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Thursday, December 28, 2023

Foto: Diario La Primera.

...Pedro Suárez Vértiz, rockero chalaco nacido en 1969 y quien ha fallecido hoy hace algunas horas. No, no es broma del día de los inocentes, sino más bien una trágica noticia que una vez más nos hace ver las caras con la mortalidad de nuestros ídolos y asumir que, a partir de la visita de la pelona, éstos pasan a convertirse en eternos, en inmortales.

Pedro era muy querido por su música y, a la vez, bastante cuestionado por sus comentarios íntimos y sus opiniones personales de carácter político, que dicho sea de paso eran opiniones que una gran cantidad de peruanos tiene: Keiko Fujimori no es la bruja mala del cuento, ni su padre Alberto fue tan espantoso como presidente. Estoy de acuerdo con Pedro en algunas cosas y en otras no (creo, como él, que Fujimori hizo un buen trabajo en la presidencia del Perú al principio, pero no creo que los Beatles eran cada uno un ejemplo de amor matrimonial); en lo musical pienso que hizo una gran labor con su Arena Hash y como solista, y lo que él buscaba lo consiguió: ser aprobado y querido por la gente que iba a sus conciertos y compraba sus cassettes en su propio país. Para llegar a la estima de un público tan conchesumadre como el peruano, su táctica era ser buena gente con los demás y mantenerse positivo en todo momento, escuchando a los demás y haciéndose oír.

Pedro era nuestro Walt Whitman, nuestro Snoopy. No vivía quejándose como César Vallejo o Charlie Brown, sino vivía su vida contento, quizás a sabiendas que no le quedaba mucho, como el legendario Bobby Darin quien una falla cardiaca lo mandó a la tumba a los 37 años. Como a Darin, fue el corazón quien lo traicionó, pero a diferencia de él Pedro nunca fue tan camaleónico, sino fue siempre el mismo: un chico clasemediero con ganas de hacer música en base a sus experiencias y emociones. Y vaya que le funcionó.

En los últimos años los medios de comunicación y las redes sociales, especialmente las de algunos energúmenos que pernoctan en las casas de sus padres y/o usan perfiles con nombres falsos, buscaron arruinarle a Pedro la fiesta de sus tuits, posts y artículos. El cantautor escribía sin tapujos sobre su vida privada, sobre lo que veía  fuera de las cuatro paredes de su departamento en el distrito de Miraflores, donde estaba postrado debido a una penosa enfermedad. La gente que se burló de él ahora está dividida en dos grupos: el de los que lo lloran y el de los que lo seguirán machacando por sus opiniones hasta que nos olvidemos del penal fallado de Cueva. ¿Los que no se burlaron de él en ningún momento? Muy pocos. En las redes sociales de peruanos no existe la libertad de expresión, y ese fue otro mensaje que nos deja el flaco al partir.

Pero esto no es para escandalizarse tampoco. No olvidar que en el Perú, salvo multinacionales con nombres extranjeros, no hay muchos constructores. Preferimos destruir y criticar a crear -especialmente de la nada-. Pedro supo aprovechar las herramientas y materiales que tenía a su disposición para construir una banda de rock conformada por quinceañeros, con temas originales, y ponerla a sonar en las radios peruanas. Se supo internacionalizar, aunque creo que pudo haber llegado más lejos si se metía a fondo en el mercado mexicano; pero la verdad de la enchilada es que los mexicanos son muy cerrados con sus actividades musicales, a diferencia de los peruanos.

Pedro Suárez-Vértiz tenía un nombre compuesto y difícil de recordar para un directivo de Televisa y más complicado para un comprador de discos u oyente radial en pleno 1993, donde los nombres de los artistas se iban simplificando para su fácil conducción en el circuito latino: Mijares, Arjona, Natusha, Thalia... Es por eso que soy de la firme creencia de que Arena Hash nunca debió separarse: con un nombre así de comercial, con el material y liderazgo de Pedro, el caché de su hermano Patricio en el bajo, el carisma de Arturo Pomar Jr. en la batería y el atractivo de galán de Christian Meier en los teclados, pudieron haber conquistado el Perú y el resto de América como banda unida y democrática.

Pedro quiso seguir con su carrera solista, según él, porque tenía que mantener a su nueva familia. De haber seguido Arena Hash el mundo se hubiera salvado de otra carrera solista: la de Christian Meier con su caballito de batalla “Carreteras Mojadas”. Patricio no la hubiera pasado tan mal en Miami luego de poner un hit discotequero muy bueno: “Disco Bar”, y Arturo no se la hubiera pasado despotricando contra sus compañeros.

En pocas palabras: creo que una banda de rock es más sólida que un solista si es que se quiere triunfar en el extranjero, especialmente en un medio donde el campo está totalmente desnivelado para artistas peruanos, ecuatorianos o bolivianos.

Todos al final vamos a terminar como Pedro, pero vale la pena escuchar su mensaje positivo: la vida es una sola, y hay que hacer frente a todo con el positivismo más grande, porque sí se puede. Con la muerte de Pedro termina una era importantísima de autovalidación de la juventud peruana. Ésta fue la historia de un chico que conquistó al público de un país, Perú, en su peor momento, y que con su música convirtió ese momento en uno de los más entrañables para los jóvenes que lo vivimos en plena adolescencia. Este país aún no encuentra técnicas para olvidarlo, porque... 

Friday, May 20, 2022

Vangelis (1943-2022) es uno de mis artistas más queridos. Durante 1992 fue quien me acompañó durante aquel periodo difícil, violento y contradictorio en la Lima atacada por Sendero Luminoso y bajo control de Fujimori. Después del monstruoso coche bomba al canal de TV Frecuencia Latina, pude sobrellevar el pavor y tristeza con el cassette L'Apocalypse Des Animaux, banda sonora de un documental sobre la vida silvestre que el músico griego había creado en 1973.

Como tétrica coincidencia, la cortina musical del noticiero de dicho canal, 90 segundos, era la obertura de “Curious Electric”, colaboración del griego con Jon Anderson, vocalista de Yes. Un camión bomba estalló frente a la estación de TV hacia el final de la edición nocturna del noticiero.

Aunque yo ya sabía quién era Vangelis y de qué se trataba su música (él es y seguirá siendo eternamente el rey de la New Age), 1992 fue el año en el que me interesé más por su música, comprando mucha de su música en cassette. Habrá sido la situación del Perú, mi adolescencia, o el simple hecho que el rock para mí se estaba estancando y dejando una estela que se acababa de apagar en 1989.

Vangelis sabía lo que verdaderamente significaba una melodía: sabía cómo funcionaba no solo en teoría sino en nuestros propios cerebros. Entendió que la música era la ruta a lugares que el ser humano no había encontrado aún: espacios exteriores e interiores que nos son aún misteriosos y confusos.

Como Cristóbal Colón, protagonista de la película 1492: Conquest of Paradise, el griego propuso rutas nunca exploradas a través de su música; El mundo, especialmente durante los setentas y ochentas, las fue tomando gracias al cine y la televisión. Al mismo tiempo que la música de Vangelis entraba en nuestro subconsciente, nos hacía ver que el universo era más grande de lo que creíamos. Y no solo en el aspecto astrofísico: Vangelis dio al mundo una voz: la banda sonora de la exploración y el asombro ante descubrimientos. Al musicalizar 1492, logró aplicar algo de humanidad a una historia, ya de por sí archi-conocida y convertida en “canon”. Con la película Chariots of Fire logró un Oscar y un buen puesto en Billboard. Y su trabajo en Blade Runner nos llevó a un mundo distópico –habitado por un policía curtido contra la culpa de matar robots muy parecidos a los humanos– que no se parecía tanto a la realidad en ese momento.

La música de Vangelis no diferencia presente, pasado o futuro. Puede enviarnos a China 5,000 años atrás y a la vez ubicarnos en las regiones externas del Sistema Solar, en una nave interestelar que ya hubiera querido tener Fritz Zwicky para sus estudios de materia oscura. También se puede viajar en el espacio y el tiempo con dos de sus contemporáneos de la electrónica y la New Age, el francés Jean-Michel Jarre y el japonés Kitaro, pero Vangelis le supo dar a su música aquel lado terrenal y orgánico necesario para poder conectar “lo por conocer” con “lo ya conocido” de nuestras vidas. Vangelis incluso se asoció con Jon Anderson, vocalista de Yes, para darle lírica a su música y vaya que le funcionó a inicios de los ochentas con tres álbumes de lujo.

Su amplia obra de seis décadas empieza en el rock y avanza por lo denominado progressive con su trío Aphrodite's Child a fines de los sesentas, para establecerse a inicios de los setentas como un genial creador de bandas sonoras para cine y TV en Francia. Sus álbumes siempre otorgan algo nuevo: curiosidad, un leit-motif al cual aferrarse, una sensación de comodidad antes desconocida, y también un desafío al instinto explorador del ser humano. Las bandas sonoras que creó para tantos documentales y películas son álbumes conceptuales que muestran, en general, la lucha interna del ser humano por ser algo mejor y mayor que la suma de sus células. Es muy probable que Vangelis haya creado la conexión más firme entre el hombre y lo divino, lo que hay más allá de nuestro conocimiento –por más avanzado que sea.

Evángelos Odysséas Papathanassío ha muerto el pasado 17 de mayo del 2022 pero su obra recién se expande hacia la profundidad del Cosmos y hacia nuestra propia y limitada existencia. Descansará en paz, pero su música tiene una misión: salvar a la Tierra y a la humanidad. Las bandas sonoras de Chariots of Fire y Blade Runner son archi-conocidas y premiadas bandas sonoras que sonarán bastante durante los últimos días de mayo. Pero celebremos el legado del griego con discos como 666 de Aphrodite's Child, Short Stories de Jon & Vangelis, L'Apocalypse Des Animaux, Heaven and Hell, EarthChinaLa Fête SauvageIgnacioAntarcticaMask y Albedo 0.39.

Monday, September 4, 2017


Becker & Fagen of Steely Dan at Pori Jazz 2007








Con la muerte de Walter Becker, bajista, guitarrista y co-fundador junto a Donald Fagen de Steely Dan, no se cierra necesariamente el ciclo de vida útil del Dan Sound -Fagen anunció al día siguiente del fallecimiento que proseguirá con la banda-. Sin embargo, el ciclo de vida útil de lo que llamamos rock and roll parece haber pasado su fecha de vencimiento y de pronto la vejez nos ha caído de golpe. Se nos ha muerto repentinamente un músico amigo nuestro, compinche de palomilladas a través de 7 u 8 discos perfectos de música pop, y a quien hemos visto dos veces en vivo.






De pronto, todos los artistas de los setentas y ochentas han envejecido diez años más. Los Spandau Ballet parecen jubilados peleándose por un puesto en la cola del seguro social, Daryl Hall y John Oates pasan los setenta años, y claro, Donald Fagen estará liderando por sí solo a sus 69 años una banda que interpreta temas muy, muy buenos y a la vez complicados y disparejos, compuestos desde 1972. Los números y el tiempo esta vez no cuadran con la muerte de Becker, ya que es como si se hubiera muerto un amigo a quien conocemos desde hace más de 25 años.






Pero la vida continúa, es la verdad, y Becker y Fagen ahí estarán con sus nueve LPs de Steely Dan, seis en total como solistas, y abundante material en vivo a ver y oir en YouTube.



Será recordado por el resto de nuestras vidas. Hubo una década maravillosa, los setentas, en la que Steely Dan hizo y deshizo gracias a Walter Becker y Donald Fagen. 



Y creo que esta canción compuesta para su hijo Kawai, que cierra su primer álbum solista 11 Tracks Of Whack, es una ideal música de créditos finales.









Monday, September 12, 2016

Ricky Tosso en entrevista (cropped)













El gran
comediante peruano Ricky Tosso ha muerto. Reseñas de su vida hay por muchas
partes, pero aquí solo hay una declaración de tremenda pena por su partida y, a
la vez, de gran admiración por un estilo de comedia característicamente peruano.





De más
está decir que fue el personaje que más me hizo reir en la TV en los ochentas
con su programa “Detectilocos”, del cual ya he hablado antes en este blog y en Arkiv. Me
da pena no haber tenido la oportunidad de interactuar con él, ni de haberle
dicho lo mucho que lo admiraba... pero bueno, será para la próxima.





El legado de Tosso se siente en el humor televisivo peruano hasta ahora. Era muy bueno contando chistes, imitando cantantes, pero sobre todo, en Detectilocos, era mejor siendo él mismo, y al parecer nos dimos cuenta todos a través de la TV y del teatro que era un gran, gran tipo.

Wednesday, May 18, 2016


Prince (cropped)



Prince: “cantante estadounidense calificado de: negro, sucio, salvaje y
degenerado” leía la enciclopedia Historia de la Música Rock de editorial Orbis
allá por 1982. Prince es un artista completo, y su muerte el 21 de abril cierra un capítulo de una discografía “en vida”, porque van a haber tantas
cosas saliendo en los próximos años que la gente va a pensar que está vivo. Y
es que Prince ha dejado un catálogo musical equivalente al Gran Cañón en la geografía estadounidense, a la Gran Muralla China en geopolítica, a tu primer
orgasmo en tu vida privada.

Prince Roger Nelson fusionó todo, lo sazonó con disco, funk, política
y, sobre todo, sexo y religión a montones. Para él Dios y la mujer eran la
misma cosa. Supo amar a sus mujeres y a su prójimo. Con maquillaje, pelos
parados, mallas y nalgas al aire, digamos que Prince Roger Nelson era el hombre
perfecto, el prototipo de "hombre nuevo" que el Che Guevara trató de alcanzar a punta de balas, cuando lo que necesitaba era un micrófono, una guitarra, un chupete y un bastón de oro.












Me he demorado en escribir sobre su muerte quizás porque me desanimó el
hecho de que nuestros ídolos se están muriendo como peces en marea roja, y que
ya no había más que decir luego de la muerte de Bowie y Lemmy. ¿Pero Prince
muerto? Impensable, inaudito. El tipo vivía y respiraba funk. Tocaba la guitarra como los dioses y su música era
contundente, compacta y cojonuda. Sólo lanzó un “grandes éxitos” luego de 15
años de carrera (el The Hits doble).
Les cantó a la mujer y a Dios con la misma fuerza y disposición. Se peleó con
su casa disquera y con la prensa, pero su mayor batalla sería contra la Internet,
en una relación amor-odio que le hizo enjuiciar fans, cerrar páginas Web y
amargarse la vida, convirtiéndose en un ermitaño excéntrico millonario. Su
muerte llegó en medio de una gira en la que solo iba tocando el piano y
cantando por EE.UU., con tickets a $200 que tenían que ser comprados por los
asistentes y no revendidos; por tanto otra de sus peleas fue contra los
revendedores cibernéticos y faltosos de hoy en día.




Su muerte también sacó a la luz material enterrado por años. Ahí está
sonando “Dirty Mind” una vez más, “Pink Cashmere” y “Alphabet Street” se meten
a nuestros cerebros alegremente, y por lo menos dos fuentes citan al LP Batman como su mejor trabajo (yo ya lo había
dicho en 1999).




Entre 1978 y 2016, Prince lanzó un enorme y sólido puñado de álbumes de los
cuales se ha hablado muchísimo, y los fans ya saben cuáles son sus favoritos:
Prince tenía un especial talento para hacer llegar un álbum al corazón del
oyente y hacerlo íntimo. 1999, Purple Rain, Lovesexy, el del símbolo
que luego sería su nombre... Ni qué decir de los maxisingles: Prince es más poderoso en los remixados bailables. El pequeño gigante de Minneapolis nos ha regalado,
perdón, vendido música que supimos apreciar, celebrar y bailar. Y mientras
todos íbamos a Youtube a buscar música gratis, él se ponía recontra terco y nos
decía que todo eso era una estafa. Y tuvo razón. 



Prince era un artista que exigía de sus oyentes una mente abierta. Iba a
cantar cosas bastante controversiales, cargadas de sexualidad, y también iba a
decirle al gobierno que no mande jóvenes a morir por petróleo. Diría frases
como “¿Crees ser valiente? Besa a tu enemigo” y “Conocí a Nikki en el lobby de
un hotel, estaba masturbándose con una revista”. Rechazó a la prensa escrita y
no aceptó entrevistas por mucho tiempo (hasta que la cuenta bancaria empezó a
mostrar “empty”). Su estudio de Paisley Park perdía mucho dinero porque Prince
hacía lo que quería y algunos de sus discos no vendían por motivos obvios. Estaba
llenando su bóveda de música muy buena que probablemente jamás salga a la luz.

Prince fue un músico genial pero era evidente que le faltaba un tornillo. Rechazó
todo tipo de ayuda, en el estudio y fuera de este. Jamás colaboró con nadie,
sino que él controlaba todo lo que salía de su voz e instrumentos. ¿Sus bandas?
Por los testimonios, parece que no tenían derecho a ninguna opinión.

¿Qué discos de Prince son indispensables en una colección? Buena pregunta.
Aquí una lista:








Batman

Dirty Mind

1999

Sign O' The Times

Love Symbol

Purple Rain

Lovesexy

The Vault

Musicology

The Hits, 1, 2 and B Sides. 



Y obviamente aquellos póstumos que saldrán cual bandada de palomas llorantes. Ya que Prince
gustaba de editar su material él solo, probablemente no suenen como él hubiera
querido. Pero una cosa es cierta, la gente lo seguirá escuchando por siempre.
























Friday, January 29, 2016










Lemmy.






El invierno de 1969 es considerado por algunos
historiadores de los Beatles como "el invierno del descontento", en
el cual los Beatles por primera vez se miraron unos a otros y dijeron “esto ya
no da para más”. Pues bien, el invierno del 2016 (o verano para el hemisferio
Sur del mundo) es también otro de descontento, aunque yo lo llamaría el
“invierno de las emociones intensas”.







En solo unas cuantas semanas el mundo del
entretenimiento fue impactado con noticias buenas y malas cual meteoritos
chocando la tierra e intentando generar un Apocalipsis, una extinción masiva.
Un evento masivo y agradable (el estreno de Star
Wars: The Force Awakens
) consoló a un mundo lleno de violencia e
hipocresía, sufriente luego de ataques en Francia, EE.UU., Mali... por unos
cuantos días todos, incluyendo los terroristas, parecían haberse olvidado del
negocio de matar.







Glenn Frey, Don Henley y Joe Walsh, 1979.


Hasta que llegó el 28 de diciembre, Día de los
Inocentes, y un afligido Billy Idol da una noticia que no era broma: Lemmy
Kilmister de Mötorhead había muerto a los cuatro días de su cumpleaños número
70 y a los dos de un diagnóstico de un cáncer fulminante. Nos estábamos
recuperando tomando un Lemmy (el
trago favorito de Kilmister, Jack Daniels y Coca-Cola) cuando el 11 de enero se
jodió todo: Bowie fallecía en una fría mañana londinense, tres días después de
su cumpleaños número 69 y de haber lanzado Black
Star
, un muy buen disco donde el duque blanco lidia con el ángel de la
muerte. Poco después, el 18 de enero, Glenn Frey, guitarrista y cantante de
Eagles, se reunía con Bowie y Lemmy y el supergrupo de los fallecidos quedó
formado, ya que John Bradbury, baterista de Specials, había muerto el mismo día
que Lemmy, así que guitarra, bajo, batería y vocales ya estaban rumbo al más
allá. Faltan teclados pero Rick Davies de Supertramp, quien ahora no está bien
de salud, aún no está listo para perder la batalla contra la pelona.





La cosa es que con las muertes de Lemmy, Bowie
y Frey se ha declarado oficialmente la muerte del concepto de rock and roll superstar, en el cual un
artista vivía su vida tal como si estuviera en el escenario las 24 horas del
día, los siete días de la semana. Eran otras épocas en las cuales un músico
podía vivir de las ventas de sus discos y de lo que tocaba en vivo.





En los setentas, ochentas y noventas, esto era
bastante común, y la conceptualidad de artistas originales y magníficos como
Bowie nos inspiró a nosotros, músicos y oyentes, a vivir bajo nuestra ley. No
tienes que ser admirador del trash o speed metal para admirar a un tipo como
Lemmy, ni tienes que vestirte de forma andrógina para ser fanático de Ziggy
Stardust, el personaje con el que Bowie remeció la industria musical, solo para
seguirla cambiando a cada rato. Sin Bowie no hubiera habido NADA de lo que se
oyó en los ochentas, y no pecamos de exagerados al decir que fue la estrella de
rock más influyente del rock and roll después de Elvis Presley, John Lennon y
Mick Jagger.





Mientras Bowie cambiaba de ropa y personalidad
en cada disco, Lemmy Kilmister de Mötorhead se mantenía igual: agresivo,
ruidoso, violento y veloz. Su banda, un power-trio acelerado que volaba cabezas
en los discos y en los conciertos, tenía como propósito satisfacer a una
audiencia en búsqueda de sexo, alcohol, drogas y bulla. En 1977 el speed metal
nacía con el debut de la banda, Mötorhead,
y una vez más el rock and roll engendraba otra cultura de motocicletas,
cadenas, logotipos puntiagudos y mucho cuero negro. Lemmy nunca se jactó de
haberla creado; más bien se alegró de poder tomar su Jack Daniels con Coca-Cola
(trago ahora bautizado como Lemmy) en
el bar Rainbow de Los Angeles, donde pasaba la mayor parte del tiempo. La
música, bebidas y drogas fuertes lo mantuvieron activo y es un misterio cómo no
falleció de sobredosis en algún momento; aunque mucho de lo que se escribe
sobre nuestros roqueros favoritos son, eh... exageraciones, ya que una cierta
actividad o estilo de vida no determina un cierto comportamiento de abuso de
alcohol o estupefacientes, caso contrario muchos políticos y banqueros serían
"roqueros" también.





Pero el abuso de sustancias no es sinónimo de
una corta vida o muerte prematura, sino más bien de una vida miserable. Ahí
tienen al cuasi-inmortal Ginger Baker (a quien vimos el 2015 tocar la batería
fumando varios cigarrillos y jactándose de haber sido adicto por muchos años a
la heroína. Apenas puede caminar, y aunque mantiene una lucidez que otros
músicos menores que él ya la han perdido (como Malcolm Young de AC/DC), vive
quejándose de sus males. El accidente cerebro-vascular que envió a Gustavo
Cerati a coma, y de ahí a la muerte, fue causado por el tabaco.







Red Octopus de Jefferson Starship, con Paul Kantner.


Las drogas aunque parezcan atractivas, o
aunque yo parezca una Nancy Reagan, son malas y punto. Matan a nuestros ídolos
musicales, y también a nuestros familiares. Sabemos lo que son y el daño que
hacen, pero al parecer meternos con ellas nos hará quedar como estúpidos.
“Drogas duras llenan sepulturas”, afirma Jorge Martínez de la banda Ilegales,
pero ni él tiene un apalancamiento suficiente para invertir tendencias. Al
parecer nadie lo tiene, porque el fenómeno “droga” siempre ha estado vinculado
con el ser humano.





Escribo estas líneas y me entero de otra baja:
Paul Kantner de Jefferson Airplane (y posteriormente de Jefferson Starship), y me apresuro a advertir que, obviamente,
la lista se irá alargando este 2016, y tenemos que estar preparados no solo
para llorar a nuestros ídolos cuando se hayan muerto, sino para celebrarlos aún
vivos. Vayamos a sus conciertos, compremos sus discos y mercadería y, sobre
todo, divulguemos su talento por todas partes, de poder, lejos de la Internet
que tanto daño está haciendo ahora, no solo con la piratería sino también con aplicaciones
“legales” como Pandora y Spotify, a los artistas de toda índole. Dejemos de ser
hipócritas al llorar a Bowie, Frey y Lemmy para luego ir a descargar su música en
sitios torrent y no comprarla en CD,
cassette o vinilo. Nosotros hemos contribuido a la muerte de la música en
muchas formas, y debemos asumir esa responsabilidad para crear una industria musical
sostenible, incluso si esta nunca lo haya sido.

Monday, July 13, 2015


Javier Krahe in concert










Muerto el cantautor de la venus afro...leches!






La muerte de Javier
Krahe se suma a otras que este año nos están pescando por sorpresa, y esta vez la sorpresa es amarga
porque Krahe se merece, o mereció, haber tenido más fama en Latinoamérica,
aunque creo que para él la fama que obtuvo en su tierra España fue la justa. Un
infarto acabó con su vida el 12 de julio del 2015, y el mundo ha perdido a un
formidable cantautor y poeta.





También
podríamos llamarle trovador, aunque él pareciera que no se entendía muy bien
con la guitarra acústica y más bien le gustaba cantar y mover las manos. Era
ahí en las líneas de frontera de la ironía y la sordidez, las cuales cantantes como
Joaquín Sabina o Pablo Carbonell no se atrevían a cruzar, en donde Javier Krahe se aparecía
con micrófono en mano y simplemente las borraba. Le cantaba al cuerpo desnudo
de aquella amante efímera que no volverá a ver, a la falta de dinero, a la soledad; pero nunca se lamentó ni lamió sus
heridas pidiendo la compasión del oyente: se reía a carcajadas y, con ironía, la pasaba muy bien fumando y
bebiendo en unas noches de bohemia que hacían caer a todos bajo la mesa, menos a
él. Era un viejo loco, y su poesía lo mantenía como el último recodo de la sanidad antes de pasar a la demencia total.





Su
principal tema lírico era el sexo y la búsqueda del amor de la mujer perfecta. Estaba
obsesionado con la belleza femenina y con la pasión que arranca un beso o algo
más. Su primer LP, Valle de Lágrimas, incluye un cover de “Marieta” de Georges Brassens (su máxima influencia) en la
cual la chica siempre lo deja plantado o haciendo el ridículo, incluso hasta en
el día en que ella muere y se le da por resucitar frente a él, quien sostiene lloroso una corona de
flores (“hecho un gilipollas... madre”, atina a decir luego del milagro). Al parecer, las mujeres
lo dejaron perplejo luego de haber salido del colegio de curas. Se preguntó por
qué algunas, como su esposa, iban diciendo por ahí que la tenía chiquita (“Un
Burdo Rumor”), y con poesía escandalosa y asimétrica nos convenció de que era
un romántico empedernido que no se callaba nada. De más está decir que
influenció a Joaquín Sabina, Javier Gurruchaga (el líder de la fantástica
Orquesta Mondragón) y Pablo Carbonell (Toreros Muertos).





Sin
embargo, no fueron las letras cargadas de erotismo las que le parcharon la boca en la España
ochentera. Se burló del gobierno democrático en 1986 cantando “Cuervo Ingenuo”,
la primera canción censurada post-Franco. En ella, Krahe habla como indio
norteamericano y le dice a Felipe González, en su cara, que es un hipócrita al
haber prometido sacar a España de la OTAN y luego decir que “esa alianza ser de
toda confianza”. La TV española censuró el tema durante un concierto de Sabina,
y posteriormente le costó mucho a Krahe seguir tocar en vivo, mientras otros
artistas “rebeldes” de la movida española se llenaban los bolsillos.





Krahe fue
muy crítico de la religión católica y al parecer conocía sus puntos débiles
(como en “San Cucufato”). El 2012 fue absuelto por un tribunal civil luego de ser
acusado de “herir susceptibilidades religiosas” al hacer un video sobre cómo
cocinar un crucifijo (cosa curiosa, cada domingo se les recuerda a los
feligreses que la cristofagia es la piedra angular del catolicismo), y la relación estrecha iglesia-estado español volvió a relucir gracias a los medios, recordándonos que el franquismo aún no había desaparecido del todo. Sabía que
las guerras eran hechas para matar jóvenes y evitar que éstos cambien las cosas
(“Carne de Cañón al Chilindrón”) y que la pena de muerte era el punto más bajo
del ser humano (“La Hoguera”, su canción más lúgubre y prueba de que en España algo se tuvo que aprender luego de la Guerra Civil).




"La Hoguera", de su primer disco, también apareció en una compilación llamada "Homenaje a las Víctimas del Franquismo":








Krahe
no se vendió jamás a un partido político, a una marca de cerveza ni a una marca
de ropa. De eso su vida puede dejar testamento. El documental del 2004 Esta No Es La Vida Privada de Javier Krahe
lo pinta como un tipo simpático, sarcástico y a la vez respetuoso de su público
(la mayoría mujeres muy jóvenes), aunque siempre tocando en lugares muy
pequeños que se llenaban a tope. La fama le fue esquiva, pero a él no le importó: tenía a bellas damitas frente a él en sus conciertos íntimos. Sabina tenía en frente a su personal de seguridad de amarillo, en locales para más de 20,000 personas.





Anarquista,
contestatario y sin bandera, en una de sus últimas entrevistas se le puede ver
renegando contra la mala calidad de ciertos licores y contra Spotify,
mencionando que desea estrangular o lesionar físicamente al director de dicho
servicio digital en España. Krahe ha muerto súbitamente, pero en dicha entrevista ya se
le notaba enfermo y su corazón no tuvo más remedio que abandonarle.





Nos
deja una vasta discografía muy similar a la de su ídolo Georges Brassens: 15
discos, con uno último llamado Las Diez
de Últimas
(el decimocuarto y último de Brassens se llamó Nouvelles Chansons, a propósito). En dicho LP dejó
una postdata formidable llamada “Puzzle” que hasta ahora tratamos de descifrar,
pero imaginamos que hay una mujer bella de por medio en la historia.





No
queda más que despedirnos de Javier y decirle gracias. Aquí la traducción que
hizo de “La Tormenta” (“L
’Orage”)
de Brassens, cantada por Alberto Pérez. El final de la historia fue una invención de Krahe para dejar la
llaga herida, la pasión ardiendo, y las nubes cargadas de electricidad ante la
amante que partió.












Aquí nuestra crítica a aquel magnífico LP en vivo La Mandrágora.

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