales de apoyo para lograr un producto mejor acabado. Terry Williams sólo toca la batería en la introducción de “Money For Nothing”, el resto del álbum es ejecutado por Omar Hakim, un baterista muchísimo mejor que Williams.

1985 en general fue un año bastante mediocre, pero estos dos discos son la excepción de la regla en lo que es la elefantiásica industria musical de occidente, regida con mano de hierro por los imperios de Londres y Los Angeles.





1 comments:

Luis Guadalupe said...

Hola Javier. Muy bueno tu post con dos discos muy representativos de ese año 1985.

"CENTERFIELD" es un album que destila rock and roll por todos los poros y en lo personal me encanta "Rock And Roll Girls". "Centerfield" es un estupendo tema, aunque acá las radios la quemaron con todo, pero era infaltable en cada fiesta.

En cuanto a "BROTHERS IN ARMS", has dado con el que considero uno de mis 3 albums favoritos de la década del 80. Completo de principio a fin. Me encantan todos los temas y en su versión larga y completa. El tema que me llega al alma es "Your Latest Trick", cuyo saxo te relaja al máximo.

Te felicito Javier, muy buen post. Y ahora le toca a usted devolver la visita, je je. La próxima semana postearé sobre el album de Brian May, "BACK TO THE LIGHT".

Un fuerte abrazo.

LUCHO

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