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Sunday, July 5, 2020





Tutto Carrà (Sony Music, 1999)











Raffaella Carrà es la mujer perfecta de la música popular europea. Es imposible pensar en otra, al menos para mi que la conozco desde que estoy en este mundo. Mi abuelo italiano la adoraba y tenía uno que otro cassette de ella. Quizás los LPs desaparecieron gracias a la mano negra de mi abuela porque, en verdad, la artista es despampanante y una portada bastaba para derretir a cualquier hombre. Mi abuelo sabía, al igual que yo lo sé ahora, que Raffaella Carrà es la cantante más atractiva y talentosa que ha habido. Una fuente de entretenimiento de esas que sólo se dan una vez en la vida, y es tan única que es imposible compararla con alguna otra cantante contemporánea, sea de Italia, Francia, España o Latinoamérica.



Curiosamente los gays adoran a la Carrà, y digo curiosamente porque ella tiene un sex appeal para el hombre heterosexual mucho más intenso. Quizás fueron las actuaciones con bailarines masculinos netamente queer o las letras feministas de doble sentido que escandalizaron a la homofóbica dictadura militar de Argentina, pero la verdad es que Raffaella conectó con la comunidad gay enclosetada y le dio una cierta identidad. La feminidad de Carrà es intensa, agresiva y muy viva, y eso siempre representó un desafío para el status quo masculino. Esta mujer es una diosa de esas que pasan por la vida muy raras veces... y ahora que me pongo a pensar, es probable que ella sea una de las primeras que cantó a grito pelado, y en varios idiomas, el clamor de liberación sexual de la mujer occidental. No se me viene a la mente otra cantante, por el momento.



Tal como David Bowie, Raffaella Carrà tiene una tendencia a cambiar, a mutar en el escenario y a asimilar diferentes personalidades cual Zelig. Puede ser una santa en una sesión fotográfica y en un show de TV convertirse en una dominatrix capaz de romperte el corazón y dejar una deuda de 3,000 euros en nuestra tarjeta de crédito. A veces es la chica más bella de la escuela y luego de uno o dos temas es una extraterrestre. Quien esté casado con Raffaella Carrá, es el hombre más afortunado del Mediterráneo.



Como decía, Carrà representa a la perfección a la mujer artista Europea de los sesentas y setentas, evolucionando de la inocencia pre-hippie hacia el hastío post-moderno de la plástica década del ochenta. En Italia no tuvo el éxito esperado y tuvo que emigrar a España, donde grabó discos en la lengua de Cervantes con un acento goloso, elegante y perturbador. Ella era la chica con la que todos querían salir a bailar. Y ella quería bailar con todos. Tenía una canción llamada "Pedro" en donde describía un caso muy común de turismo sexual: la típica extranjera (casada) que en un viaje a la Argentina se "levanta" un guía turístico mucho menor que ella y éste le hace ver "todo menos Santa Fé". "Pedro" no está en la colección Tutto Carrà, pero la pinta de cuerpo entero; o al menos la fantasía que tenemos de ella.


“Felicità”, otro ejemplo frívolo, no tiene un ápice de melancolía ni amargura. Es fiesta, pachanga, jarana, orgía, alcohol, individualismo, Rock and Roll en 2/2. Todo eso juntado en tres o cuatro minutos a toda velocidad. El funk melódico –ácido jazzídico– del “Drin Drin” puede recordarnos a Donna Summer y a Giorgio Moroder, aunque sea producido por el novio de la Carrà de aquel entonces. Es de 1979, año del fin de la música Disco como tal.


Pero la Carrà también tiene su fuerte en la balada y puede llegar a desgarrarse por un amor no correspondido: “Io Non Vivo Senza Te” asombra por la intensidad con que Raffaella llora por la leche derramada. Mi pregunta es, ¿alguien en este mundo es capaz de romper con la mujer más completa de Italia? Imposible. Ella es una mujer intensa, que ama la vida y la aprovecha a cada instante y en todo aspecto; siendo prueba de ello el dinamismo de “Forte Forte Forte,” su single más logrado.




Italia le debe mucho a ella y el mundo aún no la ha descubierto del todo. Los que pasamos los treinta la recordamos, la vivimos, y deseamos ver y oir más de ella. Yo personalmente la prefiero cantando en Italiano y con ese inglés forzado y chillón como en "She's Looking Good." Después de verle las piernas, decimos indeed.



Gerardo manuel






Por lo menos tres generaciones de peruanos que escuchamos música le debemos algo, o mucho, a Gerardo Manuel, una persona que dedicó toda su vida adulta a promover, interpretar, o administrar música, con una predilección por artistas peruanos. Su muerte el cuatro de julio, día de la independencia de los Estados Unidos, es una especie de “corolario” ya que de dicho país proviene el rock and roll, la música que más le apasionaba.



La carrera de Gerardo empieza a temprana edad como integrante de los Shains y luego de los Doltons, para luego pasar por Pepper Smelter, Gerardo Manuel y el Humo, y Pax. Como solista interpretaba temas de rock populares adaptados al español, y la verdad que le quedaban bastante bien. Fue directivo de El Virrey y de la tienda de discos La Discoteca, donde alguna vez lo vi atender tras el mostrador. Pero nunca me atreví a hablar con él porque le tenía algo de miedo, ya que era una persona muy famosa y, bueno, intimidante por eso.



Pero su mayor éxito fue el programa de TV Disco Club, el sueño dorado de cualquier fanático de la música que busca difundirla: una hora, de lunes a viernes, en la que mostraba videos y conciertos de los artistas del momento. Desde 1978 y pasando por varios canales de TV, Disco Club creó un movimiento musical en el Perú gracias a que se transmitía a todo el territorio nacional a través del canal estatal. Gerardo Manuel presentaba artistas británicos, estadounidenses, canadienses y peruanos, manteniendo distancias con artistas, según él prefabricados, provenientes de las procesadoras de carne humana de México y Argentina (jamás lo vi promocionando a una banda azteca o gaucha). Él prefería darle voz a talento peruano que merecía llegar a la mayor cantidad de juventud posible. Al hacerlo, Gerardo también estaba dándole al rock peruano una identidad propia, algo muy difícil debido a que en general era una copia del rock argentino, que a la vez era una copia del rock anglosajón, que a la vez le robaba la música a los negros de forma descarada.



La partida de Gerardo, víctima del mal de Parkinson, deja huérfana a una gran cantidad de amantes del rock, para bien o para mal. Gerardo nos dijo qué escuchar y qué no. Nos hizo oír las campanas de libertad y tambores de guerra que traían las guitarras eléctricas y las baterías de fuera, contribuyendo a que se repliquen en el Perú.


Sunday, February 2, 2020



















Imagínese que usted es músico de jazz, bajista, y es considerado actualmente entre los mejores diez ejecutantes del mundo. Algunos incluso creen que usted es Dios encarnado en el instrumento. La crítica lo adora y el público se rinde ante usted en cada presentación. Usted es un hombre relativamente joven.














Un día, usted recibe una llamada telefónica de un amigo, el baterista Omar Hakim, informándole que la banda de jazz-fusión a la que recién el baterista se ha unido está necesitando un nuevo bajista, ya que el anterior ha tenido que dejarla. Hakim le dice que Joe Zawinful, tecladista y líder de la banda, lo invita para unirse a ella. La banda es Weather Report, el bajista saliente es Jaco Pastorius.




En resumen: imagínese que usted es el extraordinario bajista Marcus Miller. ¿Qué haría ante una propuesta así? Simplemente declinarla. Por esa banda acaba de pasar uno de los músicos más virtuosos y creativos de la era moderna, y cualquier cosa que Miller llegara a tocar en la banda será evaluada con lo que Pastorius dejó: un continuo y poético discurso de bajo eléctrico que embelleció todo lo que Weather Report grabó entre 1976 y 1981, sus años de mayor popularidad.




Miller se negó a que los oídos del público lo comparen con Pastorius de forma tan directa -aunque su influencia se puede sentir en lo que toca-, y al final Victor Bailey ocupó el puesto de Jaco en Weather Report. Imagino el horror de Marcus al ir pensando en lo que sería tener que asumir un puesto tan elevado, tan lleno de expectativas.




Aunque la historia de Miller puede que no sea cierta (no se sabe por qué declinó la propuesta en realidad), lo cierto es que Jaco Pastorius no era un muchacho "normal". Sufría de depresión bipolar y durante sus estados de depresión su creatividad surgía, como si lo forzara a hacer algo más grande que la suma de sus dedos e instrumento. De haber tenido una mente estable, quizás hubiera sido un baterista mediocre y se hubiera rendido apenas se fracturó la muñeca jugando al fútbol americano. Pero no, al recuperarse se encontró con el bajo eléctrico como fiel compañero y no lo dejaría nunca.



Experimentó con efectos, cuerdas de diversos materiales, grasas, posiciones y volúmenes. El sonido de su bajo, alterado, hacía recordar trompetas y violines. Encajaba perfectamente con cualquier baterista: a más virtuoso, mejor. Pareciera que se metía en la cabeza de los músicos y predecía sus siguientes movimientos. Si uno mira sus videos puede darse cuenta que sus ojos están como idos, mirando a la nada (quizás a la muerte). Pareciera que no le es difícil crear toda esa erupción sónica y que no necesita de concentración alguna. Un dominio imbatible del ritmo. Es algo más que talento: algo con lo que se nace. Lamentablemente, ese algo tenía un precio altísimo. Ese "algo" lo pudo haber llevado a su inesperado final. Ese "algo" se puede notar si uno mira directamente a los ojos de un genio.



Jaco colaboró con muchos músicos y cada disco en el que participaba se convertía en un objeto de admiración. Sin embargo, a más fama y dinero, mayores eran sus crisis psicológicas. No somos expertos, pero era obvio que el alcohol y las drogas convirtieron su depresión bipolar en una bomba de tiempo que fue detonada por la tremenda fama y arrogancia que absorbió. Como genio insuperable en composición, arreglos e interpretación, Pastorius creía que estaba por encima de los demás músicos. Su espiral hacia la muerte empezó en 1982, al caer de un balcón en Italia y fracturarse el brazo y el hombro izquierdo tan severamente que tuvo que colocársele una clavija de acero para que se recupere. La gran cantidad de medicamentos para el dolor, combinados con el alcohol y las drogas, aceleraron su deterioro mental. Buscaba pelea y las peleas lo buscaban a él. Murió el 21 de setiembre de 1987 producto de una hemorragia cerebral como consecuencia de una paliza propinada por un portero gorilón en el Midnight Bottle Club de Wilton Manors, Florida, diez días antes. Pastorius llegó al club buscando pelea y encontró la muerte; aunque quizás había estado buscando esta última por un buen rato.



El mundo se quedó sin poder ver a Pastorious poder hacer esto:














Al escuchar ese bajo magistral, el cual muestra sus mejores momentos en los CDs de la colección Punk Jazz, uno no deja de preguntarse: ¿Cómo lo hizo? ¿Qué fuerza interna influenciaba ese sonido? ¿Era el funk, Bootsy Collins? ¿Stanley Clarke? ¿Dave Holland? ¿Es la depresión bipolar capaz de crear seres con un talento tan grande? Pero esas preguntas son muy similares a las que los astrónomos se hacen al mirar por el telescopio Hubble. O la que nos hacemos todos acerca de la muerte: ¿Qué hay más allá? ¿Estará Jaco más tranquilo, descansando? La respuesta es una y es tan grande como el vacío que dejó Jaco con su partida. Lo que sí sabemos en verdad es que hay gente con muchísimo talento incapaz de controlarlo. Le pasó a Vincent Van Gogh, a Jim Belushi, a Kurt Cobain, a Jimi Hendrix, a Amy Winehouse y hasta a Philip Seymour Hoffman. Pareciera que el talento extremo va de la mano con la autodestrucción, pero en fin; otra pregunta a la lista.















Little Beaver: "I Can Dig It". Pastorious al bajo.



Punk Jazz no es más que una introducción, una muy buena, al mundo del virtuosismo romántico de Jaco Pastorius. Encontraremos a muchos de sus amigos ahí: Little Beaver, Joni Mitchell, John McLaughlin, Pat Metheny, Flora Purim, Airto Moreira, Hubert Laws y Toots Thielemans. Todos tocando música maravillosa, llena de vida, prisa y fascinación. Música de la época en que Pastorius vagaba por el mundo y no había tiempo para nada, porque la muerte venía rápido.

Wednesday, October 23, 2019

El 10 de abril del 2010 tuve el gusto de conversar con Javier Lishner, un periodista y DJ peruano, como yo, que vive, igual que yo, en el área de la bahía de San Francisco. La entrevista está en su página web, donde podrán encontrar fotos y videos interesantísimos. ¡Gracias Javier!



La entrevista en verdad fue más larga de lo que Javier publicó en su página web y supongo que, de haber transcrito toda la entrevista, Javier se hubiera quedado sin megabytes en su blog.



http://javierlishner.blogspot.com/2010/04/javier-moreno-pollarolo-cacaorock-la.html





Escuchen aquí algunas partes de la entrevista las cuales no fueron transcritas. Incluí algunas canciones "chocheritas" entre los comentarios.



https://www.youtube.com/watch?v=vzlNYCD-Oto



Las canciones:






¡Espero les guste!

Saturday, September 14, 2019







(IEMPSA, 2004)

Esta se la debía al maestro Rendo desde hace bastante tiempo. A decir verdad, desde enero del 2004, fecha en la cual lo entrevisté para esta página.

El 2004 la casa disquera IEMPSA consiguió lanzar un CD doble de solo 8 pistas (cuatro por disco) en donde se presenta el punto más alto de la carrera de Rulli Rendo, compositor y arreglista peruano con una trayectoria de más de cuarenta años.

Tener el disco doble representa para muchos peruanos un salto radical al pasado, a aquella época del gobierno militar del general Velasco que es derrocado en 1975 por el general Morales Bermúdez (ex alumno del colegio jesuita La Inmaculada, a mucha honra) y el toque de queda es decretado para evitar revoltosos (Sendero Luminoso estaba a cinco años de distancia, todavía.) Como no se podía salir a la calle entre las 10 de la noche y las seis de la mañana sin ser acribillado con balas o preguntas de soldados con el gatillo sensible, Alejandro "Bolo" Parodi, director gerente de la disquera peruana "El Virrey," le dio la idea a Rulli de juntar canciones bailables en una larga, muy larga sesión bailable que se denominó "Toque." Habían toques de todo tipo: el tropical, el antillano, el colombiano, el flamenco, el criollo y el más destacado: el de la nueva ola. Quizás porque Rendo creció musicalmente absorbiendo el estilo del pop en español de los años sesenta, y lo supo acelerar, decorar y colocar en sistemas de audio análogos de manera brillante. el sonido proveniente de aquellos vinilos del sello Polydor, manufacturados por El Virrey, daba a entender que hubo un tiempo en que la industria discográfica peruana era fuerte, saludable y buena proveedora de dividendos. Antes de la crisis económica, antes de la piratería avanzada, antes de la debacle. Ni siquiera las curvas de las modelos en las portadas de los discos de Rendo podían preveer lo que se venía, porque la música de la Orquesta y Coros de Rulli Rendo es música festiva, alegre, bailable y ese es su cometido. Buscarle un lado patriótico o nostálgico incrustado en su estructura semántica sería pedirle peras al olmo. Rendo es ante todo un músico que vive de la música y sus Toques no son enunciados políticos ni de protesta, sino reventones de fin de semana que, cosa curiosa, no han perdido su encanto así hayan estado sepultados en el olvido por muchos años. Rendo desapareció del inconsciente colectivo peruano aproximadamente a mediados de los ochenta cuando la crisis económica afectó a la industria discográfica nacional.

El paquete incluye 8 toques de larga duración. Sus toques cubrían una cara de un disco de vinilo (o un lado del cassette) Así que con ocho temas llenamos dos CDs completamente bailables. Todos los temas se van de juerga, con excepción de los Boleros Cabareteros que cierran el primer disco, el único punto bajo de la colección: nunca fuimos hinchas de los sintetizadores en los boleros (o de las guitarras eléctricas en temas de los Panchos, por así decirlo,) y es aquí donde Rendo comete el único traspié del compilatorio. El resto es pachanga setentera a más no poder. ¿Reunión de la promo 79 del cole? Ésta es la colección a residir en el equipo estereofónico. Un tremendo baño de nostalgia digno de páginas web como Arkiv
Peru ( http://www.arkivperu.com/ )

CD 1: VUELVE EL TOQUE SABROSO (colombiano), EL TOQUE DE RULLI (Nueva Ola), TOQUE TEANDO (Tropical), BOLEROS CABARETEROS.

CD 2: EL TOQUE ES UN GOLAZO (Antillano), RUMBA RENDO (Flamenco), EL TOQUE CRIOLLO, DE TOQUE A TOQUE (Tropical)

Discos de Rulli Rendo disponibles en Amazon.com y en PeruCd.com


Tuesday, September 3, 2019












Probablemente Remedy sea el álbum del año 1999, probablemente el de la década del 90.




La verdad no pensaba que iba a terminar seleccionando para el escogido del mes de Octubre de 1999 un disco debut tan reciente para esta página cuyos temas principales son el rock clásico, el jazz y la música pasada de moda; ni tampoco que iba a estar quemándole fuegos artificiales a un grupo que recién aparece y es de música bailable; pero es urgente que todos los amantes de la buena música le presten atención a este fenómeno de la música moderna llamado Basement Jaxx.




Basement Jaxx es la respuesta inglesa a toda la arremetida francesa de música electrónica, conducida por Daft Punk, Cassius y Air. La estocada de BJ a París es mortal porque aparenta no importar qué rumbo musical se decida a orillas del Sena, lo suyo es Londinense y gusta por su originalidad al fusionar la electrónica y los murmullos jamaiquinos e indo-occidentales. Si creían que Daft Punk era insuperable para volar altoparlantes, pues se equivocaron. La revista Rolling Stone los llama a los BJ "la banda más hot de 1999" y los describe así: "imaginen Daft Punk con alma, y luego quítensela". En serio, Basement Jaxx es un dúo de miedo.




Este es un proyecto reciente, cuyos integrantes -DJs, por supuesto- habían estado sacando uno que otro EP y colaborando para demás grupos de la corriente electrónica bailable francesa. A decir verdad, el disco es tan bueno que dudo que los dos sujetos tengan el descaro de lanzar otro disco -al menos con el mismo nombre de grupo- y superar la calidad de éste. Que conste que con lo que estoy diciendo aludo a que pudo ser un golpe de suerte, también.






Remedy cumple una función y es la de hacer mover el esqueleto, principalmente. Es muy difícil el estarse quieto escuchando las canciones que cargan este disco y lo más probable es que, de tener un correcto marketing y difusión en las discotecas, sea éste el CD clave para todos los DJs el año 2000.





El álbum está lleno de secretos y novedades para romper caderas en la pista de baile y la conceptualidad de él podría estar en una sucesión de surcos electrónicos con mucho sentimiento para calmar la enfermedad de la insensibilidad actual de los parroquianos. Arranca con "Rendez-Vu", un tema con un simpático acompañamiento rítmico de una guitarra acústica y con voces masculinas de doo-wop rampantes sobre entretenidas líneas de bajo y batería. Vamos con "Jump N' Shout", un homenaje al reggae-disco que afiebró las pistas de baile hace algunos años (Dr. Alban, Yellowman, etc.) y en donde un vocalista llamado Slarta John hace literalmente lo que le da la gana durante la canción mentada. A destacar "Same Old Show", el punto límite entre el trance, el dance y el rap sampleando gemidos de película porno mientras un coro de voces masculinas, sampleadas de Selecter y su "On My Radio", lamentan espectar el mismo, viejo show de siempre. Adorable. 





Pero el mejor tema del álbum es "Red Alert", consistente en un riff de bajo sintetizado pegajosísimo acompañado de una excelente voz femenina de color llamada Blue James.





Remedy es mucho más que la suma de sus partes. Es una agradable sorpresa ante tanta música mediocre que ha estado inundando el mercado y que ha hecho que muchos oyentes se aburran y se lancen a hurgar el pasado y otros géneros; como es el caso de Buena Vista Social Club.





La advertencia está hecha. Si quieren pasar una buena fiesta de año nuevo, no importa en dónde reciban el siglo en el cual morirán, adquieran este disco inmediatamente en la tienda de su preferencia.




Javier Moreno, agosto de 1999.







Saturday, February 9, 2019







Meet The Beatles, el LP "Frankenstein" con el que los Beatles llegaron a los EE.UU. en 1964.


La leyenda cuenta que hace 55 años Estados Unidos vio por televisión un evento juvenil tan grande y potente que ningún crimen hecho por delincuentes adolescentes ocurrió durante la hora en que se llevó a cabo aquella noche del domingo 9 de febrero de 1964. Esto obviamente es una leyenda y quizás no haya sido del todo cierta, pero siempre da gusto contarla.



Dicho evento fue, por supuesto, la presentación de los Beatles en el show de Ed Sullivan, una especie de “Trampolín a la Fama” dominical en el que el Sr. Sullivan, desde el Estudio 50 de CBS en la ciudad de Nueva York, lanzaba al estrellato inmediato a cualquier artista que él considere talentoso y digno de merecerlo. Y es que Lennon lo dijo después: “Estados Unidos nos creó”. Pienso que Lennon exageraba, la banda ya estaba bien formada y ya había dejado varios singles y dos LPs perfectos de rock and roll en su país de origen. Lo que hizo el show de Sullivan fue causar un terremoto en la forma cómo la música popular se creaba y se difundía. El impacto fue inmediato y el estallido similar al del Big Bang. El lunes 10 de febrero de 1964 miles de chicos y chicas querían ser como, o estar más cerca a, los Beatles, aquel cuarteto que la noche anterior había tocado un puñado de temas promocionando básicamente su primer LP en EE.UU., Meet The Beatles, un “Frankenstein” de su segundo LP inglés With The Beatles con algunos de sus temas “demasiado negritos” retirados y reemplazados por lo que Capitol consideraba “rock para blancos”. Los Beatles jamás gustaron de ver sus discos macheteados y alterados por ingenieros de sonido estadounidenses que, ojo, aunque sabían lo que hacían para vender “chicharrones” a la juventud yanqui, no entendían del todo lo que sus colegas “limers” estaban haciendo en los estudios EMI de Londres.



Los Beatles aparecieron al inicio del show y apenas Paul soltó su “close your eyes... and I’ll kiss you...” de “All My Loving” no hubo marcha atrás. Luego de “Till There Was You” y “She Loves You”, Estados Unidos había entrado en shock. Pocos recuerdan los otros artistas que compartieron el escenario durante ese show, pero cabe rescatar al imitador Frank Gorshin (quien luego sería “El Acertijo” en la serie Batman de 1966) y la cantante Georgia Brown junto al elenco de Oliver! El entretenimiento tradicional estaba por ser guillotinado, pero tampoco era para desesperarse.



Los Beatles regresan media hora después al escenario del Sr. Sullivan e interpretan “I Saw Her Standing There” y “I Want To Hold Your Hand”. Temas compuestos y arreglados por ellos mismos: músicos ingleses que componían, ejecutaban y cantaban su propia música además de interpretar temas de otros artistas Estadounidenses que también hacían lo mismo, como Little Richard, Chuck Berry y Carl Perkins. La denominada “Invasión Británica” no solo trajo a EE.UU. artistas y temas ingleses, sino también un cambio rotundo en la forma de componer y comercializar temas. Hasta las orquestas “fresa” como las de James Last, Paul Muriat o Ray Conniff se volcaron a interpretar temas de los Beatles. Los jóvenes no dejaban de hablar de ellos. Las chicas se jalaban las mechas ellas mismas y unas a otras en actos de histeria colectiva que ya hubiera querido provocar cualquier líder político - he visto metrajes de noticias de chicas arias volviéndose locas ante Hitler en la Alemania Nazi y jóvenes “progre” aplaudiendo a rabiar cualquier ataque verbal a EE.UU. por parte de Fidel Castro, pero jamás lo que los Beatles causaron con su música y presencia.


Los Beatles en el programa de Sullivan aceleraron también la historia del rock de por sí. Todo empezó a rodar más rápido. Los detractores de los Beatles buscaban sonidos ingleses más estridentes: Kinks, Who, Rolling Stones. Los admiradores buscaban actos similares: Peter & Gordon, Chad & Jeremy, Gerry & The Pacemakers. En esa búsqueda desenfrenada salimos ganando todos. Tres años después, los Beatles grababan Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Seis años después, John Lennon nos pegaba un grito desesperado con su Plastic Ono Band y George Harrison sacaba un LP triple cargado de espiritualidad con toda la música que Lennon y McCartney le impidieron sacar, All Things Must Pass




Aquella noche de febrero de 1964 un adolescente de El Cerrito, California llamado John Fogerty, quien con su hermano Tom formarían la excelente banda Creedence Clearwater Revival, vio a los Beatles y recordó el momento en uno de sus temas como solista, "I Saw It on TV":



Nos reunimos para oír el sonido que salía de la pantalla chica,

La tristeza había pasado, los viejos reían, y todas las chicas gritaban. Porque cuatro chicos de Inglaterra nos llevaron de la mano. Era momento de reír, momento de cantar, momento de formar una banda.



Así de importante fue esa noche.

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