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Tuesday, December 9, 2008


La primera quincena de Febrero de 1969, la revista peruana Caretas publicó un artículo del periodista Mirko Lauer quien logró llegar hasta las habitaciones del hotel Bolívar en Lima, logrando ubicar a dos turistas de apellidos Jagger y Richards. Este artículo es una de las pocas pruebas fehacientes que confirman que el vocalista y el guitarrista de los Rolling Stones estuvieron en Perú y conocieron Macchu Picchu. Hay que tomar en cuenta ciertos datos históricos que dan a este artículo un interés para los fanáticos de los Stones:

Jagger y Richards salían del duro año de 1968.

El año más difícil de su carrera. Fueron arrestados por posesión y tráfico de drogas.

En diciembre de 1968, se había grabado el Rolling Stones Rock and Roll Circus y la Decca había lanzado el Beggar´s Banquet, exactamente un año después que el Their Satanic Majesties Request. Se podría decir que los Stones no habían sacado un LP en un año.

Faltaban seis meses para el 3 de julio, día de la muerte de Brian Jones por sobredosis de Salbutamol —aunque hay otras teorías sobre la causa de su deceso, también, como un asesinato— . Al día siguiente del deceso, el single "Honky Tonk Women" es lanzado presentando al nuevo guitarrista Stone, Mick Taylor.

Después de la visita de Jagger y Richards al Perú, no lanzarían nada hasta noviembre de 1969, cuando aparece el Let It Bleed. El contrato con la Decca acabaría en setiembre de 1970 con el álbum en vivo Get Yer Ya-Ya´s Out.



En fin, un pedazo de aquel 1969 está plasmado aquí, en esta página. Perú no tendrá como visitantes a Jamiroquai, a Rammstein, a AC/DC, y quizás no los tenga nunca, o los tenga como viejas glorias dentro de 20 años... pero sí tuvo a este par de forajidos pasándola bien.




Lo Malo Que Soy 


Caretas
, Febrero de 1969 
Escribe: Mirko Lauer 
Fotos: Jesús Ruiz Durand




Si Mick Jagger es visto increíblemente doblado en dos, desdibujado y psicodélicamente doblado en dos es porque se droga. Porque Mick Jagger se droga, se trompea, se ve encarcelado. Porque él es parte de los Rolling Stones, y ellos son terriblemente malos... son hasta crueles. Las carátulas de sus discos suelen mostrarlos como a una pandilla de forajidos. Los "Hijos de Diciembre" (título de uno de sus discos más populares) tienen fama de ser tan duros como las letras de sus canciones. Y claro, con un ritmo que siempre tuvo mucha más "garra" que el de los Beatles. Escándalo en casa de un paliducho noble inglés, golpes en el cráneo a las tres de la mañana, la imagen de los Rolling Stones es un fenómeno perfectamente elaborado: los Beatles son los "cultos", los cantantes negros como Jimi Hendrix son los "rítmicos", las siempre un poco regordetas cantantes inglesas son las "dulces" y los Rolling Stones ("¿Has visto a tu mami, corazón, parada entre las sombras...?") han sido siempre los "violentos", los que a pesar de los millones que iban entrando, o a causa de ellos, se convirtieron en los intransigentes niños de la luz que se negaron a sublimarse como sus más afortunados compañeros de gloria, y lo pagaron con una serie de temporadas en las cárceles de la Gran Bretaña.

O así por lo menos nos lo decían los titulares que invariablemente aparecían: "Rolling Stone acusado, Rolling Stone citado...". En Londres, la capital del mundo ficticio, donde las tiendas abren un día, cierran el otro y la mercadería es repartida entre los afiebrados espectadores (¿Ud. No los ha visto chillando en los noticieros?), allí se generaron, prosperaron y triunfaron los Stones, piedras rodantes que se renuevan al ritmo de una juventud inglesa que desconcierta al mundo tanto como la nueva juventud china, con sus vestimentas extrañas para un pueblo como nosotros, donde aún puede verse un terno antiguo de a verdad o una bragueta a legítimos botones, comprada, quién lo sabe, en una ropavejería de los barrios altos; una juventud que ha logrado crear un mito que le permita desconectarse de los sucesos reales de este mundo: la originalidad (lo original justifica lo decadente, lo original justifica lo irresponsable de una alegre generación que hace almohadas de los líderes políticos y logra -a través de la originalidad- una especie de vínculo sin responsabilidad con los serios problemas mundiales).

Y los Rolling Stones ¿para quién cantan? Mil veces se ha dicho que para los jóvenes, y la gente tiene razón. En un país donde en apariencia los problemas se han reducido a un antagonismo entre viejos y jóvenes, donde las clases bajas se contentan con seguir los pasos de la aristocracia, siempre a la medida de su presupuesto, a los Rolling Stones, así quisieran, no les quedaría sino cantar para la juventud. Y es para ella que cantan. Eso es todo.

A la una de la tarde caminábamos, Jesús y yo, por uno de los lujosos corredores del Hotel Bolívar. Silencio. Elegancia de la que trajo la Peruvian Corporation y los finos comerciantes ingleses que se instalaron sobre pulidos mostradores de madera, elegancia como para que Meiggs* pasara dando un brinco de un momento al otro (trayendo la cosa un poco de los cabellos, se podría pensar que con excepción del Príncipe de Gales, los Rolling Stones son lo más "ilustre" que ha caído por aquí desde el tiempo del ingenioso Meiggs, quien rifó una casa entera de Santiago o Valparaíso, vendiendo los boletos hasta en China).

Los músicos, que no son sino dos de cinco, se alojan en el 428 y en el 430. ¡Y entonces vimos a un Rolling Stone!

—No me molesten. Estoy tomando desayuno y tengo a una mujer en el cuarto. Francamente, lo que quiero es bañarme y no hablar con un par de periodistas. Ya han habido varios gatos como ustedes arrastrándose (sic) por aquí. así que váyanse y vuelvan dentro de media hora.

—Pero oiga usted, no sea tan malvado...

—No soy malvado —chilló (un Rolling Stone es siempre un Rolling Stone)—. Lo que pasa es que todo el mundo me busca y la chica (una chica es siempre una chica) ya se está cansando.

Así fue la historia del 430. Pero hay otro cantante del conjunto en el 428. Nos hace pasar. Foto. Explica que está empacando. Foto. Empieza a doblar unos trajes morados, celestes y amarillos, unos ternos naranja, gris y verde menta, unos pantalones látex guinda con rayitas azul Prusia y terracota, etcétera... Éste es el brillante vocalista del grupo, el hombre que cantó "no puedo conseguir satisfacción". Éste "Rolling Sotone" (sic), como dijo algún periódico con toda la derecha del mundo, es Mick Jagger, un hombrecito simpático que tiene el rostro tan fino que tranquilamente podría pasar por una muñequita simpática, con el pelo increíblemente largo y con el labio inferior constantemente caído, como si el hombre volviera a diario de una batalla. Mick es considerado por mucha gente (por los autores de esta nota, por ejemplo) como el mejor vocalista de todo el movimiento musical inglés, y en su propio mundo, es el cantante más combativo (Cárcel, cárcel, cárcel...), un tipo de rostro dulce y expresivo que dijo que venía al Perú porque le gustaban los indios, que no era sino un turista más, con la salvedad de que no pensaba recorrer diecisiete países en un solo día, como había oído que suelen hacerlo los turistas. Hemos leído, ahora venimos a ver, dijo, y siguió empaquetando unas prendas perfectamente inverosímiles.

—Estamos a favor de Fidel Castro, pero aún tenemos que ir a ver Cuba para ponernos de su lado completamente. Nuestros dos principales planes para Sudamérica son ver al indio y visitar Cuba, donde esperamos poder entrar en algún momento de nuestro tour.  Y luego nos habló del Swinging London, que según Mick se acabó, murió, no existe. Ahora la gente se empieza a preocupar de problemas más importantes.

Los Beatles atacan a Mao en una canción**, los Stones se declaran a su favor. Se han agotado los grandes fuegos artificiales y la gente está buscando cosas algo conectadas con la realidad (aunque Jesús jura haber visto una pipita extraña entre las manos de Keith Richards, el Rolling Stone que no se entrevistó).

—Lo que sí hemos podido captar es que el indio está muy atrasado —calculó unos 1500 años—; y que sus principales problemas son el capitalismo yanqui y la oligarquía. Nosotros hemos a ver al indio porque nos gustan los indios. Y ahora queremos oír la música de los Andes —¿Pincullos y pasacalles psicodélicos? ¿Bailarán las ancianas veraneantes de Miami nuestro Folklore? ¿El pututo electrónico? ¿La zampoña mecánica?—.

Mick Jagger empaqueta sus cosas para partir al Cuzco y nos cuenta de las cosas importantes de la vida: aparentemente el hotel se niega a darles almuerzo y Mick se dispone a llamar a la embajada de su país.

Y luego pidieron un auto y fueron echados del Hotel ¿O no? Dejemos la cosa así. Un hombre tiene que creer en algo en esta vida, y siempre es mejor conservar la imagen de los Rolling Stones, una embajada extraoficial que conmovió a la ciudad con sus escándalos, que pensar que estuvieron de paso dos muchachos tranquilos que pagaron sus cuentas y tranquilamente se fueron a ver Machu Picchu como todo el mundo.

De todas maneras, el prestigio del desprestigio es una realidad.

*Henry Meiggs: empresario inglés que construyó el ferrocarril central en el Perú, el más alto del mundo.

**"Revolution", lado B del Single "Hey Jude" y "Revolution #1", del álbum The Beatles (más conocido como El Álbum Blanco). Lennon & McCartney, Apple, 1968.

El tema que escuchan es "Under My Thumb", de Jagger y Richards.

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