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Wednesday, April 18, 2012





El disco que en 1977 Carl Sagan envió al espacio.

Incluye "Johnny B. Goode" de Chuck Berry

(amén de otros éxitos).


Cosmos (Adrian Malone, David F. Oyster y Carl Sagan, 1980)





Cuando vi por primera vez la serie "Cosmos", allá por 1982 ó 1983 en la televisión peruana, no la vi por completo sino uno que otro episodio esporádico. La transmitía el canal 5 (Panamericana) a eso de las 12 del día los días sábados o domingos. Parecía que no querían que mucha gente viera el programa. Este tipo de programas hubiera ido al horario estelar, de haber sido yo un gerente televisivo. Sabiendo lo retrógrada y cucufata que es la sociedad peruana oficialmente, ahora entiendo por qué la serie fue relegada a horarios de baja sintonía.





Carl Sagan estuvo entre los hombres más inteligentes que jamás hayan pisado la tierra, y la cualidad más valiosa de su inteligencia era su capacidad de transmitir conocimientos de la manera más fácil. En medio de una educación primaria con profesores amordazados por estatutos cívico-militares y religiosos (que a la larga son la misma cosa), el hecho de que un científico aparezca en televisión y diga que la tierra tiene veinte mil millones de años de antigüedad y es un pedazo de roca formado por supernovas era una herejía, y aún lo es en algunos lugares donde, por ejemplo, resulta una blasfemia afirmar que los dinosaurios existieron, que el hombre desciende del mono o, qué espanto, que la religión fue inventada como forma de control de pueblos, asustando a la gente e inyectándoles culpa y temor.





Pero no, estamos hechos de estrellas.





Aunque la palabra Cosmos significa orden, antítesis del caos, la transmisión de la serie produjo en mí una revolución científica. Atrás quedó el miedo y surgió una inmensa curiosidad. Carl Sagan cuenta en 13 episodios (número trágico y de mala suerte) la odisea de la humanidad por tratar de salir de la oscuridad de la ignorancia. No sólo de la ignorancia creada por la religión católica, cristiana, musulmana, judía, etc. sino de la ignorancia creada por el horror al vacío, a lo desconocido, a lo extraño: Una batalla contra la conformidad. Cuando Cosmos se exhibió por primera vez en Estados Unidos, en 1980, éste país se encontraba en el punto más alto de la guerra fría. Ronald Reagan estaba por convertirse en un presidente conflictivo y obtuso, debido a una fuerte campaña por parte de la derecha norteamericana para hacerse del poder a cualquier costo y continuar su control militar y estratégico en Medio Oriente. Parecía impensable que una serie como Cosmos, emitida en un canal público como PBS, pudiera haber tenido tanto éxito.  Más vista que Downton Abbey. Tan compleja que los cabeza de corcho ni se preocuparon en censurarla.





Volviendo al número 13, aquella fatídica cifra, pareciera que Sagan nos estuviera dando una lección sobre lo absurda que puede ser la superstición. Pero no, el número primo tiene más connotaciones positivas que negativas y puede ser parte de nuestra forma, como civilización, para comunicarnos con otras posibles civilizaciones o formas de vida en el universo. Verán, Sagan vivía obsesionado con las comunicaciones con otras formas de vida en el espacio exterior -aunque nosotros como humanos somos incapaces de comunicarnos entre nosotros teniendo toda tecnología posible-. En 1977 la sonda Voyager salió rumbo al infinito llevando un disco de oro diseñado por Sagan y otros científicos. Incluía los sonidos de la tierra, ¡y a Chuck Berry!









En 1997 Jodie Foster protagonizó Contact, película basada en el libro de Sagan del mismo nombre, donde la humanidad recibía un mensaje basado en números primos que no era más que la señal de retorno de la primera transmisión satelital de la historia: Hitler inaugurando los juegos olímpicos de Berlín 1936. En base a esta inteligencia, primitiva pero certera, Sagan va con paso firme y cuidadoso explicando, sin ninguna ecuación matemática complicada, la historia del universo y de nosotros mismos, estableciendo paralelos asombrosos en temas como la evolución y los viajes de exploración. Para Sagan, un griego en el año 500 A.C.  tratando de determinar el tamaño de la tierra, un científico de la Ilustración resolviendo una ecuación trigonométrica y un ingeniero de la NASA trabajando en propulsión a chorro son la misma cosa: fruto de la pasión por el descubrimiento y la curiosidad científica.





Sagan tenía un coeficiente intelectual mucho más elevado que la mayoría de los mortales, y la prueba de esto radica en su preocupación por hacernos entender al universo, siempre con una humildad sobrecogedora. En ningún momento del show nos hace sentir minimizados por su sabiduría, más bien por la inmensidad del cosmos. Esta sinceridad fue quizás lo que hizo que mucha gente se pegue al televisor y hasta celebre, con bromas, sus explicaciones sobre lo grandes que pueden llegar a ser los números: miles y miles de millones de granos de arena, átomos, estrellas, galaxias... los conteos llegan a abrumar en algún momento, pero Sagan sabe mantener el rumbo del programa colocándose junto a nosotros en un vehículo interestelar llamado “nave de la imaginación”, en donde las distancias más grandes se recorren en un simple corte de edición. Ante él, ante nosotros, tenemos quasares, pulsares, nubes de gas creando estrellas... todo acompañado por una música bella a cargo de Vangelis, amo y señor de la New Age.





Sagan era muy escéptico, y aunque muchos le hayan criticado la ausencia de religión en su programa, él sabía que el cosmos puede ser interpretado como a uno le venga en gana. Caray, si hasta se ha matado por diferencias teológicas, lo último que él hubiera querido era que algún loco le meta un tiro. Lo que Sagan siempre rechazó fue la vehemencia con la cual algunas religiones establecían fechas certeras sobre el origen del mundo: “porque la Biblia lo dice” es una frase que precede, hasta ahora, eventos muy, muy trágicos. Trágicos como la destrucción de la biblioteca de Alejandría,  donde se perdió prácticamente casi todo el conocimiento científico del antiguo mundo, y el linchamiento de su bibliotecaria Hypatia el año 415. Obviamente, después de una tragedia así, el fanático religioso puede jurarnos por las santas escrituras que la tierra sólo tiene cinco mil años, pero igual llenará el tanque de gasolina de su camioneta cuatro por cuatro con combustible fosilizado de millones de años, proveniente de tumbas de dinosaurios en el medio oriente.





Y hablando de dinosaurios, ellos también están aquí, como parte del Cosmos. Un cometa acabó con ellos y sólo los mamíferos más pequeños, capaces de regular la temperatura de su cuerpo, sobrevivieron. Somos descendientes directos de aquellas criaturas parecidas a las ratas que pelearon por un pedazo de tierra o por un charco de agua. ¡Qué bacán! Sagan sabe que la ignorancia es el peor enemigo de la humanidad, y en 1980 lo sabía más claramente que nunca.





Cosmos es una serie de primer nivel. Debe ser vista por todos. Hay muy pocas series de TV que me han interesado tanto como ésta. Y es una verdadera pena que ya no se vean series como ésta. El mundo está lleno de Sagans, Einsteins, Newtons, Hawkins y otros genios pero, mala suerte, no tienen exposición en los medios actuales. Nadie quiere saber qué más estará pasando en el sistema solar, o en la luna para tal caso. Ni siquiera quieren saber si el planeta se está contaminando más o si hemos pasado el “punto de no retorno”. No, quieren saber quién ha sido eliminado en el concurso de baile de la noche anterior. Pero no es para deprimirse: vean Cosmos y sean mejores hijos del universo.



La serie está disponible en DVD. Estamos esperando su lanzamiento en BluRay y claro, está en YouTube por todos lados.







2 comments:

Sergio said...

Tuve la suerte de ver TODA la serie en ORDEN. En Ciudad de México. Eran los 80's, la mejor era para ser joven.
Está entre las 3 o 4 cosas MÁS GRANDES que me han pasado.
Carl Sagan comenzó a ser uno de mis héroes personales, y con los años se ha incrementado el sentimiento.
Otras de las cosas más relevantes que me pasaron es que conocí el Budismo, que es una RELIGIÓN QUE NO REQUIERE DE NINGÚN TIPO DE DEIDAD PARA EXPLICAR LA EXISTENCIA Y RIQUEZA DE LAS DIMENSIONES Y LOS UNIVERSOS. Pero esto yo ya lo sabía (o más bien lo intuía) en los 80´s, con un hombre que nos invitaba a viajar en el COSMOS, sin soltarnos nunca de la mano (para no caer en los volcanes de Io, luna de Júpiter). Y ahora de adulto me asalta cada vez más frecuentemente la profundidad abismal del subtítulo de la serie:
"COSMOS, Un viaje personal."

Sergio said...

Tuve la suerte de ver TODA la serie en ORDEN. En Ciudad de México. Eran los 80's, la mejor era para ser joven.
Está entre las 3 o 4 cosas MÁS GRANDES que me han pasado.
Carl Sagan comenzó a ser uno de mis héroes personales, y con los años se ha incrementado el sentimiento.
Otras de las cosas más relevantes que me pasaron es que conocí el Budismo, que es una RELIGIÓN QUE NO REQUIERE DE NINGÚN TIPO DE DEIDAD PARA EXPLICAR LA EXISTENCIA Y RIQUEZA DE LAS DIMENSIONES Y LOS UNIVERSOS. Pero esto yo ya lo sabía (o más bien lo intuía) en los 80´s, con un hombre que nos invitaba a viajar en el COSMOS, sin soltarnos nunca de la mano (para no caer en los volcanes de Io, luna de Júpiter). Y ahora de adulto me asalta cada vez más frecuentemente la profundidad abismal del subtítulo de la serie:
"COSMOS, Un viaje personal."

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