Vangelis (1943-2022)
es uno de mis artistas más queridos. Durante 1992 fue quien me acompañó
durante aquel periodo difícil, violento y contradictorio en la Lima atacada por
Sendero Luminoso y bajo control de Fujimori. Después del monstruoso coche bomba al canal de TV Frecuencia Latina, pude sobrellevar el pavor y tristeza con el cassette L'Apocalypse Des Animaux,
banda sonora de un documental sobre la vida silvestre que el músico griego había creado en 1973.
Como tétrica
coincidencia, la cortina musical del noticiero de dicho canal, 90 segundos, era la obertura de “Curious
Electric”, colaboración del griego con Jon Anderson, vocalista de Yes. Un
camión bomba estalló frente a la estación de TV hacia el final de la edición nocturna
del noticiero.
Aunque yo ya sabía
quién era Vangelis y de qué se trataba su música (él es y seguirá siendo
eternamente el rey de la New Age),
1992 fue el año en el que me interesé más por su música, comprando mucha de su música en cassette. Habrá sido la
situación del Perú, mi adolescencia, o el simple hecho que el rock para mí se
estaba estancando y dejando una estela que se acababa de apagar en 1989.
Vangelis
sabía lo que verdaderamente significaba una melodía: sabía cómo funcionaba no
solo en teoría sino en nuestros propios cerebros. Entendió que la música era la
ruta a lugares que el ser humano no había encontrado aún: espacios exteriores e
interiores que nos son aún misteriosos y confusos.
Como Cristóbal Colón,
protagonista de la película 1492:
Conquest of Paradise, el griego propuso rutas
nunca exploradas a través de su música; El mundo, especialmente durante los
setentas y ochentas, las fue tomando gracias al cine y la televisión. Al mismo
tiempo que la música de Vangelis entraba en nuestro subconsciente, nos hacía
ver que el universo era más grande de lo que creíamos. Y no solo en el aspecto
astrofísico: Vangelis dio al mundo una voz: la banda sonora de la exploración y
el asombro ante descubrimientos. Al musicalizar 1492, logró aplicar algo de humanidad a una historia, ya de por sí
archi-conocida y convertida en “canon”. Con la película Chariots of Fire logró un Oscar y un buen puesto en Billboard. Y su
trabajo en Blade Runner nos llevó a
un mundo distópico –habitado por un policía curtido contra la culpa de matar
robots muy parecidos a los humanos– que no se parecía tanto a la realidad en ese momento.
La música de Vangelis
no diferencia presente, pasado o futuro. Puede enviarnos a China 5,000 años
atrás y a la vez ubicarnos en las regiones externas del Sistema Solar, en una
nave interestelar que ya hubiera querido tener Fritz Zwicky para sus estudios
de materia oscura. También se puede viajar en el espacio y el tiempo con dos de
sus contemporáneos de la electrónica y la New Age, el francés Jean-Michel Jarre
y el japonés Kitaro, pero Vangelis le supo dar a su música aquel lado terrenal
y orgánico necesario para poder conectar “lo por conocer” con “lo ya conocido”
de nuestras vidas. Vangelis incluso se asoció con Jon Anderson, vocalista de Yes,
para darle lírica a su música y vaya que le funcionó a inicios de los ochentas
con tres álbumes de lujo.
Su amplia obra de
seis décadas empieza en el rock y avanza por lo denominado progressive con su trío Aphrodite's Child a fines de los sesentas,
para establecerse a inicios de los setentas como un genial creador de bandas
sonoras para cine y TV en Francia. Sus álbumes siempre otorgan algo nuevo:
curiosidad, un leit-motif al cual
aferrarse, una sensación de comodidad antes desconocida, y también un desafío
al instinto explorador del ser humano. Las bandas sonoras que creó para tantos
documentales y películas son álbumes conceptuales que muestran, en general, la
lucha interna del ser humano por ser algo mejor y mayor que la suma de sus células.
Es muy probable que Vangelis haya creado la conexión más firme entre el hombre
y lo divino, lo que hay más allá de nuestro conocimiento –por más avanzado que
sea.
Evángelos Odysséas
Papathanassío ha muerto el pasado 17 de mayo del 2022 pero su obra recién se
expande hacia la profundidad del Cosmos y hacia nuestra propia y limitada
existencia. Descansará en paz, pero su música tiene una misión: salvar a la
Tierra y a la humanidad. Las bandas sonoras de Chariots of Fire y Blade
Runner son archi-conocidas y premiadas bandas sonoras que sonarán bastante
durante los últimos días de mayo. Pero celebremos el legado del griego con
discos como 666 de Aphrodite's Child,
Short Stories de Jon & Vangelis, L'Apocalypse Des Animaux, Heaven and Hell, Earth, China, La Fête Sauvage, Ignacio, Antarctica, Mask y Albedo 0.39.
El gran comediante peruano Ricky Tosso ha muerto. Reseñas de su vida hay por muchas partes, pero aquí solo hay una declaración de tremenda pena por su partida y, a la vez, de gran admiración por un estilo de comedia característicamente peruano.
De más está decir que fue el personaje que más me hizo reir en la TV en los ochentas con su programa “Detectilocos”, del cual ya he hablado antes en este blog y en Arkiv. Me da pena no haber tenido la oportunidad de interactuar con él, ni de haberle dicho lo mucho que lo admiraba... pero bueno, será para la próxima.
El legado de Tosso se siente en el humor televisivo peruano hasta ahora. Era muy bueno contando chistes, imitando cantantes, pero sobre todo, en Detectilocos, era mejor siendo él mismo, y al parecer nos dimos cuenta todos a través de la TV y del teatro que era un gran, gran tipo.
En 1999, cuando empezamos con esta página Web que degeneró en blog y luego en radio por Internet, tuvimos a Chris Squire, bajista y fundador de Yes, y a su Fish Out Of Water como primer álbum a comentar descaradamente como uno de los mejores discos de la historia del rock. Chris ha muerto ayer víctima de una terapia contra una leucemia aguda que mejor hubiera sido dejada en paz, puesto que Chris ya estaba viejo y obviamente no estaba listo para un tratamiento tan fuerte. Mucha gente que conocemos y queremos ha muerto por estos tratamientos asesinos. Esta vez, Squire encontró la muerte en Arizona, Estados Unidos, lejos de cualquier masa de agua considerable. El pez murió fuera del agua, efectivamente.
Queremos celebrar su vida y música recordando aquel comentario que hicimos hace ya bastante tiempo y ver lo mal que escribíamos y lo mucho que hemos mejorado. Recordamos que, una vez en Facebook, le preguntamos a Squire el motivo por el cual decidió sacar este disco y nos respondió que en ese entonces todos los miembros de Yes estaban sacando álbumes solistas como decisión unánime de la banda. El de Squire parecía ser, a simple escucha, el más logrado. Y lo era.
Este es el primer y hasta ahora único álbum solista de aquel monstruo del bajo. Disco que muy bien podría ser considerado uno más de Yes pero sin la voz de Jon Anderson (que ni falta hace) ya que Chris desempeña un buen ejercicio de sus cuerdas vocales a la vez que controla todas las cuerdas, gruesas y finas, en cinco tremendas canciones, muy contundentes.
Debido a su signo zodiacal Piscis y a su afinidad por pasar horas en el agua, A Chris le decían Fish y él ya había usado el sobrenombre en el disco Fragile (Atlantic, 1972) en un tema suyo, "The Fish (Schindleria Praematurus)," compuesto solo de bajos tocando uno sobre otro. En 1975 Chris, tomándose un sabático de Yes, decide grabar un álbum personal sobre su infancia y las cosas que lo apasionan: El número 7 ("Lucky Seven"), la música sacra ("Hold Out Your Hand") y la experimentación sónica ("Safe" y la perfecta "Silently Falling".) Squire quería contar una historia sin tanto aspaviento como Anderson pero sí con mucho órgano de iglesia y gusto por el jazz.
Lo acompañan Patrick Moraz en los teclados, Bill Bruford en la batería y su ex compañero del grupo Syn Andrew Pryce Jackman en el piano y las orquestaciones. Al ser un LP totalmente suyo, Squire se exorcisa de la influencia de Anderson, Wakeman, Howe y Eddy Offord para hacer un disco como solo él quería que fuera, y le fue muy bien. La crítica y los Yes-Fans lo adoraron. "Hold Out Your Hand" es un tema formidable que confirma quién era el creativo de Yes; ya que los primeros discos solistas de Anderson, si bien escuchables, no demostraron tamaño nivel de genialidad. "Silently Falling" contiene once minutos del más puro rock progresivo, con los mejores exponentes del momento, acompañando al bajista más desarrollado de los setentas en el mundo del rock.
Fish Out of Water es un disco sobresaliente del rock progresivo con canciones largas, fugas a estilos barrocos, paisajes musicales relajantes continuando los temas desarrollados en Fragile y Close To The Edge y el sello inconfundible de Atlantic Records coronando el centro del vinilo. Estén también pendientes de la nueva versión a ya a la venta, incluyendo un DVD extra.
Gustavo Cerati, ex guitarrista y vocalista de Soda Stereo, ha muerto el 4 de septiembre del 2014, después de más de cuatro años en coma, estado en que entró debido a un accidente cerebro-vascular luego de un concierto en Caracas, Venezuela. Teníamos la idea de que en cualquier momento iba a salir de coma, pero no lo hizo. Ha sido un extraño y prolongado preparativo para una muerte que no ha causado sorpresa sino más bien una profunda pena.
Súbitamente, las frases:
“Despierta, Gustavo”,
“Aguante Cerati”, y
“No te mueras”;
fueron reemplazadas por:
“Es como si se hubiera muerto tu profesor de guitarra”.
“Gracias totales”, y
“Hasta siempre”.
Un verdadero vanguardista de la música popular eléctrica urbana argentina nos ha dejado. Un guitarrista rítmico formidable que definió la segunda mitad de la década de los ochentas en Latinoamérica con una banda muy, muy buena. Y quien escribe tuvo la suerte de ser testigo, periférico, de aquella definición, o revolución, del rock latino.
Soda me encontró en séptimo grado (o primer grado de secundaria) en 1986. Yo era un adolescente melómano que acababa de comprarse un cassette hecho en Perú del álbum debut del trío, Soda Stereo. Comprar discos de vinilo era para huachafos (mmm… como ahora), y los cassettes eran lo mejor para escuchar, transportar y mantener. Claro, eran otros tiempos. Ser músico y para colmo todo maquillado con los pelos parados era sinónimo de: a. maricón, b. comunista, c. demoníaco, d. masón, e. drogadicto, f. todas las anteriores. El Perú estaba empezando a virar hacia el desastre económico-social y la música de Soda Stereo se convertiría en la banda sonora de aquella época para nosotros los peruanos, solo que Gustavo Cerati, Zeta y Charly Alberti aún no lo sabían.
Para 1986, el álbum debut y homónimo de Soda Stereo tenía dos años de antigüedad, y ya en 1985 había salido el segundo, un puñado de canciones vanguardistas de primer nivel llamado Nada Personal. 1987 y su ardiente e inolvidable verano se iniciaban con el tercer disco de la banda, el hasta ahora insuperable Signos (probablemente el mejor álbum de la historia del rock latino), que vio la luz en noviembre de 1986. Por tanto, quien escribe descubrió a Soda Stereo con tres cassettes cargados de canciones, una mejor que la otra. Para mí fue como si Soda Stereo hubiera sacado un álbum triple con deslumbrantes estadios evolutivos. Así fue Soda Stereo aquel verano de 1987 conmigo, en pleno proceso de desarrollo hormonal, y descubriendo a golpes el juego de la vida.
Gustavo Cerati no me convirtió ni en pelucón, ni en drogadicto, ni en comunista, ni en diabólico ni en gay, pero sí me dio una idea: que la música debía serlo todo en esta vida, porque la vida en sí es música quiera uno o no. Caray, hay tribus en el África Subsahariana cuyas lenguas no incluyen la palabra “música” porque no se puede entender una cosa tan desarraigado a la existencia misma que tenga que ser definida por una palabra. Y cosa curiosa, a Gustavo Cerati le encantaba jugar con la fonética de las palabras, mas no con su semántica. Exploraba qué cosa sonaba mejor en sus cuerdas vocales como en su guitarra Jackson. Sabía que si bien la gente recuerda las letras de las canciones exitosas, tiende a olvidarse de sus significados. ¿Cuántas canciones de amor hay en el mundo? ¿Cuánto odio hay en éste?
Así que en el verano de 1987 Soda explotó en Viña del Mar como hacía 23 años los Beatles lo hicieron en Nueva York en el show de Ed Sullivan. La banda nos tomó de la mano y nos mostró el futuro, pero al principio no lo entendimos del todo.
Si mal no recuerdo vi las dos noches de Soda Stereo en la TV que tenían los padres de unas amigas mías en su casa de playa en Boca del Río, departamento de Tacna, frontera de Perú con Chile. La señal de TV venía del Sur, de Chile, y no era muy fuerte, así que había que mover el tremendo poste de la antena y tener un boost prendido para captar lo más posible. Mis amigas adoraban a Cerati. Una de ellas, a sus 16 ó 17, incluso dijo que deseaba que Cerati sea el padre de sus hijos (Cerati no lo fue, fue un mortal cualquiera).
Yo, de 13 años, de pronto me di cuenta que la guitarra de Cerati era mucho más que un símbolo fálico para calentar mujeres adolescentes: era la base de una forma de vida basada en la aventura y en el misterio; tres elementos que tienen como fin eliminar las penas y descubrir el universo.
Los tres primeros discos de Soda son una exploración del misterio de la frustración humana, vendida de forma masiva como canciones pop juveniles de tres a cinco minutos de duración. Bueno, tenía que venderse de alguna forma. Aún con letras que sonaban bonito, las canciones de Soda Stereo, con sus acordes complejos y ritmos sincopados, efectos etéreos y temática mística, hablaban de un incontenible deseo de belleza, truncado por la trivialidad de la sociedad moderna. Empezaron cantando esta frustración de forma directa: “¿Por qué no puedo ser del jet-set?”, “Te hacen falta vitaminas”, “Sobredosis de TV”. Pareciera que Cerati contaba la historia de un chico antisocial y hostigado en la escuela que estaba poco a poco descubriendo el mundo al salir a la calle y al tener encuentros sexuales furtivos (“Un misil en mi placard”). Aquel chico madura y entabla una relación (“Cuando pase el temblor”) que se torna tempestuosa (“El rito”, “Persiana americana”) y eventualmente terminará o se volverá eterna (“En camino”). Todo esto con la prioridad fonética en la lírica. Maravilloso.
Aquella noche del 11 de febrero de 1987 estábamos todos viendo el futuro por televisión. Sabíamos que nada sería igual, y en el caso del Perú, Soda Stereo fue la banda que abrió mentes y puertas y creó un boom de rock peruano. Aquí no hay vuelta que darle: todos queríamos ser como Soda Stereo. Y el repertorio de aquellos tres primeros discos, clásicos indiscutidos del rock en español, fue la piedra angular de dicho boom. Incluso durante el velorio y el entierro de Cerati, la gente cantaba “Juego de Seducción” y “Cuando Pase el Temblor”, ambos temas del Nada Personal. En 1987 todos cantábamos aquellas mismas canciones que nos traían las radios Panamericana, 1160, Studio 92 (en Lima) y Power (en Tacna). Todos sabíamos que Soda era lo mejor que nos había pasado.
La idea de Soda Stereo como banda desconectada del contexto social latinoamericano fue duramente criticada por facciones políticas de izquierda. Si los conciertos de la banda llenaban coliseos y estadios cual evento Nazi (o cual show de Queen para tal caso), los recitales de protesta izquierdista no lograban esa euforia colectiva, ni esa atracción sexual que Soda lograba en la juventud.
Salvo una vaga sugerencia en “Dietético”, Gustavo Cerati nunca cantó sobre política o injusticia social; pareciera que no era su fuerte (ese era el de Prisioneros, de Chile, otra banda que aprovechó la ola Soda). Cerati no tenía planeado hacerse problemas con temas mundanos y fue acusado de egoísta y soberbio, incluso de alienado. Pero esas acusaciones no tenían fundamento; es más, no sabían cómo definir el arte de una banda tan única que ha generado tanto excelente música como abundantes imitadores, todos nosotros, que no los hemos podido alcanzar. Es como intentar definir el amor, o el alma de una persona. Cerati sabía que se estaba metiendo en camisa de once varas si intentaba definir o explicar lo que cantaba. No, nosotros teníamos que resolver ese rompecabezas. Gustavo jugó con nosotros y vaya que nos divertimos.
Así de grande fue Soda Stereo, e igual de grande es la tristeza ante la partida de su cantante y guitarrista Gustavo Cerati.
Gracias totales.
Los dejo con Cerati hablando sobre cómo hizo bailar a un par de anteojudas.
Detalle de la portada del Almoraima (Philips, 1976)
Paco de Lucía ha muerto en Cancún, México, y Twitter se sacudió con una ola de “QEPDs” y “RIPs”. Las malas noticias viajan muy rápido.
Tuve el gusto de ver a Paco de Lucía en dos ocasiones: una en la UCLA allá por el 2001 y otra en el 2012 en Oakland, en donde tocó maravillosamente. Pero fue en el 2001 donde en verdad este guitarrista me sacó de cuadro presentándome lo que era flamenco vivo o la evolución natural de la música. Su música embrujadora transportaba a lugares remotos pero familiares. Nos encontramos en Andalucía, específicamente en el puerto de Cádiz, donde el flamenco hace vibrar a todo el sur de España y recibe toda la influencia del Norte de África y de la música gitana del Este de Europa. Paco de Lucía exploró sonidos con un oído casi detectivesco y siempre afincado en lo que era el sufrimiento auténtico por la vida.
Recuerdo que Paco de Lucia iba a regresar en el 2002 a la UCLA pero el gobierno de los EE.UU. le negó la visa de entrada. Imagino que habrá tenido algo que ver con la paranoia post 11 de setiembre y el horror a lo gitano/ musulmán/ piel oscura. De Lucía era español pero seguro tenía conexiones con el mundo musical de Medio Oriente. Felizmente lo pude ver una segunda y última vez en el Paramount Theater de Oakland, durante el festival de Jazz de San Francisco. Esta vez tenía cantaores y un bailaor. Fue maravilloso, aunque sentí que Paco estaba algo cansado. Alguien en la audiencia le gritó: “¡Maestro!”, y él agradeció el calificativo. Nosotros le agradecemos una carrera musical y una discografía que dará que hablar por el resto de la historia de la humanidad. El mago de las seis cuerdas está en el olimpo de los grandes músicos de siempre, y al escucharlo en temas como “Almoraima” o “Danza Ritual del Fuego”, no se nos ocurre compararlo con nadie, y ni se nos ocurrió compararlo antes de su muerte.
Mi primera imagen de Paco de Lucía fue la de un guitarrista pelucón y descalzo, tocando el instrumento que era, a mis 7 u 8 años, el más difícil del mundo. Sólo le bastaba cruzar sus piernas y poner su guitarra ahí en su regazo para que uno se diera cuenta de que el talento que emanaba de él era enorme.
Grabó muchísimos discos de primera, y se ganó las críticas negativas de los puristas del flamenco al intentar explorar fuera de sus límites geográficos y musicales. Encontró el cajón peruano y el bajo eléctrico sin trastes y lo incorporó a su música. Arriesgó tocar con Al DiMeola, Bill Frisell, Chick Corea y John McLaughlin. El flamenco se expandía y adaptaba a todas formas posibles de música, dando inicio a su globalización. Algo natural tomando en cuenta que fue usado como propaganda durante el régimen de Franco y que los discos, una vez grabados, llevan la música de un lugar a otro. El flamenco no podía quedarse enclaustrado por siempre en el sur de España, porque nunca se quedó quieto -nos hicieron creer que sí- al viajar durante tanto tiempo y por tantos kilómetros. Si queremos comparar a Paco de Lucía con alguna persona, hagámoslo con viajeros y pensadores, no con músicos: Carl Sagan, Marco Polo, Neil Armstrong.
Envejeció con gracia y su muerte tomó al mundo por sorpresa. Pero ha dejado una discografía y videografía digna de explorar por el resto de nuestras vidas.
El poeta y flamencólogo Félix Grande escribió sobre Paco en la contraportada del Almoraima (Philips, 1976). Transcribo esto no como un obituario sino más bien como una carta de invitación a descubrir algunas de las músicas más bellas del mundo:
Desde hace años, cada nueva creación de Paco de Lucía nos produce sorpresa. Pareciera que en cada nueva etapa llega hasta sus fronteras —y en su creación siguiente advertimos que esas fronteras se desplazan, que quizá este genio de la guitarra ya no tiene fronteras. Tal vez nuestra sucesiva sorpresa no nace únicamente en nuestro sucesivo deslumbramiento, sino también en la desconfianza: es que no estamos acostumbrados a asistir al desarrollo de la genialidad. Al fin tendremos que asumirlo, con gratitud, con júbilo: Paco de Lucía es uno de esos pocos seres herederos y a la vez inventores de un lenguaje; uno de esos imprescindibles locos cuyo respeto a las raíces y cuya libertad son por igual tempestuosos, y que por ello alcanzan el privilegio y la condena de ir abriendo caminos, acumulando desde la fragua de su nombre nuevo metal y más calor a ese vasto y anónimo metal calenturiento que llamamos la música. Cuánto le cuesta a Paco de Lucía el prodigioso regalo que nos hace, es algo que no sabremos nunca. La soledad, incluso la desesperación que hay siempre bajo la laboriosa humildad de un artista, no se pueden cobrar, no se pueden pagar. Tal vez llorando a solas con su música en medio de la madrugada, tal vez creando en nosotros mismos ese tremendo ritmo al que llamamos lágrimas, tal vez así podamos bajar hasta el barranco mineral en que nace su música, ese barranco donde están los seísmos de la necesidad de ser y del que emerge su bárbara guitarra como volando de oro, como danzando en hierro, como olorosa a azufre, como brillando de mercurio, como quemándose en carbón. ¿De qué modo nombrar toda esa enfebrecida operación en que consiste convertir ese magma profundo del ser cósmico en un lenguaje comunicativo, en un lenguaje cósmico y a la vez organizado? Quizá pueda llamarse ritmo.
En el origen de la vida se encuentra, inmemorial, el ritmo. Todo alcanza su ser mediante el ritmo. Ritmo tiene el lenguaje para ser expresión. La danza es ritmo y es ritmo el cuerpo humano. Con ritmo se suceden las mareas. Ritmo es el pulso, el latido del corazón. Ritmo es lo que contienen las obras más memorables de las generaciones: una mezquita, Un acueducto, un mito, una estatua, una fábula, un poema. La rueda: puro ritmo. Un ritmo estricto habita en las hembras embarazadas. Ritmo hay en el trigal, el olivar, la viña; ritmo en la fruta y en el agua. Ritmo tienen las fases de la Luna, las órbitas de los planetas, el majestuoso devenir de los astros. Y cuando la materia alcanza su más ardiente ritmo, sucede el acontecimiento de la belleza humana. Lo que hace que los desafiantes esfuerzos de los hombres quebranten la dictadura de los años es un vaivén paciente y sabio, lujurioso y creador: el ritmo.
Lo más recóndito, v a la vez lo más evidente, en esta nueva etapa de la música de Paco de Lucía, es ese gran secreto: el ritmo. No hablo de una estrategia de la medida y del compás, sino de un acto de respiración. No me refiero a la suma de su compás y sí invención —tan exactos, tan incesantes—, sino al vaho de la vida. Desde lo más profundo del flamenco —su ritmo viejo e inmortal— estas creaciones de Paco de Lucía suben con viejo y duradero sol, con vieja y duradera agua, sorprendentes limones, lentas horas, espesas sombras, fogonazos de luz y geometría; avanzan con heridas remotas, con remotas pomadas: como un incomparable, monumental acto de amor. La historia del flamenco sabrá muy bien cuánto habrá de deber a la organizada locura de este terremoto sereno que es la música de Paco de Lucía. Nosotros ya empezamos a saber cuánto no le podremos pagar nunca. Tal vez de madrugada, a solas y llorando. La historia del flamenco, esa terrible madrugada vieja, no dejará de agradecer a Paco de Lucía la venerable juventud de su música. En nuestra madrugada personal, en esa hora en que somos más limpios, más ancianos y repentinamente vivos, escucharemos este vaho de la vida que sube desde seis andaluzas tensiones y, poco a poco, iremos redescubriendo en nuestro corazón una sangre solemne, un alimento casi religioso: la visita del ritmo. La noche antigua donde todo renace.
Es increíble cómo para unos pasa el tiempo de una forma y para otros... pues de otra. Mientras hay artistas que a sus ochenta años aún siguen activos, otros a menos de cumplir los cincuenta se van a la otra vida (si es que la hay). Mientras Tony Bennett sigue cantando, Paul McCartney toca con una banda muy sólida como si tuviera 30 años... Whitney sucumbió a las drogas, las cuales ayer le pasaron factura.
Desde su descenso al mundo de las drogas duras (cocaína, crack, etc.), Whitney ha estado casi muerta en vida. Una relación turbulenta con Bobby Brown, un cantante que la arrastró al vicio para quizás protegerla de los embates de la fama, fue el detonante y la ruina de la carrera de Whitney. Descubierta hace casi 30 años por Clive Davis, quien la contrató inmediatamente para su sello Arista, Whitney fue la voz femenina de más éxito en la historia de la música pop. Su disco The Bodyguard, ganador del Grammy al álbum del año 1993, aunque tiene una producción melosa se deja apreciar por el intenso poder de la voz de una cantante que supo tocar cierta fibra en la gente.
Su voz era estremecedora, su aspecto, frágil como el de una flor ante el viento. Era una bella mujer... talentosa, creativa con las cuerdas vocales. Intentó una carrera en el cine y la apreciaron por su voz más que por su histrionismo. Su muerte no ha sido sorpresa, es más... la pregunta es cómo aguantó tanto tiempo con tantos químicos dentro, o cómo es que nadie la ayudó a dejarlas. La respuesta es simple: un drogadicto negará que las drogas son un problema. Dirá que está en el mejor momento de su vida (lo dijo Kurt Cobain unos meses antes de suicidarse), o que es capaz de controlar su adicción al dejar de hacer estupideces en público, o si ponemos un ejemplo como el de Whitney, dirá que "ella no sabía cómo lidiar con sus demonios, yo sí".
La moraleja de la historia es una sola: las drogas matan. Punto. Y a ti te estoy hablando. Piénsalo dos veces antes de llevarte esa coca a la nariz, antes de pincharte con la aguja de la jeringa, antes de fumar esa pasta base. Es difícil dejarla, ¿verdad? Claro que lo es, mira a Whitney, Michael Jackson, Cobain, Hendrix, Joplin... de haber sido fácil, aún estarían por aquí. Eric Clapton logró superar su adicción a la heroína, John Lennon también. No es imposible dejar las drogas por una vida un poco más sana. Que Whitney represente una lección honesta, al menos por ahora, de que las drogas matan. Nada más.
Facundo Cabral ha muerto asesinado ayer y Latinoamérica una vez más sacó a relucir su pobreza. No hablo, claro, de la pobreza económica sino de la pobreza total en la que se encuentra. Un cantante sencillo, un poeta único, fue acribillado a balazos "por error" (las balas iban dirigidas al empresario que lo había traído a Guatemala). Si alguna vez Cabral había tratado de hacernos ver lo pequeños que somos y no le habíamos prestado atención, pues con su muerte lo logró. Ayer entró al panteón de los héroes musicales asesinados trágicamente, donde están Jorge Cafrune, Víctor Jara, John Lennon, Marvin Gaye, Sam Cooke y "Dimebag" Darrell de Pantera. Facundo Cabral murió y la música cantada en español es más pobre, más mísera, que nunca.
Pero Cabral no era exactamente un cantante, digamos, "estándar". Su lírica iba más apegada a la prosa poética, solía recitar -más que cantar- con una profundidad jovial que no se había oído jamás en ningún cantante "serio" (Cabral recurría siempre a la simplicidad, jamás se complicaba la vida). Supongo que por su sabiduría y sensatez debe haberse creado más de un enemigo. Curiosamente no fue ninguno de ellos quien lo mató, sino unos simples sicarios que dispararon al cuerpo equivocado, buscando un ajuste de cuentas con un empresario guatemalteco, quien sobrevivió al atentado.
Aquellos asesinos del cantante andan sueltos en Guatemala, y le han callado la voz a un gran argentino; aunque parafraseando a Atahualpa Yupanqui, "cantor que cante a los pobres ni muerto se ha de callar, porque donde vaya a parar el canto de ese cristiano, no ha de faltar el paisano que lo haga resucitar", uno se da cuenta que la voz persiste. El mensaje de Cabral es eterno.
En verdad perderia golpes de tecla inútilmente contando todo lo que hay que contar sobre Facundo Cabral. La Internet ahora está llena de él, así como nuestra memoria. Pero, en fin, les dejo esta entrevista que encontré en YouTube, realizada por el periodista peruano César Hildebrandt en 1998.
El Domingo 13 de Abril del 2008, Jorge Cox falleció después de un ataque al corazón días atrás.
De llegar al cielo Jorge y ver que Elvis Presley no es habido, Jorge habrá tenido Razón: Elvis está aún vivo y merodeando por Estados Unidos. Sin embargo, de llegar al más allá y encontrarse con Elvis en persona, Jorge tendrá mucho, mucho que preguntarle al rey del Rock.
Hay tanto por preguntarle a Elvis como a Jorge Carvallo Cox, una persona que con una voz y un micrófono, impulsó el rock en el Perú junto a DJs tan influyentes como Diana García y Gerardo Manuel. Aquel estilo de música que ahora sólo se encuentra en los áticos, acumulando polvo, mientras afuera, en las radios e iPods, perreo mami perreo aún sigue sonando. La música e imagen de Elvis resultó inmortal, imbatible, y en Perú ésta fue así gracias a Jorge, que la difundió lo más que pudo.
Tuve el gusto de conocer a Jorge por coincidencia, al visitar en 1995 su tienda de discos Top Music Records en Miraflores, Lima. Yo solía comprarle discos al menos una vez por semana y me gustaba sentarme a conversar con él de Rock Clásico y sobre todo del asombroso sonido de los cincuenta. Más de una vez le sugerí que intente regresar a la radio y que le cambie el nombre a su tienda por King Creole o Jailhouse Rock. Su tienda cerró, según recuerdo, en 1998 después de tres años difíciles. Porque el rock estaba muriendo y había que encontrar formas de difundirlo en medio del desierto. La falta de difusión, la dejadez y sobre todo la crisis económica mantenían a Jorge en una profunda tristeza. Él deseaba que su país, el Perú, estuviera económicamente mejor y menos corrupto, como todos lo deseamos de alguna forma.
Es probable que muy poca gente del entorno Cox (o de la Bolívar Mafia) que ahora llora su partida me recuerde; pero al menos mantuve contacto con Jorge hasta 1999. Supe de su partida el mismo día 13 por medio de un email de uno de sus amigos y la verdad que se me vino una tristeza profunda.
La muerte de Jorge Cox reduce el número de leyendas vivas de la radiodifusión dramáticamente: es imposible que se vuelva a hablar de una “edad de oro” de la radio, y no solo en el Perú.
Escuchó y admiró tanto a Elvis que tomó mucho de su personalidad, incluyendo pros y contras: su generosidad, el grupo sincero de amigos que lo rodeaba y, en el lado negativo, un pesimismo que lo cargó con penas los últimos años de su vida. Se pareció tanto a Elvis que hasta en la muerte por paro cardiaco lo copió. Aunque, claro, Jorge no era adicto a las pastillas ni nunca le disparó a un televisor.
En Elvis Presley, Jorge encontró a un ídolo, a un músico y cantante de primer nivel que por más difícil que la situación esté para él, nunca defraudaba a sus seguidores. Y lo tomó como ejemplo en su vida personal. Su apartamento en la Calle Bolívar se convirtió en la Graceland del Perú, su tienda de discos era el punto de reunión de muchos fanáticos del rock clásico en donde discutíamos, intercambiábamos información y terminábamos todos aprendiendo algo. Éramos sus amigos y nos sentíamos mucho más cómodos en aquella tiendita que en Phantom Music, en donde se vendían discos sin saber de qué se trataban.
Los discos que más me han influenciado los compré en su tienda: el Travels de Pat Metheny Group, la banda sonora de American Graffitti(que él adoraba, claro está) el In Sides de Orbital, los tres primeros CDs de Jamiroquai, hasta Antonio Carlos Jobim y la colección Verve Jazz Masters 13. Me gustaba comprar en su tienda más que en ninguna otra, y esto porque en su tienda se daba el espacio necesario para comentar la música, escucharla, criticarla y conservarla. Cuando Top Music Records cerró, me dió mucha pena. La piratería acabó con la tienda del mismo modo que Music Box, La Discoteca y Disco Centro; demás está decir que no hubiera sobrevivido al formato MP3 que domina la tierra ahora.
Algo así le pasó a Elvis Presley, pero en mayor escala: lo mandaron al Servicio Militar y de ahí a hacer películas, cada una más mala que la otra, mientras en la escena musical los Beatles y los Rolling Stones invadían las ondas de radio con un sonido que traía también una revolución cultural. Al regresar Elvis en 1968, encontró una juventud que lo veía como “clásico” o “retro.” La sociedad cambió, la economía y las reglas se cambiaron. Elvis, tanto como Jorge, seguían siendo los mismos, fieles a su estilo, cantando los mismos blues. Elvis se refugió en Las Vegas por una década hasta su muerte. Pasó de moda pero siguió vendiendo discos en abundancia. Después de su muerte, aún más. Ahora Jorge es definitivamente una leyenda inmortal en la radiodifusión y sobre todo en la cultura musical peruana. Pero sobre todo es un amigo que lamentablemente se fue.
Los DJ’s saben que van a morir en algún momento (con excepción de Dick Clark que nos enterrará a todos) y Jorge quizás lo preveía; pero de nuevo, la noticia me tomó por sorpresa. Lamento no haber tenido más contacto con él y debo reconocer que fue mi culpa. Yo fui el que se fue y nunca supe de él, salvo esporádicas apariciones de su nombre en los periódicos. Le perdí el rastro y ahora me entero de su partida, y lo lloro con justicia pero lo recuerdo con mucha alegría; lo cual estoy seguro que es la forma que Jorge quizo que lo recordáramos. Con mucha música.
¿Mi momento Cox favorito? Un viernes en la noche de 1997 en que me invitó a mi y a mi novia de entonces a su departamento a una reunión con la desaparecida Diana García y su esposo. Caray que escucharlos conversar era como estar en una cátedra de radio rocanrolera. La voz de Diana, suave y melodiosa, se contrapunteaba con la voz grave y potente de Jorge. En algún momento pensé, “éstos dos deberían tener un programa juntos de dos horas por lo menos.” Pero lamentablemente todos sabemos que nunca se dió. Sin embargo, esa noche de hace once años la tengo en mi memoria como un bellísimo recuerdo.
Aquí algunas de sus perlas:
-El pueblo no tiene plata, compadre. No hay billete en el bolsillo.
-Yo siempre he sido Belaundista, compadre.
-Elvis está vivo, pues. ¡A las pruebas me remito!
-Roy Orbison era el cantante favorito de Elvis, y Elvis era el de Roy.
-No tengo ni para el té, compadre.
-Un montón de homosexuales vienen a la tienda preguntando por Spandau Ballet. (a mí me encanta SB, pero no soy de ese equipo.)
-¡Este disco sinfónico de Elvis, número uno en los Estados Unidos, compadre!
Como dicen sus amigos, que Dios lo tenga en su Gloria. Y que el legado de la música que difundió y la fuerza y convicción de sus opiniones se mantengan por mucho tiempo. Que se siga difundiendo la música de Elvis, de Carl Perkins, de Roy Orbison, de Little Richard y Chuck Berry. Y es que los viejos rockeros nunca mueren, aunque la naturaleza nos diga lo contrario.
Javier Lishner ha escrito un obituario sobre Jorge:
Y yo aquí les dejo un artículo del 2007, incluyendo un video en donde podemos apreciar a Jorge en su departamento durante el terremoto de Agosto:
Elvis Terremoto
Puta que el terremoto dejó la cagada. Uno de los peores que le ha caído a Perú y eso que el Perú está ahí mismo en plena cojudez de la placa de Nazca. Para colmo fue ahí en medio donde la huevada se deslizó y juácate se jodió todo y el 15 Pisco y Chincha estaban en sunicuijo.
La catástrofe puso a pensar a todo el mundo en el Perú y si hay algo bueno que ha salido de esto es que ahora ya todos saben que en Perú hay una ciudad llamada Pisco, de donde sale, o salía, aquella famosa bebida espirituosa con el mismo nombre (denominación de origen). El pisco, señores de Chile, es peruano y punto. Ustedes quédense con su vino, que es muy muy bueno también.
En fin, el terremoto ocurrió en la vigilia del aniversario número 30 de la muerte de Elvis Presley. Un periodista de la cadena de TV peruana Panamericana TV (alias PapaúpaTV) entrevistaba a un conocido amigo mío, fanático de Elvis hasta la melena, don Jorge Cox.
Lamentablemente la entrevista no se pudo concluir pero al menos pudimos ver la pared de la derecha del departamento de don Jorge, llena de posters de Elvis. La colección de él, la cual he visto personalmente, es impresionante. No hay un solo disco de Elvis que él no tenga, una sola película, un solo libro. El tipo es verdaderamente un Elvisfanático 100%
Podemos ver a don Jorge al fondo más calmado que una vaca pastando y hasta acomodando sus adornitos sobre el refrigerador.
Elvis Presley es el ídolo máximo del rock and roll. Puede uno decir no, señor, son los Beatles, pero ellos adoraban a Elvis y lo consideraban el rey. John Lennon se trazó una meta: llegar a ser más grandes que Elvis y claro que lo logró con su grupo, pero si Elvis no estaba en hibernación hollywoodense en los sesentas haciendo tres películas por año y se hubiera dedicado a grabar y hacer giras y a tener un contacto más cercano con el público joven, les hubiera dado mucha pelea a los cuatro de Liverpool.
Pero recordemos que los Beatles llenaron un vacío y crearon una cultura musical completamente distinta con la que Elvis se había iniciado en 1956: Eran otros tiempos, el rock and roll era salvaje y no había caído en la brusca censura de la sociedad Norteamericana. Tuvo Elvis que irse al servicio militar, Chuck Berry ir a la cárcel, Jerry Lee Lewis casarse con su prima de trece años y Little Richard jurar a Dios renunciar al rock (si es que se salvaba de un posible accidente de avión) para que el rock and roll como moda quede sepultado por artistas más inocentes, más adaptados al modo de vida capitalista.
Elvis regresó a los escenarios en 1968 pero creo que llegó tarde: las cosas habían cambiado radicalmente: en su ausencia, Kennedy fue asesinado, los Ingleses re-invadieron America con guitarras en vez de armas, Se armó la de samputas en Vietnam, los Hippies tomaron San Francisco, y la mente del mundo se expandió como nunca antes en la historia gracias a la vía satélite. Elvis no pudo reinventarse pero siguió congregando fans con sus melodías de antaño y sus nuevos temas, generalmente escritos por otros y sin muchos riesgos por tomar -con la gran excepción de "In The Ghetto," la cual creo fue un tema revolucionario.
El Elvis del cine se convirtió el de los escenarios de Las Vegas, en donde cantó para recuperar el tiempo perdido. Su propio entorno fue el que lo llevó a la tumba: malas amistades, amigos que nunca le pudieron decir que no, pastillas y químicos y sobre todo vivir en una mansión que se convirtió en una cárcel de oro llamada Graceland.
El Rey no se merecía morir en el baño, hace treinta años.
Ni tampoco nos merecíamos los peruanos un terremoto como el de ayer.
Eric Woolfson has died and my musical world is suddenly smaller. I feel sad, shocked and surprised. I couldn't believe it when I found out about this after somebody mentioned it in comment entry of one of the sites I visit (Luis Guadalupe's Royal Trilogy). I was shocked and saddened on that winter morning.
I've written a lot about him and his work with the Alan Parsons Project all over this website. It would be very redundant to write about his work. Here are two recent entries about him. They're in Spanish:
The Alan Parsons Project Remastered Catalog: http://www.cacaorock.com/2009/08/standing-on-higher-ground.html
Eric Woolfson's Freudiana: http://www.cacaorock.com/2009/11/kentucky-freud-chicken-pink-freud.html
The Alan Parsons Project was one of the first rock bands I took and made my own. It was my personal favorite, along with Police, Pink Floyd and Emerson Lake & Palmer. This back in 1989, when music was starting for me and everything seemed to change dramatically, in me and around me. It was a good year for the world because lots of things were also changing, and it seems it was for the good. It was a good year for me because I discovered the Parsons sound and at the same time I discovered who I was supposed to be in the future. To say that Woolfson and Parsons were my teachers might be an understatement. They lived with me and I learned to be who I wanted to be thanks in part because of their records.
Eric Woolfson sang about time, friends that come and go, unrequited love, requited love and passion for the arts. He loved to explore works of art of famous writers, thinkers and even architects. He was a songwriter, keyboardist and vocalist who penned, with Alan Parsons, all the tunes of the Alan Parsons Project. Their songwriter-manager/producer collaboration started with 1976's Tales Of Mystery And Imagination (a musical flash of Edgar Allan Poe) and ended with 1990's Freudiana (Eric's own Psychoanalisis mirroring Freud's work). Eric went into musical theater and earned quite success in Germany, Austria and South Korea.
I still think that "Time" is one of the best songs ever recorded in popular music history, and I'm glad to have found that "Limelight" was Eric Woolfson's personal call to become a household name in musical theatre (see Alan Parsons' statement below.) That song sounds in my head every time I'm about to try to accomplish something.
From the Alan Parsons Project official website: http://www.alanparsonsmusic.com/
Eric Woolfson, the co-founder, songwriter and manager of The Alan Parsons Project has died at his home in London. He was 64. He had been suffering with cancer for a number of years.
Alan Parsons has issued the following statement:
"I knew of Eric's illness, but bravely, he always asked that it not be made public."
"Eric was one of the most generous, musically gifted and knowledgeable people I ever met. He was also - and I mean no disrespect - the most stubborn individual to set foot on the planet - a trait which made him a great businessman."
"His songwriting talent speaks for itself. He not only wrote the majority of the songs we recorded together but after we had two or three albums under our belts he proved - contrary to my own opinions - that he had a singing voice that would be loved by millions. He never let me forget that I actually disliked Eye In The Sky when he first played it to me - arguably my most famous mistake."
"One newspaper rather cruelly, but nevertheless to Eric's amusement, referred to him as 'The Songwriting Accountant'. It was also once said that in his music business dealings he managed to achieve the sale of the Eiffel tower and then having done it, sold it again."
"It is a regret to me that after 15 years of million-selling successes, that his decision to step from the shadows and into the limelight for his first real solo moment of musical glory - Freudiana - was so plagued with personal conflicts with his business partners. Ultimately and sadly, Freudiana was the last occasion we worked together. Speaking of Limelight - my favourite song of Eric's - was according to him no reflection on his own reaction to stardom or the lack of it. But anyone who knew him will surely agree that upon hearing Limelight's lyrics that there is a message about his feelings in his chosen profession."
"The hiccup that the Freudiana debacle caused, fortunately had no long-lasting effect and he continued in musical theatre with notable success, particularly in Germany, Austria and the Far East."
"I look back upon our times together making The Alan Parsons Projects very fondly. The legacy that Eric created as half of The Alan Parsons Project lived on with a lasting power few artists have ever enjoyed - and I will always be grateful for that."
I also will always be grateful for Eric's music. For his work made me.
It is true: you have to live like it's your last day and make plans like you're gonna live forever. Norton Buffalo has become immortal. Rest in Peace, maestro.
(11-01) 21:11 PST PARADISE (BUTTE COUNTY) -- Norton Buffalo, harmonica virtuoso, one-of-a-kind performer and consummate accompanist to the stars, died Friday night from cancer in Feather River Hospital, near his home in Paradise (Butte County). He was 58.
Mr. Buffalo, who appeared on more than 180 albums and spent 33 years as a member of the Steve Miller Band, was diagnosed with cancer in September. His life will be celebrated Jan. 23 at the Fox Theater in Oakland in a benefit concert starring the Steve Miller Band and the Doobie Brothers, with special guests Huey Lewis, George Thorogood, Charlie Musselwhite and Bonnie Raitt.
"He was the antithesis of East Coast cynical," said Raitt, who spent Sunday morning watching Buffalo videos on YouTube. "He was always in funny mode without being too gooey about it. He's been that guy all this time. In one guy, you got all the hope and optimism of the '70s."
Mr. Buffalo played on the Grammy-winning Doobie Brothers album "Minute by Minute," and the recent children's music CD by Kenny Loggins. With Bette Midler, he played in the band and acted in the film "The Rose." He collaborated on tours and a series of recordings for more than 20 years with blues guitarist Roy Rogers. One of their songs, "Ain't No Bread in the Breadbox," was a cornerstone in the '90s live repertoire of the Jerry Garcia Band.
"Norton Buffalo was a character and a half," Rogers said. "He had a sense of humor. He liked to have a good time, and the joy of his playing came out."
Miller said: "He was a complete original. He worked with all kinds of people. He did tons and tons of projects. Everybody who worked with him loved him, really enjoyed working with him."
Mr. Buffalo joined the Steve Miller Band in 1976 at the beginning of the "Fly Like an Eagle" tour and has remained a constant presence in Miller's music ever since. Miller invariably introduced Mr. Buffalo to concert audiences as "my partner in harmony."
"He had way more music in him than I could use," Miller said. "I just had more work for him than everybody else."
Mr. Buffalo's own recordings include his 1977 Capitol Records release, "Lovin' in the Valley of the Moon," an album that maintains a strong cult following, and a 2000 blues-based release, "King of the Highway." He recently released a joint CD with Hawaiian slack key guitarist George Kahumoku Jr. He was a virtuosic and technically accomplished chromatic harmonica player who could play anything - blues, rock, pop, country, folk, show tunes.
Born in Oakland and raised in Richmond, Mr. Buffalo was raised in a musical family. His father played harmonica, and his mother sang in '40s San Francisco nightclubs. His great-uncle, Herbert Stothart, was a Hollywood soundtrack composer who won an Academy Award for his work on "The Wizard of Oz."
"His harp could become the valley of the moon, Krakatoa, a storm out at sea, then the sweetest sound this side of heaven," said Grateful Dead drummer Mickey Hart, who played with Mr. Buffalo in a project called High Noon in the '70s and '80s.
Mr. Buffalo joined one of the final editions of Commander Cody and his Lost Planet Airmen on a 1976 European tour, before returning to the Bay Area and forming the Norton Buffalo Stampede, a band that headlined Bay Area clubs for several years. In between tours with Miller and Rogers, Mr. Buffalo had been appearing recently with the Norton Buffalo Trio with his third wife, Lisa Flores.
He is survived by his wife; children, Aisah of Lake Tahoe and Elias of Sonoma; stepchildren, Sierra Ruelas of Sonoma and Bo Winterburn of San Diego; father, Ken Jackson of Paradise; and five brothers and sisters.
Roy Rogers and the Delta Rhythm Kings, Tom Rigney and Flambeau and the Carlos Reyes Band will appear Nov. 22 in a benefit and memorial at the Paradise Performing Arts Center in Paradise. Funeral and other memorial plans are pending.
El Zambo Cavero habrá tenido vanidad, obesidad y todo lo que termine con "dad" pero eso no importa ahora ni importó antes. Tuvo una gran voz que provocaba visiones blanquirrojas y para muestra de ello están los discos que grabó con el super guitarrista Oscar Avilés. Recuerdo cómo la gente, sobre todo los amigos del barrio y del colegio, criticaban la música criolla y la basureaban de principio a fin. Los mismos que la llamaron "música de segunda categoría" o "de cholos resentidos" son los que la alaban cuando la escuchan fuera del Perú (en Europa, por ejemplo.) Es increíble cómo cambia la visión del arte debido a la distancia o a la muerte de sus creadores. Pero, de nuevo, eso no importa ahora.
Fue recién en 1990 cuando en una fiesta de pitucas del Santa Úrsula escuché por primera vez al Zambo Cavero hacer bailar a las chicas con el "Chacombo". Su "Mueve Tu Cucú" es la versión peruana de "Sex Machine" y espero que la despedida del Zambo sea con esa canción: "En un cajón cerrado, con los pies pa' fuera, se llevan a mi negro, lo llevan a enterrar"; aunque estoy seguro que tocarán hasta el cansancio dos de sus canciones más populares: "Contigo Perú" y "Y Se Llama Perú", dos temas nacionalistas y patrióticos que no guardan ninguna connotación política (al menos en el 2009). Al Zambo lo cremarán y esparcirán sus cenizas en el mar (que estoy seguro obtendrá un color negruzco debido a ello...) pero su música, su voz, estará ahí en la radiola.
El Zambo Cavero con fanaticada europea.
En menos de una semana han muerto dos gorditos que son símbolo de dos naciones. Escucho a la Argentina misma en Mercedes en sus discos y videos y me da pena no haberla visto nunca en vivo. Me da tambien pena no haber sido de izquierda, pero la verdad yo no pinto para estar con barba, chalina y chancletas. Pareciera que la izquierda y los radicales disfrutan más de la música de la Negra; pero es sólo un cliché. A Sosa se la escucha en todo el espectro político latinoamericano porque, más que símbolo de una generación o época, es una excelente cantante. La voz de Mercedes es reconocida inmediatamente. Es profunda, retumbadora, se origina en su enorme par de pulmones y toma forma en sus potentes cuerdas vocales. Fue una mujer de principios e ideas claras (y chocolate espeso). Me hacía recordar a Mafalda por sus ideas tirando a sinistra, pero eso no importa. La música no cree en tendencias políticas ni tendencias temporales. Sabemos que es eterna.
La inmortal Tucumana
El Zambo Cavero acaba de morir y la pena de Argentina, el mismo tipo de pena nacional, se acaba de posar sobre el Perú y los peruanos que disfrutamos la música criolla no con el fin de ser “aculturados” ni rechazar la música extranjera sino por el hecho de que nos gusta y punto, sentimos una pena enorme, tan grande como el inmenso volúmen del Zambo, quien una vez se sentó en dos asientos de un vuelo de Tacna a Lima junto a una amiga mía, quien se quedó asombrada de estar sentada junto a una persona grande, inmensa, gorda. No una leyenda viva de la música popular peruana. Una voz potente la cual es capaz de sacar al Perú adelante hasta en sus momentos más difíciles (como el de mañana, cuando Argentina nos dé una paliza digna de libros de historia como la del 6-0 en el mundial del 78).
El Zambo Cavero cantaba para el peruano promedio, para el criollo con un par de cervezas dentro que desea cantar lo feliz que se siente de llevar dentro el corazón blanquirrojo. No lo hizo solo, sino con la ayuda de dos leyendas vivas: un extraordinario guitarrista llamado Oscar Avilés, cuyo sonido definió la guitarra criolla de la costa peruana en el siglo XX, y un compositor llamado Augusto Polo Campos, quien su obra y persona son tan disímiles que cuesta creer que de su puño y letra salgan cosas tan bellas y profundas como “Y Se Llama Perú”, en donde por primera vez se menciona la “raza peruana” como término válido para definir la identidad nacional de un país. Mercedes Sosa hacía lo mismo, pero mientras lo hacía, se enfrentaba contra fuerzas políticas que trataban de controlar el pensamiento libre del individuo en su propio país. A Mercedes se le arrimaron artistas y políticos de izquierda que apoyaban el régimen comunista de Fidel Castro a sabiendas de la existencia de presos políticos en Cuba. Pero más que nada, creo que Mercedes Sosa le cantaba al argentino con dos dedos de frente. Aquel que no teme cuestionar su realidad ni hacer frente al Estado. No en vano el régimen militar de Videla la arrestó en pleno concierto y la exilió a España en 1979. Mercedes no llevaba una bomba sino un bombo. Su bombo no explotaba, pero sabía a dónde apuntar.
Mercedes Sosa y Arturo "Zambo" Cavero se han ido y Argentina y Perú se han reducido un poco por el dolor. Son dos países pobres y más aún con la partida de los gorditos. Ambos países medirán fuerzas en un encuentro futbolístico mañana en el cual, de perder Argentina, ésta quedará descalificada para el Mundial Sudáfrica 2010, el segundo mundial al cual no asistirían, después de haber sido eliminados en 1969 por Perú para México 1970. La vida es una serie de ciclos como la música misma, y las muertes de Sosa y Cavero ponen a ambos países cara a cara, en el dolor, en el orgullo, en la belleza misma de la música popular y, claro, en la cancha.
Sé por qué la muerte de Micky Rospigliosi me ha causado mucha pena hoy. Es porque él no se fué sin pelear, sin perseguir ese imposible de salir libre de un cáncer que lo estaba comiendo vivo por dentro desde hace más de un año. Micky Rospigliosi es hoy día sinónimo de lucha por la vida.
Curiosamente, lo que más oí de Micky durante su carrera como comentarista y narrador deportivo (especialmente fútbol) eran cosas negativas. A Micky le dijeron de todo, y los insultos venían sobre todo de la Federación Peruana de Fútbol y de los que creían que sus métodos iban a lograr que el Perú logre un empate a lo máximo y que esto era aceptable. A Micky lo calificaron de mermelero igual que su viejo, corrupto, gordo panzón, balón de bilis que no quiere a su país, cornudo, etcétera. Yo por alguna razón no me creía las cosas malas que decían de él, más que nada porque me gustaba su entusiasmo y pasión por el fútbol y sobre todo él y yo teníamos el mismo sueño de volver a ver a Perú metiendo goles.
En 1990 mi abuelo, quien fue al mundial de Italia de aquel año, me contó que Micky Rospigliosi, quien también había ido al mundial, no iba a los estadios a narrar los partidos para Panamericana sino que transmitía los partidos desde el hotel, con la televisión encendida. Pudo haber sido un rumor llegado de fuera, o en verdad a Micky no le daban el enlace microondas por falta de dinero, pero por lo que mi abuelo dio a entender, Micky se estaba ahorrando el dinero de las microondas de Panamericana para sus gastos personales. Quién sabe. Pero una cosa era cierta: Perú no estaba en el mundial, después de la segunda campaña más desastrosa de su historia (la primera es la de Sudáfrica 2010. El Perú es el primer país del planeta oficialmente eliminado.) Y la culpa iba de un dirigente a otro, pasando por entrenadores malos y futbolistas borrachos.
Al igual que las cosas que se decían de Micky, tampoco le presté mucha atención a los eventos del fútbol peruano como los torneos descentralizados que cada año nos iban sumergiendo en una mediocridad deportiva apabullante (salvo gloriosas excepciones como en 1997 con Sporting Cristal y el 2003 con Cienciano del Cuzco.) Pero siempre que alguien que supuestamente sabía más me decía que yo no estaba en condiciones de opinar, me remitía a un solo hecho: no habíamos estado en un mundial desde España 82 y no habíamos ganado un partido desde el apabullante 4 a 1 del Perú-Irán de Argentina 78. Y esta ha debido de ser la meta de todos los involucrados: hacer que el Perú vaya a un mundial, y hacerlo durar por lo menos hasta la primera ronda. Micky nos ha demostrado que es difícil, pero no imposible.
Aquí lo vemos en una entrevista con la controvertida Magaly Medina en Marzo de 2009, cuatro meses antes de su muerte. Micky en vez de llorar por su enfermedad, sale con su voz crítica y enterada a comentar un típico, aunque un poco más serio, escándalo del fútbol peruano:
Micky hablaba y escribía con un hígado revuelto, hastiado de que el Perú no esté al nivel de otros países en materia futbolística porque al parecer, sin haberlo expresado, tácitamente habíamos tirado la toalla. Esperaba de los jugadores una garra, unos deseos de ganar que no lo tenían, y resultó que Micky peleó contra el cáncer con un empeño y fuerza tal que de haberla tenido los jugadores de fútbol peruanos entre 1983 y el 2009, hubieran ido a todos los mundiales a causar daño al rival.
Aunque amargado, la amargura de Micky era un reflejo de lo que la hinchada sentía y ahora último energizaba esos deseos de no rendirse, de seguir en el fragor de la lucha. Sabía que la muerte le iba a llegar temprano de la misma forma que a su hermano y a su padre, el gran periodista deportivo Pocho Rospigliosi. Pero eso no le importó, siguió con su vida, con sus actividades, con sus alegrías como su matrimonio y decepciones como la puesta de cuernos que le dio una vedette llamada Sara Manrique. No tiró la toalla, pero por lo visto el fútbol peruano sí.
Su sufrimiento al batallar a la muerte me recordó la misma batalla que libró mi abuelo en el 2000, no contra el cáncer sino contra la cura. Ambos, quienes fueron al mundial Italia 90, pelearon contra lo inevitable, y el haber muerto no significa haber sido vencidos. Micky ha dejado un mensaje claro: para lograr lo que queremos hay que sudar la camiseta y mucho, sin esperar recompensas como los fuertes sueldos de los clubes Europeos o la aprobación de instituciones como la Federación Peruana de Fútbol.
Micky Rospigliosi (1965-2009) descansa en paz y deja un legado de inspiración para jugar con garra partidos más complicados y difíciles que el fútbol.
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