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Friday, February 28, 2014






Ludmir con Cecil B. DeMille, uno de los pioneros del Cine. Pepe Ludmir (Lima, 1932 - Los Angeles, 1995) pudo haber sido el cinéfilo peruano que más cerca llegó a codearse con las estrellas de Hollywood, aquel paraíso productor de fantasías llamadas películas.




Esta semana, a raíz de los premios Oscar, me vino a la memoria las veces que él narraba la ceremonia en diferido, una semana después de que los premios se hayan entregado y que la fiebre ya se había pasado. Los cinéfilos estaban furiosos con Pepe y con Panamericana, la cadena de TV peruana que adquirió los derechos hasta 1995, por no transmitir la entrega de premios en vivo.





Yo también le dí con palo, sin escribir ninguna carta a ningún medio, pero sí me pareció egoísta que él sí podía asistir a la ceremonia, tomarse el tiempo de traducirla, encontrarle significado a algunos chistes localistas Hollywoodenses (que abundan y hasta aburren), y luego entregar su video al Canal 5 para que lo propale el siguiente Domingo, con todo cuajo, diciendo: "Listo. Ahora sí el Perú puede ver el Oscar versión Ludmir."




Con Jane Fonda, a mediados de los setentas. Nótese el retrato del presidente izquierdista chileno Salvador AllendeAlgunos para evitar verle la cara y oir su voz una semana después, aguando la fiesta, trataban de conseguir la señal vía cable, sin mucha suerte porque las dos compañías de cable bloqueaban la señal de ABC debido a los derechos adquiridos y los fanáticos del cine, furiosos, le mentaban la madre al Telecable, a Telefónica del Perú y porsupuesto, a Ludmir quien era el amo y señor de la televisión dedicada al cine.





Ludmir terminaba sus transmisiones en diferido con una frase amistosa a los televidentes: "'¡nos vemos en el cine!," que para mí en los ochentas y noventas sonaba más como "¡el próximo año les hago la misma, conchesumadre!"




Panamericana y Ludmir terminaron su relación contractual en 1995 y Pepe se fue con sus videos y cachibaches a Frecuencia 2 (ahora Frecuencia Latina) y resultó que este canal ya tenía planeado transmitir la ceremonia en vivo mientras Pepe iría traduciendo al instante, sin edición, la sarta de chistes de Billy Crystal o Whoopy Goldberg. Pepe falleció de un infarto poco antes de la ceremonia de 1996. Su hijo Bruce lo reemplazó pero no pudo contener, al final, sus lágrimas y lloró por su padre.



Nosotros, en ese momento, también.



No sólo por Pepe sino porque la ceremonia fue muy pobre y mediocre:  "Braveheart" de Mel Gibson se llevó el premio mayor y hasta ahora se considera una de las mayores injusticias en la historia de los premios. De pronto nos dimos cuenta de que sin Ludmir, el encanto de ver una ceremonia en diferido traducida con amor al séptimo arte se había esfumado.




Por tanto Ludmir logró callarnos la boca desde el más allá. Muerto él, se murió la magia de la ceremonia que se veía en Perú a través de Panamericana televisión, a cinco mil millas del Dorothy Chandler Pavillion y ya pasada una semana. Ludmir, nos guste o no el retraso y el disfuerzo, le ponía un entusiasmo y una pasión tan intensa a cada emisión, entrevista y comentario que pareciera que ese era su fuerte, su vocación: codearse con Hollywood y poder contarnos acerca de las películas y demás aventuras que ocurrían en la ex plantación de Naranjas al Norte de Los Angeles. En resumen: una ceremonia en diferido es mejor que en vivo... por último, las sorpresas en los Oscares van en continua disminución.




Durante sus años en Panamericana, lo que Ludmir debió haber hecho fue haber transmitido en vivo la ceremonia con él comentando, no traduciendo, y luego repetir una semana después con una traducción coherente, correcciones y ediciones necesarias del caso. Debió haber tenido un programa de una hora o dos a la semana dedicada al cine de la misma forma que el fenecido Roger Ebert lo tenía en ABC. Debió habernos contado más sobre qué cintas ver y qué cintas no ver (aunque jamás lo vi criticar negativamente a un filme, ojo). Sabíamos que su película favorita era "Ladrones de bicicletas" de Vittorio de Sica (o sea, le gustaban dramas bien dramones) y que tenía una debilidad psico-erótico-sexual por Sofía Loren (quién no). 




El Oscar tiene mucho de Ludmir. Él se jactaba de haber sido uno de los primeros periodistas en asistir a la ceremonia cuando ésta sólo se transmitía por radio (imagínense, ¡nadie podía criticar los vestuarios de la alfombra roja!) y el primer periodista latinoamericano en cubrir el evento. Su influencia, muchas veces criticada y renegada, se puede sentir en cineastas como Luis Llosa, quien se fue a Hollywood y consiguió calatear a Sly Stallone con Sharon Stone en "El Especialista", en Bruno Pinasco, quien se vacila duro yendo a Los Angeles a perseguir a Jennifer Lopez, y hasta en críticos más severos como Alberto Servat y Federico De Cárdenas. ¿Pepe Ludmir inspirando a Francisco Lombardi a convertirse en cineasta? ¿Por qué no? Como periodista de Espectáculos Pepe Ludmir se notaba que esperaba más de los artistas peruanos, pero no de los hollywoodenses porque para él la meca del cine era el non plus ultra. Adoraba al cine pero nunca se involucró directamente en éste. Ludmir prefería estar junto a los espectadores y estoy seguro que de cuando en cuando, durante la proyección de alguna película, él se volteaba a mirar a los espectadores, al ser él vínculo, nexo entre la película y los simples mortales.



Creo que esta fue su última entrevista antes de morir:








Sunday, October 14, 2012

Ver la película Woodstock 25 años después de haberla visto por
primera vez por televisión es aún más impresionante que aquella noche de sábado
en 1987, frente a la caja boba con la señal abierta del canal 27 UHF. Considerando todo lo que
significó el festival para el Rock, en lo positivo y negativo, sólo queda
afirmar que fue un hito inmenso. Un hito que cambió mi vida y de seguro la tuya. Adoro el festival y los artistas que allí se presentaron. También adoro a la audiencia, y la película hace que el público se deje querer.

 


Uno se puede percatar
que los asistentes son tan o más interesantes que los artistas que tocaron en
dicho festival. Menos mal que los productores de la película decidieron no
darnos simplemente una película con canciones en vivo, sino todo el paquete:
Mientras John B. Sebastian canta sobre los sueños frustrados de la generación
anterior, una pareja de “hippies” quizás de menos de 17 años cuentan a la cámara
cómo se fugaron de casa, viven en una comuna, y cómo entienden el amor libre.
Ella lo ama a él, él a ella, pero tienen la libertad de juntarse con quien
quieran. Apuesto a que ni él ni ella se atrevieron a ponerse los cuernos. Ambos
sienten fascinación, miedo, curiosidad y sobre todo, al final, una gran
alegría, o alivio, de que algo grande está pasando frente a ellos.



Eso grande incluía a gente como Johnny Winter:
 






Johnny Winter no apareció en la versión original del film Woodstock. Aquí su performance de "Mean Town Blues", que está en el DVD extra de la edición extendida de la película.






Creo que fue el evento masivo, con
resultados positivos, más trascendental del mundo en el siglo XX. Dudo que haya
otro igual en donde todo salga mal pero igual las cosas contin
úen funcionando
bien porque exista un objetivo más importante que cumplir. Recordemos que los
organizadores originales de Woodstock hicieron dos versiones más, en 1994 y el
2004,  pero fueron horribles: una
carísima, la otra más cara todavía, lo que provocó desmanes y hasta muertos.
No, en Bethel, New York, en aquel Agosto de 1969, había un paraíso en una zona de
desastre, parafraseando a Wavy Gravy. Las dos únicas muertes fueron
accidentales: una sobredosis de heroína y un asistente atropellado por un
tractor. La gente regresó contenta a sus casas, después de haber presenciado un desfile de estrellas hasta ahora inigualable, pero sin hacer caso a John B.
Sebastian quien les dijo que por favor recojan su basura a la salida.


Justo ahora, cuatro décadas después,
vemos que el festival tenía un mensaje mucho más profundo que Paz y Amor y Haz el
Amor y no la Guerra. Los chicos que fueron al festival demostraron que estaban
hechos de estrellas, y que no temían preguntarse cosas como ¿“vale la pena
cruzar el Pacífico para matar gente que no nos ha hecho daño”? o “¿Qué clase de
religión es aquella que, por un lado, te dice que no hay que matar pero cuando
vas a matar con un uniforme y una bandera está bien?”



No en vano se ha
vilipendiado a los hippies por tantos años... pero ese es otro tema porque hay
hippies y “hippies”. Y yo personalmente he gozado a los dos grupos: un grupo tiene ideas claras, con las
cuales puedes estar de acuerdo o no, pero viven en base a ellas. Algo casi
imposible incluso en estos tiempos. Creen en el reciclaje, en políticas
medioambientales, y sobre todo escuchan y participan en un intercambio de
ideas. Trabajan y pagan impuestos, preguntándole al gobierno a dónde carajos va
a parar cada dólar que le dan. El otro grupo sólo busca vivir gratis a costa de
los demás, ya sea de sus impuestos o del sillón de la sala. En caso de una
situación que les convenga, son capaces de cambiar de ideas rapidísimo: si en
1969 pedían detener la polución de las petroleras, ahora preguntan si el
calentamiento global no es un cuento inventado por los comunistas. Si en 1980 tocaban guitarra protestando contra la elección de Ronald Reagan, el 2012 votarán por Mitt Romney porque así es la vida. En menos de cinco minutos nos podemos dar cuenta a qué grupo pertenece una persona de la nación
Woodstock que acabamos de conocer.





Agosto de 1969 fue un momento clave, también: jamás
habían habido tantos jóvenes en Estados Unidos. Cinco años antes, esa millonada adolescente vio a los Beatles en el programa de Ed Sullivan y sus radios transistorizados le dieron sentido, rumbo, a sus vidas. Eran los hijos de los que
regresaron de la Segunda Guerra Mundial. Eran aquellos que no querían otra
guerra de esas (aunque sus hijos y nietos posteriormente hayan muerto en Irak y
Afganistán). Eran aquellos que perdieron la inocencia de un mundo nuevo y una
nueva frontera cuando Kennedy murió abaleado y la guerra de Vietnam se desató
producto de una mentira. Fueron aquellos que empezaron a preguntarse: "¿Dónde quedó aquel sueño de posguerra que nos prometieron en el 45?" Ellos fueron el caldo de cultivo perfecto para una revolución cultural, que pudo haber dado para más. La película muestra ambas caras de una moneda al aire: una generación vieja, aburrida, retrógrada y obsoleta que no comprende nada nuevo, y una juventud verdaderamente rebelde dispuesta a hacer saber al mundo que la guerra es muerte, y la música es vida. Un mes antes el hombre había llegado a la luna, y en Woodstock 400,000 asistentes volaron -ayudados o no con sustancias alucinógenas- con música maravillosa como la de Santana, Janis Joplin, Jefferson Airplane, Ten Years After, Canned Heat, The Who. Un mar de gente se enfrentó a la intemperie y, aunque muchas veces se haya tildado a los hippies de ateos, éstos rezaron a un poder superior para que la lluvia escampe.




Por más que se le intente comparar eventos como Coachella, Burning Man o Lollapalooza, Woodstock fue una anomalía única e irrepetible: la película que se hizo sobre el festival lo demuestra con un encanto e inocencia sorprendentes. Jamás
tuvo un escenario artistas de tan alta calidad y en un momento tan importante.
Bob Dylan no estuvo, pero la locación del festival tuvo algo de homenaje al
judío errante. Nixon sería re-elegido presidente poco después, y la nación
Woodstock demostró que una elección limpia elige presidentes limpios para un país limpio (aunque el festival dejara basura como para pasársela recogiendo hasta ahora). No siempre habrán líderes limpios, es verdad,
pero al menos el espíritu de deseo de un mundo justo no debe perderse.






Thursday, August 16, 2012




I had the pleasure to work with the movie's writer and director, Mr. Kedar Korde, subtitling this DVD for the Spanish Market.






X's & O's is a puzzling comedy, and I don't mean it in a bad way, on the contrary, it needs to be seen to be believed. Mr. Korde has made a romantic comedy set up in the real world, in which the camera could be anyone of us looking at our own environment.

But the movies also a local view of how much it sucks to date in San Francisco, California, considered one of the worst cities for dating and commitment in the U.S.

Yeah, it's not that easy to get "action" in a town where everybody wants everything as soon as possible, and at the slightest mistake you get dumped for good. "You're not what I want" is the phrase most people tell their partners before a break-up or the end of a one-night stand. Later, they complain they're lonely and there's not too much to choose from. Well, you'll see exactly that in this movie.

This one is a romantic comedy with a twist in which the people we root for might not be the role models for a normal, healthy behavior. The main character is a lovesick scientist named Simon who has a crush on a beautiful but mean girl (so mean she's capable of telling him she wouldn't give birth to a baby because she's not the maternal type, but she spends most of the time mating like a rabbit with every man except Simon.) She treats him like a bathroom mop, and he seems to like it, because he keeps trying and trying. Eventually, he believes, she will fall for him.

There's of course a girl who's really cool and likes him a lot. A very interesting Latina girl named Trese who sees in him a potential match in the same sea of deception that's called the San Francisco Nightlife. She's angry at the world but notices in Simon a beacon of hope. Trese has a roommate too and she kinda, kinda, has feelings for her (come on, it's San Francisco, what do you expect!) The development of the story puts us in a crash course to a potential lame end (the good guy gets the cool girl and the mean girl learns her lesson) but the involvement of Simon's best friend, a player named Lorenzo, avoids an end that would make the movie forgettable or in the same bunch of lame stories like "The Notebook" or "P.S. I Love You." To tell you exactly what Lorenzo does or says to Trese and Simon and his group of friends would be to spoil the story. His involvement and his actions caused by his past -a breakup with a beautiful girl who dumped him for a Born-Again Christian leader- is essentially the "McGuffin" of the plot. Without Lorenzo, the movie wouldn't have had any movement.

It seems that men and women have to protect each other of potential damage, in a society that's already paranoid of itself. For men, the friends they think are their real friends are just fake ones trying to harm us and women will just deceive us, so men might as well go on for the ride and see what might come out. Simon finds satisfaction being rejected, Lorenzo finds it thinking about commitment while sleeping with one bartender after another every weekend -not even thanking them for the fun and not even... ehem, tipping!

For me, the most interesting character is Simon's friend Jimmy, an Asian kid who's trying to be a gangster (or at least a fake one) and prove his friends he has his woman under his thumb, but a simple twist of fate regarding a barbecue meat theft will make him realize things are very, very fragile in his life. The tables will turn for him as well, but Korde uses his story as a counterpoint to see what might lie ahead if Simon gets lucky with Jane.

Pain happens for a reason in this symphony of deception, but will it conclude on a major, happy note? This movie can be a great date movie for couples who aren't afraid of their own emotions and have nothing to hide. You won't find the kind of comedy you see in "Wedding Crashers" or "Forgetting Sarah Marshall."

You might find yourself amused and feeling close to the characters, way more than X's and O's in an endless game. The movie is available on Netflix for streaming.

Tuesday, August 5, 2008


From the Weekly In Utah This Week, 7/17/2008.

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